YO AL 2016 LE PIDO

Al año le pido que no pase muy rápido. Pero tampoco muy despacio.

Le pido que venga con buen tiempo cuando tiene que hacerlo y que llueva los domingos por la noche.

Que me haga chocarme con gente interesante. Que me mantenga tan ocupada como para no pensar en los que no merecen la pena.

Le pido planes divertidos. Y alguno de esos de 8 de la tarde sin previo aviso, aún con la mochila del trabajo y con cara de cansada. Esos que te hacen sentir que al menos has aprovechado ese martes que parecía tan ordinario.

Al 2016 le perdono las resacas por adelantado. Soy así de comprensiva.

Le pido que me deje ver a mis sobrinos y me haga estar en casa cuando llegue el nuevo.

Al 2016 le pido que la batería me dure más. La del móvil y la mía propia. Que los días malos me lleven al calendario y a base de cálculos concluir que son sólo cuestión de tiempo.

Eso le pido al nuevo año también. Tiempo. Justo un poco menos de del que necesito. Pues dicen que es la clave para conseguir cosas. No tener tanto como para perderlo. 

Al 2016 le pido espacio. Con luz suficiente para pintar, para ordenar y estar. Tanto en mi cuarto como en mi cabeza. Pero también le pido que la distancia no exista cuando piense en Vigo.

Le pido seguir con mi memoria selectiva.

Le pido hacerme un poco más vieja y, espero, un poco más sabia.

Le pido unos 30 a lo grande. 

Al año que viene le pido paz mental y alguna batalla emocional. 

Le exijo 366 días. Que no falte ni uno. Ya decidiré qué hago con ellos sobre la marcha. Por de pronto, seguiré tratando de ser feliz.

Pero en realidad, más que al nuevo año, todo esto me lo pido a mí.

Pues que tengas un feliz 2016, Carmen. Sólo depende de ti.

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XXIV)

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La gente que lee en el metro. Muy concentrada. Y se agarra con una mano a la barra y se balancea al ritmo del tren. Y tú piensas que no están aquí, apretujados en este vagón, sino muy, muy lejos.

Cuando el débil se sale con la suya

Los padres y madres que acompañan a sus hijos pequeños al colegio y cargan con sus diminutas mochilas

La señora de las castañas que me ve pasar con la maleta y me grita "A la playa! A la playa!!!Buen Viaje!!!"

El otro día, cuando sonó "Yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid" mientras esperaba el metro

Una señora en el metro borrando concienzudamente el sudoku al tiempo que niega con la cabeza y chasca la lengua en señal de desaprobación

El violinista con bastante jeta que se me acerca y toca hasta que me saco los cascos y cuando por fin le hago caso empieza "Por una cabeza" y yo, claro, tengo que darle algo porque me ha alegrado el viaje

El hipnótico movimiendo del anticongelante en la ventanilla del avión mientras despegamos

La sobrecargo diciendo que como "conoce la condición humana" y sabe que alguien aún no lo ha hecho que por favor pongamos los móviles en modo avión

En el andén, una niña que va sentada al revés, me mira desde el vagón y me saluda con una sonrisa a la que le falta una paleta. Tiene una trenca azul con cuernos de las que molan. Se apoya en su madre y le pregunta las paradas que quedan para bajarse. Tiene acento andaluz y es puente así que debe estar de visita. Al irse se despide de todo el vagón. Pienso que a lo mejor es algo que deberíamos hacer más. Si me despido de los del ascensor, por qué no iba a despedirme de los del vagón? "Oigan, que yo me bajo ya pero espero que tengan una buena vida señores!"

El policía que se acerca a la sala donde estamos trabajando y dice que ya está bien, que ha pasado 6 veces por delante y cree que ya hemos trabajado suficiente, que por el amor de Dios, es Navidad! 

