THIS ARMS OF MINE

Así como el Seat Ibiza rojo de mi madre que no subía las cuestas suena a Pablo Milanés, García Barbón 52 lo hace a "Yonlanda" o las reuniones de hermanas García Senra a "Quen quera cheirar tabaco que cheire meu cu...ra-sao", mi infancia tiene un sonido característico.

Sólo un nombre: Otis Redding.
Y un culpable: El señor de gafas oscuras.

Y es que el jefe, ya en sus años de estudiante santiagués, se dedicaba poner continuamente la misma canción nada más entrar en la mítica cafetería Derby. Y aunque le llamaron la atención, él seguía a lo suyo. (Conocidas por los que le rodean son sus manías persecutorias cuando algo le gusta mucho...)

Otis Redding reinó en mi casa. En aquella minicadena que pereció en alguna de las limpiezas que hace la señora que calceta y que hoy sería vintage. Con aquel sonido escarchado. Y yo con cuatro años haciendo playback al ritmo de. "Aaaaaaaaaaamen Uh" Y viendo a aquella rata, micrófono en mano, viviéndolo con ese "uh", el jefe se partía de risa.

Pero si Otis dio pie a que surgiese mi vena dramática fue por pura casualidad. Además de explotar las cosas que le gustan, el señor que gruñe tiene un don para los idiomas. En concreto el don de que no se le entienda ni cuando habla en español...figúrense cuando prueba con el francés que dice (dice) aprendió en el colegio o con el inglés que es así como su propio Everest.

La cuestión es que cuando él y "la Garci" eran novios, cuando todavía no se habían convertido en padres de 2 "maricallos playeros" y de una piraña, él le decía que había una canción...."qué canción!!"....era SU canción. Aquella que reproducía en la gramola del Derby y que debido a su terrible memoria para los nombres, no conseguía recordar el título. Y a vueltas estaba la muchacha con la dichosa canción. Él se la interpretaba para ver si la conocía, pero lo único que se desprendía de los gritos en la ducha era un simple y llano "Agapíiii....iiiiiii...." Ese era su tema. Y mi madre no podía encontrarlo por ningún lado.

El Agapí (como se le conoce hoy día en mi casa) sonó un día por casualidad y ante los "es esta, ES ESTA!!"del jefe, mi madre exclamó: "No puede ser".

Pero, en efecto, el don de mi padre se había manifestado para traducir en "Agapí" la canción de 1968 de este genio musical trágica y prematuramente fallecido, "I've got dreams to remember"

Oír para creer.

Y por fin tuvimos algo que regalarle a este señor tan complicadiño para los presentes. Los grandes éxitos de Otis se convirtieron en mi primer referente musical. (uno muy bueno por cierto)

Lo pasamos al AX Blanco todavía en formato cinta. Y se nos grabaron para siempre todas esas canciones, gracias a esa tradición familiar que resulta extraña a las visitas: cantar a grito pelado en el coche. Recuerdo a mi hermano Manu dándoselas de que sabía inglés y Santi y yo resignándonos a silbar cuando llegaba el momento en el clásico "Sitting on the dock of the bay". Sin saberlo, me convertí en "My girl", íbamos de las tristes a las más animadas con algún "paparapapá" para imitar el sonido metálico . Y mientras nos escuchaba, el jefe pasaba un brazo hacia atrás para que le "chocara" la mano al tiempo que preguntaba: "Piraña, ¿quién es Otis Redding?" a lo que yo tenía que contestar "Dios cantando".

Y es que Otis, es mucho Otis.

Por eso cuando escucho esas trompetas inconfundibles, me acuerdo de mi padre. Y de mi madre contando la historia de "Agapí". Y de mis hermanos haciéndome el sandwich en el coche. Me acuerdo de cuando era pequeña. Y sin querer, me emociono.

Si hiciese un "Piraña: la película",tengo clara la Banda Sonora Original.

