LA CHICA DE LA CAFETERÍA

La chica de la cafetería me dijo que tenía que pedir en la barra. Fue lo primero que dijo con esos ojos caídos y ese desdén que luego descubriría son marca de la casa. Yo así lo hice: "Un té verde con limón, tostada con tomate y un zumo de naranja por favor".

Había que supermineralizarse y multivitsminarse como Súper Ratón. Paso a la mesa y espero con mi libro. Es mi momento y nadie me lo va a arruinar. Pero vuelve. El desayuno es hasta las 13:00 así que te lo tengo que cobrar por separado. Ah! -le digo- y cuánto es?. Como si me importase. Llegados a ese punto me podía decir "Pues 1 millón de euros" que yo iba a pagarlos. Había venido a desayunar. Al margen de las promociones y al margen de su careto. Yo estaba muy feliz porque iba a empezar mi happy hour. Así que la escuché mientas narraba con ese desdén y esos ojos caídos lo que costaba cada ítem del pedido por separado con la mejor de mis caras (que sábado por la mañana no es que sea excelente, lo admito). Y con actitud bastante riquiña (porque a veces puedo llegar a ser bastante riquiña) le dije que no pasaba nada.

Y desayuné. Y no pensé un segundo más en la chica de ojos caídos. Y leí. Y reí. No lloré porque fue todo bastante simpático. Tanto en los chats como en el libro, donde el protagonista está reconquistando a la chica. Todo bien. Todo estupendo.

Llega la hora de pagar y me atiende otra chica con desdén. Ahí es cuando averiguo que es marca de la casa. Le digo lo que tengo que pagar. Por separado. Porque ya me había quedado claro que no era un desayuno. Que a las 13:30 no se desayuna. Y en eso no les quito razón. Y cuando me disponía a pagar la multa por desayunar a deshora oigo desde atrás la voz de la chica de ojos caídos que dice con su voz de desdén, mientras barre y mirando al suelo: "Cóbrale 3,35" Yo no es que sea un hacha en cálculo mental pero caigo en la cuenta que es una cantidad inferior a la suma de los ítems por separado. Me estaba cobrando el precio de desayuno. La miro. No me mira. Le doy las gracias. Sigue sin mirarme y dice "Nada"

Y me fui. 

Y no es que este encuentro haya marcado mi vida pero no puedo dejar de pensar qué cojones gana la gente con actitud de mierda...si al final va a ser riquiña! Séalo desde el principio, coñe! Que cuesta bastante menos que la diferencia entre lo ítems por separado y el precio del desayuno. Se lo aseguro. 

PAULINO RAMOS

Paulino esperó a que la chica se bajase y cuando desapareció por el portal instintivamente miró hacia atrás. Es algo que la gente del sector suele hacer. Muchas cosas olvidadas muchas veces.

Se percató que había un pequeño neceser. Alzó la vista hacia el portal pero ya era demasiado tarde. La chica había desaparecido. Alargó el brazo hacia el asiendo de atrás y lo cogió “Las mujeres…todo lo que llevan, hay que ver…” Pero había más. Lo que parecía un pequeño tarjetero blanco. Observó que estaba muy gastado. Se intuía el dibujo de una bicicleta y estaba pegado varias veces a modo de remiendo con celo y cinta roja de PVC. Lo abrió. Muchas tarjetas. De visita, de crédito, sanitaria, de Multiópticas, de Iberia…Por fin encontró el DNI. Era de Vigo. “Mi madre” pensó. “Estará aquí de visita? Y si tiene que viajar?” 

Con paciencia, bajó de su coche y en el portal hizo un cartel con lo primero que vio. El folio en el que se pedía a los vecinos que cerrasen la puerta al salir le valió. Le dio la vuelta y puso el nombre de la chica despistada que de gallego tenía más bien poco acompañado de un simple mensaje: LLAMA, URGENTE.

Paulino vio la hora y continuó. Había cumplido y aún quedaba noche por delante. 
“Dormirá y me llamará” pensó. 
Y esperó.

Pero esa llamada no se producía.