Y todas las veces que los americanos dicen "it's ok" y lo dicen de verdad

Escapada rural y al bajarse del coche mirar al cielo y ver millones de estrellas

Volar sobre el mar de nubes cuando está amaneciendo o atardeciendo y percibir la forma redondeada de la Tierra. Y al fondo esa línea que divide lo terrenal de lo divino

Cuando ves una ciudad desde el aire. Y todas esas pequeñas cajas. Digo, casas. Y alguna piscina. Y piensas en toda la gente que vivirá en ellas. Ajena a que tú les estés observando desde arriba

Esos momentos (no muy frecuentes) en los que eres consciente de que estás bien. Con el mundo en general pero sobre todo contigo

Que en un avión haya wifi

Que en un avión no haya wifi

Cuando el cocinero corta muy fino y muy rápido la verdura

Que por fin llegue esa barra que tanto tiempo llevas esperando en el Tetris

El cielo azulísimo de Vigo

Ver huellas en la nieve e imaginarse quién ha pasado por ahí antes que tú

Los jabones, champús, cremas, pastas de dientes y demás productos que fabrican en formato miniatura para viajar

Cuando en el baño hay jabón y el secador de manos funciona de verdad

Trivial y Gin Tonics

Los carteles en los que pone EXIT en rojo luminoso

Querer añadirle una "o" al final Y que señalen el camino del EXIT-O

Las pizarras con tizas

Cuando ves aparecer tu maleta en la cinta 

El color gris con sus millones de tonalidades

Cuando alguien te dice "te quiero" y no lo esperas

Saber que en pocos días vuelvo a casa como el turrón

La historia detrás de La Chacona de Bach que tan bien cuenta James Rhodes en Instrumental

TEN CUIDADO

Estoy sentada en un Vips deleitándome con un desayuno americano como premio porque me han perdido la maleta. Para quien no haya estado nunca, es un lugar que suele estar lleno de gente y concretamente de gente pequeña, de niños amantes del ketchup y el azúcar, con las mesas muy, muy juntas pero sirven rápido y la calidad precio es buena. 

A mi lado se sientan dos chavales de unos 16 años. Un poco macarras. O tal vez es el acento. Dicen por favor y gracias a la camarera. Pero entonces empiezan a hablar.

Algunas de sus frases me despistan de mi lectura. O será que atravieso una etapa del libro en la que el protagonista narra unos hechos bastante desagradables de su infancia y no quiero atender porque no puedo entender. Sea como fuere, acabo por prestar atención a la conversación de estos dos sujetos. 

Hablan de lo que hicieron ayer. De con quién está saliendo no sé quién. De que se emborracharon demasiado…hablan de chicas, claro. Son jóvenes y llenos de granos. Hablan de chicas, mucho. Y hablan de chicas, mal. Ninguna es guapa o simpática. Todas están “locas” son “gordas” o “engendros”. Hasta el punto de que ni el alcohol consiguió que la “pobre” chica de ayer triunfase con el de mi izquierda porque según relató él mismo, ante la disyuntiva pensó “Mira porque eres fea…porque con el pedo que llevo si no te entraba” Había otra también. Otra que estaba mucho más buena. “Sí, pero es una calientapollas” “Sí ,no? Me han dicho que es una guarra"

Y aquí ya no puedo más.

Les pido disculpas porque no he podido evitar escuchar su conversación pero “Madre mía, vaya forma de hablar de las chavalas, no?” les digo. Me rehuyen la mirada, claro. Me dice “Bueno…es nuestra conversación” Pero aún sabiendo que tiene razón, que es una conversación privada, continuo sabiendo de antemano que poco voy a conseguir. “Piensa que a lo mejor acabas babeando por alguna de ellas…o peor, a lo mejor alguna de ellas es tu hermana, o tu prima…o tu hija” Entonces me viene a la mente el vídeo que circula donde una niña habla a su padre antes de nacer. Un vídeo duro. En él se cuenta cómo por el simple hecho de ser mujer, antes de los 14 años, te van a llamar puta. Se relata en primera persona cómo algo inocente, una broma, un mote, una mala borrachera con un mal acompañante puede marcar a una mujer. Es real. Tenemos que andarnos con mucho cuidado. Siempre vigilando. Siempre desconfiando. Hasta el punto de llamarte “amargada” o “estrecha”. Entones me viene a la mente la discusión sobre la violencia machista. Entonces me viene a la mente que yo misma estoy segura de haber hablado mal sobre alguna de mi mismo género. A la edad de estos dos que tengo al lado, lo normal es poner etiquetas. Entonces me doy cuenta de que poco hemos avanzado si generación tras generación se van a repetir los mismos errores. 

