LA TÍA PINKY

La fiesta fue un éxito. Y, como te habrán dicho muchas veces, te lo mereces Pinky. Felicidades.

Nos congregas a todas como si de una reunión de amigas se tratase. Y en cierto sentido lo es, pero también mucho más.

Resulta que cumples una cifra muy redonda y, como bien te habrán enseñado los años, las cosas no se viven dos veces, así que has decidido celebrarlo como se merece. Y no sabes lo bien que me parece.

Me gusta que lo hayas hecho así. Primero nosotras. Porque así te puedo decir de tú a tú y rodeada de todas las féminas que te quieren, que hace tiempo que vengo dándome cuenta de lo importantes, de lo importantísimas que sois todas y cada una de las mujeres que llenáis mi vida. Y tú, en esa categoría, tienes un puesto privilegiado.

Porque eres mi tía Pinky. Divertida, lercha, atenta, testaruda, generosa y cariñosa como ninguna. La que todo lo sabe y todo lo discute. La que vive rodeada de Barreras en una casa donde tiene un rincón para ella sagrado. La hermana, la tía, la madre, la hija y la amiga. Eres todo a la vez. Desde pequeña supe que contigo no había que andarse con chiquitas, pero a medida que crezco caigo en la cuenta de que es la forma de hacer las cosas. Y no sabes cómo disfruto hablando y discutiendo contigo sobre lo que me pasa. Porque me enseñas que a veces hay que plantarse y decir "aquí estoy yo"...aunque sólo sea un caparazón que te pones y resulta que en el fondo eres de mantequilla. Que te fijas en todo y en todos y nos cuidas y defiendes como nadie. Porque a la gente que quieres, que no te la toquen que a mala leche y a "garciasenrismo" creo que tampoco te gana nadie. Aunque por otro lado, contigo la risa está asegurada.

Que ya sé que tienes a tus dos chavales con los que se te cae la baba...y admitámoslo...a más de una por aquí también...pero que no te preocupes porque de hermanas y sobrinas vas más que sobrada y creo que hablo en nombre de todas cuando te digo que te queremos mucho, Pinky. Pero mucho, mucho.

Porque eres especial y única. Porque nadie más en el mundo tiene una tía, una hermana, una madre ni una amiga Pinky.

Porque Pinky sólo hay una.

TODO SOBRE MI ABUELA

Así titulé un escrito hace 8 años cuando, contra tu voluntad, te volviste dependiente de la silla y de tus hijos y en él describía cómo gracias a esa misma voluntad lo supiste llevar como nadie.

Debe ser duro, para alguien a quien recuerdo con un estilo impecable, en tacones, labios de rojo y falda planchada antes de salir, enfrentarse a esa nueva etapa en la vida cuando estaba ya tan avanzada. Pero es que tú querías vivir. Y querías vernos. Y así lo hiciste. Seguiste presenciando cómo nos multiplicamos, cómo festejamos cualquier ocasión y cómo nos reunimos bajo cualquier pretexto con el sello de la casa, alrededor de una mesa llena de comida, para acabar discutiendo y cantando entre pitillos, cafés y cartas. Como a ti te gusta.

Pocas personas conozco que hayan dado tanto ejemplo como tú. Sí, tú. Más lista que Gil Robles, aleccionando con tu saber estar, con tu saber hacer, dejando que los demás vivan su vida pero preocupándote por todo y por todos. Cuidándonos hasta el final. Regalándonos conversación, anécdotas y esa carcajada tan tuya que nos lleva a nietos e hijos, como bien te cantábamos  hace unos cuantos años, a "ir presumiendo de ser Brandón"

Pues claro que presumo de abuela. Y lo haré siempre. Porque es mucho lo que conseguiste y mucho lo que nos diste. Me diste a mi familia. A esa gran familia con la que comparto muchos de los mejores momentos de mi vida. Conseguiste un núcleo sólido. Una máquina engrasada compuesta por piezas muy diferentes pero fundamentales todas ellas. Desde aquí quiero asegurarte que va a seguir funcionando, aunque nos faltes. Aunque tú ya no estés, te recordaremos como lo que fuiste toda tu vida: una madre, una abuela, una señora y por encima de todo, una persona extraordinaria.

Nos enseñaste a disfrutar de la vida porque es, como le dijiste a mi padre y este me repite siempre que tiene ocasión, la mayor aventura que le puede suceder a un ser humano.

Yo firmaba por una como la tuya.

Sólo me queda darte gracias abuela Pita. Gracias por los desayunos en Baiona, por los fines de año, por tus hijos, nietos y bisnietos. Gracias por recordarme cómo era el abuelo, por darnos dinero a escondidas, por hacer de García Barbón 52 la casa de todos. Gracias por las partidas de mus, por los merengues, por tu generosidad infinita. Por hacer que cada acontecimiento fuese especial, por tu mal comer, por tus cigarrillos BN, por tu gusto por los detalles. Gracias por ser "la Jefa", por hacer las cosas bien incluso cuando todo va mal. Por alegrarnos la vida. Por enseñarnos tanto. Por estos 25 años contigo que se me han hecho cortos, pero tú también te mereces un descanso. Gracias en mayúsculas por tu humor, ese que te acompañó hasta el final. Gracias por ser como fuiste y por hacernos la vida mejor a los de alrededor.

Gracias por todo abuela, sé que lo hiciste encantada...te vamos a echar muchísimo de menos.