 

 

MI NOMBRE ES CARMEN

Así aparece en mi partida de nacimiento. Carmen. Pero pocas son las personas que me llaman así. Todas las variantes son posibles: Carmiña, Carmele, Carmenchu, Menchu, Mench, Car, Carmencita, Cars...Sin olvidarnos de los motes: Piraña, Pira, Piri, Piroño, Pirañoak...

No es que me moleste. Sé que todos son con cariño, pero mi nombre es Carmen. (Cochehombres según el traductor de Google)

Hola, me llamo Carmen González García y soy una Anónima Anónima (hola Carmen). Cuánta envidia me dan los apellidos peculiares. No sé la cantidad de personas que pueden tener mis apellidos y mi nombre pero creo que se podría fundar una ciudad con gente con mi idéntica identidad. Ya que los tengo populares, pongo los dos cuando tengo ocasión. Hasta para firmar los cuadros...que no se diga que me olvido de ninguna de las familias.

En la parte González precisamente, mi abuela nos regala siempre por los santos y no por los cumpleaños. Así que tal día como hoy desde que tengo uso de razón recibo presentes que me alegran el verano. El primer flik flak con correa roja, el coche teledirigido que llegó por Seur a Jaca...no tengo ningún mérito, fueron mis padres los que me pusieron este bendito nombrepero tampoco lo tiene el nacer un día u otro.

El problema de una familia grande es que los nombres se repiten. El problema de una familia grande y poco original es que nos pasamos 15 días felicitando santos: Cármenes, Cristinas, Martas, Santiagos, Celsos, Anas...la operación bikini se va al traste con tanta invitación a pastelitos.

Yo de santa tengo más bien poco. Pero la Virgen que me ha tocado me gusta mucho. Es la patrona de los marineros y en una villa costera como es Vigo, es un día muy celebrado. Los barcos salen en procesión y se canta la Salve Marinera que mi madre se empeña en entonar cual sirena de los mares.

La idea que tengo de esta señora Carmen, es la de la talla que hay en la Iglesia de Baiona. He de decir que las caras de los marineros medio ahogados a sus pies me daba bastante miedo. Creo que hay un poco de sadismo en estas imágenes...pero bueno...es la Virgen...se le perdona todo no? Aunque de pequeña no podía evitar pensar..."Por qué no los salvas mujer...que te lo están pidiendo!!" Luego te das cuenta de que la cosa no funciona así. Pero mi abuela le sigue rezando por nosotros (que nos debe ver algo perdidos la mujer) y yo se lo agradezco enormemente. La ayuda divina nunca está de más.

Como ya dije mi nombre no es gran cosa. No es de esos que marcan. La señora que calceta siempre me consuela con el mismo ejemplo "mira Felipe González, el nombre lo hace la persona" Yo creo que un apellido poco común tiene sus ventajas. En el colegio, por ejemplo, todos se llamaban por él, y aunque sólo éramos 4 niñas en clase, había un profesor empeñado en llamarme "González" Varias veces tenía que repetirlo hasta que me daba cuenta que se dirigía a mi.

Puede que el nombre no sea tan importante como creo. Al final contesto a todo. Hasta a todas esas personas empeñadas en llamarme María. Que no!! que noooo!! que soy Carmen "a secas" (y ahí viene el chiste, "ah! hola Carmen a Seacas") Maricarmen es la señora que calceta, mal que le pese. Se empeñó en usurparme el nombre y a mi me colocaron el correspondiente Carmencita...pero como ya dije, me da igual. Contesto a los "rata" o "zorrupia" de mi hermano, no voy a hacerlo a eso. Soy una "nameless"...pero hay cosas peores.

En fin. Que mi nombre es Carmen González, tú mataste a mi padre, prepárate a morir.

Y AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS SUEÑOS

Lo hicieron. Eso fue lo único que se me venía a la cabeza.