Poco hemos avanzado si cada mujer que llega a un puesto de poder va a decirse que está “malfollada” cada vez que actúe de forma tajante. Poco hemos avanzado si cada niña pequeña que tiene carácter es una “marimandona” y cada niño con las mismas cualidades es un líder. Poco hemos avanzado si una mujer que hace lo que le da la gana es “ligerita” y un tío que se acuesta con todas es un “campeón”. Poco hemos avanzado si a cada hombre que cambia un pañal, da la merienda y baña a sus hijos se le hace la ola y a cada mujer que trabaja y no cocina se le mira raro. Poco hemos avanzado si seguimos cobrando menos. Yo no quiero que nos regalen puestos en listas electorales. Quiero que estén los mejores, sean del género que sean. Pero también quiero que todos seamos conscientes de que hay un momento en la vida de la mujer en el que se le obliga a decidir entre un desarrollo profesional o una familia. Poco hemos avanzado si las que tenemos que renunciar somos siempre nosotras. Poco hemos avanzado si la historia se repite. Si los que hoy son hombres hechos y derechos siguen consintiendo que sus amigos hagan bromas burdas sobre este género que es el mío y que de débil tiene poco. Pero seguiremos siendo vulnerables si seguimos educando sólo a las niñas en el “Ten cuidado” y no hacemos lo mismo con los niños en el “Ten respeto”

Poco hemos avanzado.

Me puse los cascos y seguí con mi vida. No me apetecía nada seguir escuchando sandeces aunque les había dejado tan descolocaos que creo que no se atrevieron a insultar a ninguna chica más. Hoy. Pero seguirán haciéndolo. Estoy convencida de que me pusieron de amargada para arriba. Y parte de razón tienen. Me amargaron el desayuno. Con lo que me gusta a mí desayunar... 

Al irse, uno de ellos se despidió con un irónico “Adiós amiga”
Yo le contesté “Adiós amigo” y para mis adentros pensé…”Ojalá tengas 4 hijas. A lo mejor entonces te acordarás de la loca del Vips que te dijo que no está bien insultarlas”

EL SISTEMA

Nunca me importó que me diesen el cambio en muchas monedas. Recuerdo que el señor de gafas oscuras siempre me daba las que llevaba en el bolsillo porque le pesaban y “las iba a perder”. Esas monedas financiaron muchas Fotogramas y muchos regalices (a los que en otra vida fui adicta).

Hoy tocaba afrontar ese trámite de renovación de pasaporte. Esta vez no me iban a pillar. No señor. Después de que te repudien una foto hasta 3 veces, una ya aprende la lección. Pedí la cita previa, fui con tiempo suficiente. Tenía las fotos reglamentarias y tenía dinero en efectivo. Lo tenía todo papi. 

Entro directa a la maquinita. Me da error. Cara de circunstancia. Una viejecita me suplica ayuda porque ella "con los ordenadores…no” Pues claro señora. A ver dígame su número. Se confunde un par de veces pero al final sale el papelito. Bueno, si lo consigo para la señora no voy a conseguirlo para mí…Vuelta a empezar. Y otra vez error. A ver. Otra vez. Nada. 

“Disculpe, es que tengo cita para hoy y me da error” y el joven policía viene conmigo a la maquinita. Y me pide que empiece otra vez el trámite. Y me trata como yo traté a la señora hace un minuto. Y yo me acuerdo de todas esas veces que te preguntan si el router está enchufado. Pero nada. “Sabía yo que algo tenía que salir mal. Ya es mala suerte que el sistema falle justo conmigo!” “Perdona chica pero es que no tienes cita para hoy sino para dentro de una semana”

No.

No es posible. Y de pronto me viene a la mente todas las veces que un calendario me la jugó al escoger una fecha de tren o de avión. O esa otra en las que me confundí de matrícula y por error la hice en Escultura II y no en Técnicas Escultóricas…y de pronto me acordé de todas esas veces que tuve que lidiar con ellos. Y pedirles un favor a ellos…sí, sí…a ”esos”

“No te deseo ningún mal pero ojalá tu entrada en el Reino de los Cielos dependa de un funcionario de la burocracia española”

Muto la cara de “madremíaCarmenotravez” a cara de pena. Y utilizo la misma técnica que tantas veces usé con señor de gafas oscuras hasta que se hizo inmune. La autoculpa. Empiezo con un “verá es que me confundí y toda la culpa es mía…pero es que necesito urgentemente el pasaporte” Parece que he tenido suerte con el funcionario y me ha tocado “el amiguete” me dice que están a tope pero que vuelva esta tarde. “Vale, muchísimas gracias de verdad” “Naaaaada”

Y me fui feliz.