El día después de salir, la actividad se reduce al mínimo. Bajar a la calle? Sólo si es estrictamente necesario. O si te ha entrado remordimiento de conciencia cuando el sol se cuela en una habitación donde se intuye que la noche anterior fue larga. El viernes te aprovisionas para el fin de semana. Compras pizza por que te conoces, pero también ensalada porque crees que, a lo mejor, de una vez por todas, lo consigues. Dos buenos tomates y un bonito del Norte de los de bote que te sale más caro que haber salido a cenar fuera. 

La chica, o más bien la tipa, porque un sábado por la mañana no es chica, es tipa, comió su ensalada y se congratuló por el buen devenir de los hechos. Incluso lo contó a sus amigas. Lo bien que estaba a pesar de las horas anteriores tan oscuras y divertidas.

Paulino siguió esperando. Hasta que, preocupado por lo que pudiera estar sufriendo la pobre chica (para él aún no era tipa, simplemente era una chica bastante despistada) al creer que se había quedado sin cartera, decidió pasar a la acción.

En este punto de la historia tiene lugar una labor de investigación por parte de Paulino, que en su tiempo libre a lo mejor es investigador privado, que la tipa no tiene ni idea de cómo se desarrolla.

Entonces la tipa recibe una llamada hostil. 

“Apunta este número de teléfono” 
Y ella, como no quería problemas, lo hace. Se pregunta por qué hace caso al señor este que le lleva 8 años y al que tanto se parece. Esto lo piensa en dos milésimas de segundo. Y luego dice “Quién es?” "Es el taxista que tiene toda tu documentación" "qié dices??" "No te habías enterado? Eres la hostia" Se ve el señor este no conoce la regla de la no salida al exterior al día siguiente.

Paulino por fin recibió esa llamada.

La tipa le dio las gracias. Muchas veces. Con esa misma voz que pone de cuando quiere pedir perdón. Le llamó su salvador y le dijo que había gente buena.

Paulino le explicó todo lo que había hecho por ella. El cartel, buscar el número. Y le señalizó su preocupación “Claro es que tienes todo aquí yo pensé a ver qué hace esta muchacha” La tipa no se sentía digna de ese título de muchacha. Era una tipa. Estaba de resaca. Y cada flashback de la noche anterior la sumergía más en su tipez.

Paulino le explicó con mucha dedicación dónde vivía. Y ante el desconcierto de la tipa porque era la primera vez que escuchaba este lugar, se ofreció a llevárselo él mismo en su coche particular pues su turno ya había acabado. La tipa, que aún tenía un poco de dignidad, le dijo que ni hablar de eso, que salía para allí.

Cogió otro taxi y le contó la historia, claro. Porque a la gente buena, hay que anunciarla.

Paulino no quiso coger el dinero de la recompensa. 
Paulino devolvió la identidad y la chapa y pintura a la tipa que volvió a confiar un poco en su suerte*

La tipa, la que escribe, hoy ya un poco más cerca de ser persona, le está enormemente agradecida a Paulino.

Por ahorrarme el disgusto. Por ser más majo que las pesetas. Por darme su tarjeta. Por mostrar verdadero interés cuando le dije que le dedicaría un blog como pago por sus buenas acciones. Y porque, además, por una carambola del destino el señor de gafas oscuras no se enteró de nada así que también me evitó varios comentarios del estilo: “E-res-un-pu-ñe-te-ro-de-sas-tre”

Gracias Paulino Ramos!
Gente como tú hace que siga confiando en que hay que seguir confiando.

*La tipa se ha convertido, pocos días después de esta historia, en la única persona que conoce a la que han multado en el Metro de Madrid habiendo pagado el viaje. Por otra parte 2 días seguidos esta semana le saltó Juan Luis Guerra al entrar en el metro así que podríamos decir que la suerte de la tipa es algo cambiante…

 

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XXV)

Anteriores ediciones aquí (hacia abajo)
 

Volver a desayunar con los habitantes de mi antigua casa

Ese primer contacto del avión en tierra que por un lado es amargo y por otro un alivio

Pedirle un beso a Roque y que se acerque a ti y muy concentrado choque frente con frente

Pedírselo a Martina y que te eche los brazos y te lo de mojado y con onomatopeya “mmmmmmmua!”