Mientras los veía gritar, abrazarse, saltar y levantar ese trofeo como sólo había visto hacer a melenudos, d10ses devenidos a entrenadores con una boca desproporcionada, a rapaditos impolutos...sólo eso, "lo hicieron".

Esta vez eran los nuestros. Era ese tipo del que sabemos tanto. Que es de Móstoles, que juega al mus, que besa sin reparos cuando la felicidad es tal que llora desde la portería contraria a donde se marcó el gol que pasará a la historia, antes de que el árbitro pite el final. Ese que vimos pasar de Niño del Atleti a 9 reconocido mundialmente. El asturiano con pinta de kinki que mira para abajo y sin embargo siempre acaba marcando. Aquel otro bajito al que se le saltaron las lágrimas cuando perdió el Torneo de fútbol 7 siendo un niño y que ahora hizo lo mismo pero por haber conseguido la copa del Mundo. Tantos chavales de ventipocos que hace nada estaban en las categorías inferiores de sus equipos y que ahora son capitanes, pulmones, regateadores, arietes y seguros de vida en la defensa y en el centro del campo. Recambios de lujo. Grandes Reservas.

Los hemos visto crecer. Eso es lo que más nos llega. Que son ellos. Que son los nuestros. "Los españolitos". Los mismos que hace dos años nos hicieron ver que nosotros también tenemos derecho a creer, con incorporaciones que nos convencen de que podemos seguir haciéndolo.

Lo hicieron. Y todas aquellas decepciones se fueron. Lo hicieron. Y esa estrella reina encima de nuestro escudo. Lo hicieron. Y ya siempre seremos campeones. Lo hicieron. Jugando. Lo hicieron. Luchando. Lo hicieron. Perdiendo. Lo hicieron. Ganando. Lo hicieron. Permitidme que lo diga, a la "española", sufriendo. Pero ya está. Lo hicieron. Ya era hora. Nos lo merecíamos.

Llevo 3 días viendo vídeos, análisis, leyendo opiniones, impresionándome con imágenes de océanos de gente que los recibe. Sonriendo. Disfrutando. Intentando creérmelo. Y seguiré emocionándome con futuros reportajes, como ya hiciera con la Eurocopa. O poniéndome el gol de Iniesta, o el de Puyol, como tantas veces hice con los penaltis contra Italia. Y seguirá encantándome que subtitulen lo que se dicen los jugadores y el entrenador en los partidos. Porque seguirán saliendo detalles y anécdotas durante mucho tiempo. Y entiendo que a mucha gente le canse. Pero a mÍ no. Me encanta. Porque me encanta el fútbol. Y porque esta vez es la nuestra. La Selección española de fútbol.

La que ha conseguido sacarnos a la calle, unirnos bajo unos colores y una borrachera de felicidad como nunca se había visto. Qué orgullo! Bien por ellos. Como ya les dije antes, gracias.

Ahora toca volver a la rutina porque la vida sigue para todos. Resucitamos de un sueño que fue real. Y lo hacemos como campeones.

Lo vimos. No hace falta decir nada más. Lo hicieron.

España es campeona del mundo.

 

 

POR ESPAÑA

El señor que gruñe ha visto cada partido de España una media de 3 veces. Y ahora está revisualizando el Argentina-Alemania, para observar al enemigo dice.

Ver los encuentros con ese tipo es inquietante. Insulta tantísimo, fuma tantísimo y blasfema tantísimo que consigue que creas que parte de la culpa es tuya. Yo me consuelo pensando que las broncazas que nos caen a sus hijos son porque nos quiere, por lo tanto, Torres, me dirijo a ti en concreto, no se lo tengas muy en cuenta, es porque desea que ganemos con todas sus fuerzas.

Y quién no?

Pero es que hay muchos nervios. Estamos en la semifinal de un Mundial y nadie había visto una selección de futbolistas españoles llegar tan lejos. Nadie.