Y volví. Pero no estaba mi amiguete. En su lugar había un señor que tenía pinta de ser el presidente de su comunidad de vecinos y cuyo hobby es hacer maquetas de barcos diminutos dentro de botellas. Un señor al que la táctica del autoculpamiento no le hizo ni un rasguño en su coraza de funcionario. Tuve que morderme la lengua varias veces para mantenerme en el papel. Porque no debía mandarle a la mierda. Ni si quiera subir el tono un poquito. Más vale seguir con la cara de pena. Porque a esta gente mejor tenerla de buenas. “Si yo le entiendo a usted, y seguro que hay más gente que viene como yo…” “Pues imagínese 30 ó 40 cada día, entiende?” Empiezo a sospechar que lo que quiere este hombre es que alguien le escuche…“Sí, sí…le entiendo…pero yo necesito una solución” Y aparece el amiguete por detrás diciendo que sí que me había citado él. Pero el presidente de la comunidad dice “Sí claro…y a otros tantos…” Y el amiguete desaparece. “Yo le digo lo que me mandan” “Pero qué quiere, que llore? Dígame qué puedo hacer” “Pues lo que está haciendo. Entiende? porque tengo un listado de gente. Así que sólo le queda esperar. Y tener suerte” “Suerte?” “Sí. Suerte. Suerte de que no aparezca alguien. Y si viene todo el mundo haremos lo que buenamente podamos. Porque este es mi trabajo” 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10…“Vale gracias” 

Y esperé.

Y lo odié un poco. “Yo no creo en la suerte, creo en las personas!” pensaba espetarle cuando por fin consiguiese salir de esa oficina jurando jamás volver. 

Vi cómo le soltaba el mismo discurso a otra mucha gente. No es que la paciencia fuese la mayor virtud de este señor. Y ese tono de reproche, como intentando aleccionar a los que se pretendían saltarse el sistema en el que él tanto confía, no ayudaba nada. Sin embargo, después de un rato observándolo, empecé a sentir cierta empatía por él, que en mi cabeza se llamaba Antonio. 

Antonio pasa sus días en esa oficina cuyas paredes están decoradas con varios folios pegados con celo amarillento. Unos indican dónde están las mesas, otros hacen anuncios en mayúsculas que nadie parece tomarse en serio. Como el de “aquí no se atiende a nadie sin cita previa”. Antonio se sienta en el mostrador de información. Pero Antonio no recibe preguntas. Lo que recibe Antonio son problemas. Todo problemas. Gente que necesita una solución. Outsiders del sistema. Como yo. Qué hará Antonio? Puede que empezase sus años mozos colando a la gente y haciendo favores. Pero ya no. Aprendió que no merecía la pena. Para qué? Le cogió gustillo a esto de dar sermones en monótono. Se alejó de la realidad y de las particularidades de cada caso. Les dice “Le anoto aquí y espere allí” y que pase el siguiente.

La vida de Antonio me parece una mierda.

Entonces aparece en escena una funcionaria media. De edad media, estatura media, puesto medio y pelo rojo. Paqui, la llamaremos. Paqui es una señora funcionaria funcional. Despacha y listo. “Alguien tiene dos billetes de 5 €?” pregunta. Entonces recuerdo que tengo muchas monedas en el monedero. Y algún billete de 5. Y sin pensarlo digo “Yo! pero después no voy a tener cambio para darle” “Bueno no importa, dámelo y pasa conmigo que ya te lo hago ahora” 

Ahí estaba. La tarjeta de suerte del Monopoly, la de pase por la casilla de salida y cobre las 20.000 pesetas. El ticket dorado de Charlie y la Fábrica de Chocolate. El pase directo a la Final. No sonrío. No sea que se gafe. No sea que Antonio se entere que estoy colándome por uno de los pasadizos del sistema. Me siento muy quieta. Hago algún comentario sobre la juventud perdida de la anterior foto. No funciona. “Dedo izquierdo” Silencio. “Ahora el otro” Silencio. Y siempre, después de cada paso, ese kleenex arrugado que te preguntas cuántas veces cambiarán y si es realmente efectivo o estamos mezclando las huellas dactilares de toda España.

Paqui me hace el pasaporte en 1 minuto 47 segundos. Le agradezco a Paqui que sea tan funcionaria y tan funcional. Pero sobre todo le agradezco que se venda tan barato. 