El “ay” que se me escapa cuando escucho las primeras notas de la banda sonora de Star Wars y veo esas letras gigantes otra vez en la pantalla de un cine

Reunirse con los de verano en diciembre

Que Marta me cuente entre risas que de las mejores cosas de la maternidad es que que te da todo absolutamente igual. El sentimiento de culpa desaparece y haces sólo lo que te apetece

Cuando por delante de la luna llena pasan nubes y parece una película de terror antigua

Pesadilla antes de Navidad, que sigue siendo tan buena tantos años después

Mi bisabuela poniendo como ejemplo la calle de Vigo donde vivo porque sus aceras tienen un camelio, un naranjo, un camelio, un naranjo...

Pensar en todas las veces que volví a casa de padres por esa acera. Pensando en lo que pasó esa noche, viendo ese mismo socavón, esa misma baldosa mal colocada y bajo una medio lluvia tan viguesa

Que el camarero de la Trastienda me diga que hace mucho que no me ve. Que dónde me meto. Supongo que nadie le pide más tapas de queso por la cara

La doctora contando cómo a ella y a su novio los miraba la gente por la calle con sus jerséis navideños a juego. Las mujeres con expresión de “Qué mooooono" los hombres con un “Pobrecillo"

Cuando nos desprendemos de un grupo grande. Después de muchas horas. Y decidimos tomarnos una copa en petit comité. Y entonces empiezan las conversaciones de verdad

Que cierre la cremallera del vestido

Que la señora que calceta acierte siempre con los regalos y me ofrezca un caldito cada vez que llego a casa.

El cartel de mi portal, al que se le ha roto la N. Y el lugar de Feliz Navidad leo Feliz Vanidad

Y todas esas personas que decoran sus casas en estas fechas con tanto esmero

La gracia que le hace al jefe, cada vez que va al al baño de su cuarto y me ve tumbada en su cama viento la tele, decirme "QUEEE Piraña!!! Vives como Dios!!" Ca-da-vez. 

La sintonía de Farmacia de Guardia que me teletransporta automáticamente a mi infancia

Que Roque flipe cada vez que consigue apretar en botón del mando con su dedo rechoncho y al cambiar de canal me mira como diciendo “Mira lo que hice!"

Tradiciones como empezar el año con el Concierto de Primero de año de fondo

Y esas palmas en la marcha Radetzky que siempre motivan

Que Martina llame a su padre, a mi hermano, por su nombre de pila. Y que a él le haga tan poca gracia

Volver a coger la moto e ir a ver el mar

Escribir el discurso de la boda de Alvarez e Iru. Tan facil...

Leerlo, no tanto…

Volver a pintar. Volver a manchar. Volver a borrar. Volver a frustrar. Volver a elegir. Volver al color. Y a ese blanco salvador. Volver a firmar.

Que siempre, irremediablemente, haya la comida que haya el día uno enero, alguien diga “Pero de esto ya no queda??"

Los parches que me hace la señora que calceta en los pantalones, siempre con tela escocesa.

El cartel de led de Maracaibo que dice “Tu cafetería en la Alameda" y estar un día 1 enero pensado cuantas copas tomé ahí, en mi cafetería de la Alameda

Que David nos vea entrar en su bar y nos suba las copas sin que las pidamos y también los altavoces. Y entonces empecemos a poner y a cantar temazo tras temazo hasta que nos venimos muy arriba. Tanto como para que la gente de la calle se nos una. Tanto como para subir a una silla y que las otras tipas con las que me estoy dejando la garganta, me vayan poniendo banquetas a modo de pasarela y que milagrosamente no me caiga. Todas esas cosas hacen que la vida con mis amigas valga mucho la pena

Recordar cuando los Reyes eran verdaderamente Magos. Con aquellos niños que juraban haberlos visto y describían sus ropajes, esos otros que, ante la duda, creían firmemente pues cómo iban a tener sus padres dinero como para comprar tantísimos juguetes, o aquel que explicaba que claro que existían, porque a él le habían traído una hermanita. Esas dos copas de champán en lugar de 3 y aquellas tinas de agua para camellos. La emoción de esa noche y el canguelo de pensar que 3 señores iban a aparecer en tu casa. Y el miedo a que no hubiese absolutamente nada, como el señor de gafas oscuras aseguraba que le pasó un año. Entre todas, mi favorita es aquella compañera que me contó que Baltasar le había dado un beso porque por la mañana tenía negro en la mejilla. Se ve que el pobre hombre desteñía…