Yo vi caer a España. Más de una vez. Pero creo que los más jóvenes nos contagiábamos de los mayores y sus "ya estamos otra vez". Yo no viví tantas derrotas como ellos y sin embargo veía los partidos con el escepticismo propio de un abuelo desencantado y envidioso de selecciones mejores y pasadas.

Lo de la Eurocopa fue la sorpresa. Nos pilló desprevenidos. Somos tan cenizos que muchos no confiaron en que se podía hasta que el árbitro pitó el final de la final. Fue entonces cuando nos desbordó una alegría inexplicable. Totalmente irracional. No dejan de ser unos hombres (la mayoría hombrecillos) que dan patadas a un balón y chutan a portería. Pero en el instante en que el cuero (tirando de símiles deportivos) mueve la red, millones de gargantas gritan al unísono. Un sentimiento totalmente primitivo nos invade y perdemos los papeles. Es imposible. Es increíble. Es algo que sólo el fútbol consigue.

Y esta selección lo consiguió. Nos convenció. Se nos fueron de un plumazo todos los complejos. Porque así somos en este país. Pasamos de 0 a 100 en menos que se tira un penalti. Y ahí nos mantuvimos, con una confianza plena en este grupo de chavales (no eran hombres?) no, son chavales. Jóvenes que sueñan, se esfuerzan, caen y se levantan. Porque son conscientes de que su hazaña ha acarreado unas consecuencias desproporcionadas, como es el que la felicidad de un país entero dependa de ellos. Y lo saben.

Con el Mundial llegaron las dudas. Y los españoles sacamos ese otro tipo que llevamos dentro además del meteorólogo: el entrenador de fútbol. Tenemos la solución. Lo vemos clarísimo. Los demás son unos burros que no tienen ni idea de este deporte que TODOS hemos practicado algna vez con más pena que gloria. Pero lo cierto es que ninguno jugamos ni entrenamos. Nosotros vemos. A nosotros nos toca sufrir mucho y, esperemos, disfrutar todavía más. Con eso deberíamos conformarnos. Pero no. Nos gusta opinar. Nos encanta opinar. A mi la primera.

Pero es en estos momentos, horas antes de que comience EL partido, de que empecemos a gritar, a sufrir, a mordernos las uñas, a despotricar y a acordarnos de la madre del árbitro, cuando todavía no tengo nublando el criterio por la emoción, cuando digo que no sé si ganaremos. No lo sé. Esto es UN partido y no tengo ni idea de lo que puede ocurrir. Pero sé una cosa. Esta selección me ha hecho sentirme orgullosa de un estilo, de un juego que se identifica y es la envidia de todo el mundo. Ha hecho que sonría viéndoles tocar, que de igual si eres del Barça, del Madrid o del Recre, ha dado que hablar, ha creado debate, nos ha sacado a la calle y nos ha hecho sufrir como siempre y disfrutar como nunca.

Así que, aún a riesgo de parecer condescendiente: Gracias Iker, sobra decir por qué, gracias Piqué, Puyol, Capdevila y Ramos por pelear cada balón, gracias Alonso, Xavi, Iniesta, Busquets, Cesc, por mantener la pelota, el juego está en vuestras manos, o mejor dicho, en vuestros pies, gracias Torres, Llorente y Villa, por enchufarlas y hacer que me quede afónica. Gracias a todo el banquillo por ser un autentico lujazo y por protestar y vivirlo como si fuesen sus piernas las que tocan el balón y no las de un compañero. Gracias por ser un grupo y no una suma de 23. A por ellos. Con todo. Sólo así se puede ganar. Y si no se hace, al menos caer defendiendo unas ideas hasta el final e irse como llegamos. Siendo grandes.