Me acordé de Antonio. Pensé que en algún momento iba a levantarse y decir “No! Paqui, a esta chica no le des Pasaporte aún. Está castigada” 

Pero por suerte Antonio no se había enterado de nada. Lo sé porque me fui a despedir de él. Y le di las gracias sin un ápice de ironía. Él cambió la cara y me gritó cuando ya estaba en la puerta “Espera!” y se acercó. Todo esto muy dramático. Como en una película. “Te vas a ir sin el pasaporte?” Me preguntó casi diría que arrepentido por haber sido tan sumamente cabrón. 

“No. Me lo llevo. Por tener cambio. Por suerte, como decías…”

Y puso esa cara que me hace tanta gracia. Apretando la boca y levantando las cejas al tiempo que se giraba y volvía hacia su mostrador de “Información”

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL. XXIII)

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Que mis padres me inviten a desayunar de hotel un día de resaca

Pasar por un túnel muy largo en el tren y por un instante no saber si nos hemos parado o seguimos andando porque todo es negro por la ventana

Sentirse totalmente identificado con lo que le pasa o lo que piensa el personaje de un libro

Explotar plástico de burbuja

Una reunión de trabajo a la que no vamos con ordenadores sino con libreta y portaminas

La gente que dedica tiempo a rellenar esas tarjetas que vienen en las maletas para poner tus datos

O esa otra que va más allá y hace sus propias etiquetas caseras y pega su teléfono en la cámara de fotos o en el ordenador

Y claro, toda esa gente que llama y devuelve estas cosas y con ellas la felicidad absoluta al dueño 

La frase "Kamchatka es el lugar donde resistir"

Encontrar, después de un tiempo, la pareja de un calcetín

Que el señor de gafas oscuras diga “Piraña, yo soy Dios" y me de a probar en una cazuela un mejunje y al preguntarle los ingredientes responda que no puede desvelarlos, que es un chef profesional y además es muy complicado para que nuestras mentes lo entiendan

Leer en el metro y despistarse. Pero justo hasta una parada antes de la tuya

Ese Neobrufen que tiro en cada bolso y neceser y que aparece cuando tanto lo necesito

Cuando te roza algo un tobillo y crees que es un bicho pero luego descubres que es un fleco de la manta, una cinta de la mochila o el zapato del que tienes al lado en la reunión

Que te vayan a recoger al aeropuerto

Y ese abrazo

La tía Susana diciéndome que está bien. Como si nada hubiera pasado. Aunque le pasó

Leer “Momentos de inadvertida felicidad" con una sonrisa continua al acordarme de esta lista

Acertar al recomendar un libro. Y luego comentarlo

Cuando el jefe de tus jefes dice lo que tú estabas pensando

En el metro, cuando no puedo evitar reírme con algo que leo en un libro o en el móvil y miro alrededor como diciendo “Ay madre, vaya loca" pero veo que la persona de enfrente también se ríe y pienso que seguramente también le ha hecho gracia. Aunque no lo haya leído

Acertar a la primera en el manojo de llaves

El gesto de padres cuando les enseñas algo y automáticamente lo alejan y enfocan

A veces, los cielos de Madrid

Basia Bulat cantando a Cecilia

Todas y cada una de las veces que pienso que la maleta rosa esta vez estalla. Y sin embargo conseguimos cerrarla. 

Y todas y cada una de las veces, cuando la señora que calceta dice “Vaya compra esta...además fue tirada!" 

Preguntar “100%?" Y que te contesten “Sí". Y entonces saber que eso es seguro. 100%

Algunas de las mejores historias que me han contado son esperas por hombres, disimules por hombres o películas montadas por hombres de las cuales ellos no tienen ni idea. Me hace gracia   pensar que la mitad del planeta no sabrá nunca lo que la otra mitad ha llegado a hacer por ellos. Y las risas al recordarlas

Que Gonzaga me haya descubierto We'll meet again…don´t know when, don’t know where

Vencer. Pero mejor, convencer

Esas pequeñas cosas absurdas que tiene uno, como el hecho de sentirme bien por decirle a la peluquera que el agua está siempre perfecta de temperatura. Aunque esté un poco fría o un poco caliente

Las pausas de Novocaine for the soul. Cuando creo que ya va a acabar y empieza otra vez... "Life is good and I feel great”

Que te digan "Me ha hecho mucha ilusión que vuelvas"

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