INSERT COIN

Varias son las veces que he comentado cuantísimo necesito instalarme en MI cuarto. Es decir, me pueden dar cuatro paredes y un armario (grande, por favor) en cualquier lado. Pero eso no los hace míos. Tardo unos cuantos días en hacer que esa estancia se convierta en mi válvula de escape, en mi santuario particular donde poder hacer el indio o cambiarme de vestuario cuantas veces sean necesarias sin que nadie insinúe que estoy tardando demasiado en decidir.  Donde estar horas después de haber dado las buenas noches a los habitantes del hogar, después de cerrar el día, de despedirme del mundo. Entro en mi cuarto y paso a otra dimensión. La mía.

En este microcosmos no faltan referencias a todo tipo de recuerdos y situaciones en modo de miles de fotos, postales de viajes, de cuadros, antiguas, posters...lo cierto es que no lo he variado mucho en estos 6 años fuera. Lo que cuelga de mis paredes ha ido en aumento, conservando, por ejemplo, ejercicios de clases de Color 1.

Y ahora está todo en cajas. Esperando a que lleguen los kilos de blue tack para volver al lugar que les corresponde. Entradas de conciertos, de locales, notas absurdas, recortes de revistas, dibujos...

Pero tengo la impresión de que, por mucho que lo vista de seda, el cuarto de Vigo, cuarto de Vigo se queda. Siempre será el cuarto de casa de mis padres. Se acabó el cuarto de Madrid. Se acabó Madrid.

Han sido 6 años de vida universitaria en una ciudad que no me convenció hasta el final. Como un amor de verano cuando llega septiembre. Es entonces cuando te das cuenta de todo lo que has disfrutado, de cuánto le debes. Cada curso fue distinto al anterior. Y desagradecida de mi, llegaba echando pestes de ella. Madrid me ha dado mucho. Me ha dado una vida distinta. Y ahora, sin la perspectiva del regreso en septiembre, sé que la voy a echar de menos. Y hago una mueca pensando en el regocijo de todos aquellos que se rieron de mí por renegar de la ciudad por la que dicen se va al cielo. Ay Madrid! por increíble que parezca, por imposible que pudieran resultar estas palabras salidas de mi boca: Sé que volveré. Espérame.

Pero en realidad la ciudad es un todo, son tantas cosas. Es Colegio Mayor, cantar conduciendo la vespa, perderme por sus calles, Facultad de Derecho, noches, pisos, terrazas, mudanzas con calor, exámenes, lugares extraños que ves un día y jamás vuelves a encontrar, cañas, no conseguir un taxi, estudiar con un barreño con agua en los pies, los chinos que venden cerveza, comer una hamburguesa en Alfredo's, botellones con frío, la Gran Vía, llegar a casa con pintura en la cara, copazas prohibitivas, cines en V.O., horas en la Fnac, madrugar, que el plan sea que no hay plan, acabar en la casa del primo del compañero de piso del amigo de tu amiga, los Domingos, el edificio de escultura de Bellas Artes, los Viernes, pero sobre todo Madrid es gente. Son amigos. Tantos. Muchos ya se han ido, unos cuantos se conservan gracias a este invento que permite mandar un mensaje de "qué tal todo?", y un puñado viven contigo el día a día. El fin de semana a fin de semana. Eso es lo que realmente voy a echar de menos.

Mi cuarto no va a ser mi cuarto. Porque Madrid ya no es Madrid. Cuando vuelva será otro. Haré un libro-recuerdo de todos estos años y lo dejaré en mi estantería. Junto con la carpeta llena de cartas de niñas de 15 años que no entendían nada de este mundo traidor. Para qué? Pues porque hay que seguir adelante, siempre adelante pero sin olvidar. Y un día abrirlo y encontrar una puerta directa al pasado. Sólo sabiendo quiénes fuimos entendemos quién somos. Algo que, a veces, se me olvida.

Quemar etapas. Eso es.

Disfruta de tu último año como estudiante, espero que sea un GRAN AÑO. 

Disfruta de tu último año como estudiante, espero que sea un GRAN AÑO.

 

Lo fue.

Adios Madrid.