NYC (NI YO COMPRENDO

Nota: Nueva York son tantísimas cosas a la vez que me mareo sólo de pensarlo así que he optado por hacer una transcripción casi literal de lo que se me viene a la cabeza al pensar en esa ciudad que viví durante 3 meses y en la que dejé una parte de mí olvidada a propósito para tener que regresar a buscarla.

Nueva York son hot bagels, unos panecillos calientes a los que yo añadía mantequilla y que sólo se puede describir como "Mmm". Con ellos desarrollé un ritual semejante al de la tostada, tomandome antes la parte de abajo que la de arriba y así  empezaba el día. Son cafés terribles (o incluso peores) y gigantes que bebo con pajita. Es un cartel en cada baño que reza "Employees must wash hands" (los empleados deben lavarse en las manos). 

Es la demostración de que las cosa bien hechas, por absurdas o simples que parezcan, triunfan. Son pequeñas cosas que allí son grandes. Detalles. Cosas hechas con gusto. Cosas bien hechas. Con cuidado. 

Nueva York consigue quitarle mérito a las películas de Woody Allen. Porque te convences de que rodadas en Torremolinos no habrían tenido el mismo éxito. Porque, aunque típico, es cierto eso de que la ciudad es un personaje en sí mismo. 

Nueva York son edificios, gente, taxis y el metro. 

El subway. Es perderse y confundirse en él a pesar de la tipografía Helvética tan clara. Son pasadizos. Es una rata en las vías. Mariachis, cantantes y músicos en general interrumpidos por el rugir de los trenes. Es Local y Express. Es Nicolás atrayendo la atención del vagón con sus gestos de victoria y su sonrisa de cuatro dientes.

El metro es silencio en la vuelta a casa. Las cabezas de ellas apoyadas en los hombros de ellos y la mía reposando en mis manos o en la barra mientras lucho por no quedarme dormida. Es escuchar la misma voz que siempre advierte "stand clear of the closing doors please" Es llegar a la parada de Times Square y que te recite las posibles conexiones como si del abecedario completo se tratase.

Nueva York es grande. Todo. Las raciones, los edificios, las calles, los alquileres...pero no las casas.

Es tener que cruzar calles tantas veces al día que al final lo haces en rojo. 

Es la calle Broadway. Pasear por ella con Nicolás. Con el carrito mágico que lo duerme. Es mi calle. Y a veces pienso "si sigo todo hacia arriba llego a casa"...pero claro, son 6 kilómetros...

Son pasos de cebra con semáforos en los que hay un hombre blanco y luego una mano roja parpadeante que no te dejan decir "pero si esta en verde!!" porque el hombrecillo es blanco y la mano es roja. Son calles con parches en las aceras. Calles hechas a cachos como la propia ciudad. Calles indicadas. "One direction". Es una ciudad, pero son coordenadas. Son números y tipografía.

Es entrar en las tiendas y que te reciban con una enorme sonrisa. Son tiendas especificas sobre temas específicos y que duran meses. Y cambian. Como todo aquí. Son compras, compras, COMPRAS. Es sentirse estafada en una tienda de cámaras y tecnología que se anuncia con neones rojos en Times Square.

Son dos tórtolos abrazados haciéndose una autofoto que sentaría mal a cualquier diabético. Son personas fotografiando lo mismo que yo semanas atrás y ahora al pasar me pregunto si sucederá algo distinto para que haya tanto revuelo. Pero lo que pasa es Nueva York.

Es brunch, café y paseo. (Y esto es felicidad)

Son limpia-platos que hacen un descanso para el cigarro con el mandil todavía puesto y el pañuelo en la cabeza. Son todas las imágenes que tienes preconcebidas sobre ella. Es dar un paseo sin rumbo. Es acabar en Houston una vez más y volver a esa parada en la que tantas veces aparecí. Volver a ese lío de calles que se extiende por debajo de la calle 8. 

Son distancias engañosas. Es caminar. Mucho. Caminar. Sin rumbo. Es ser arrollado

 por una bicicleta. Es escuchar español a miles de kilómetros y que no te extrañe. Es acabar en lugares extraños. Es acabar siempre 

en Bowery y nunca acordarse dónde está el metro. Es estar en el East side y tener que ir al West side. Y que sea un problema. 

Nueva York es vertical pero no horizontal. 

Son museos. 

Son pintadas. Son obras de arte. Obras de arte que no lo son.

Son lucecitas de navidad puestas en los arboles con buen gusto. Es nieve puesta en los arboles con buen gusto.

Nueva York son visitas que alegran y te recuerdan que tú en realidad eres otro tú más allá del Atlántico.

Son "En serio" que se transforman en "Really?"  y "Madre mía" que lo hacen en "Oh my God"...

Es no haber ley. Es que haya demasiadas leyes. Leyes no escritas. Leyes que te van a explicar muy educadamente. Son tips y taxes o lo que es lo mismo, paga mucho más de lo que refleja el precio. Son restaurantes bien puestos. Caros y de calidad media, pero bonitos. 

Cada noche la ciudad renace. Se viste de un luto elegante, misterioso y magnético.

Nueva York es alcohol caro y mal puesto. Son cócteles caros y bien puestos. Son terrazas imposibles, impresionantes e increíbles. Es tomarse una copa viendo el Empire State. 

Son Hammers y limusinas por Times Square. Tantas que pierden todo su glamour. Son discotecas con con vistas a ríos y edificios iluminados.

Son obras. Y más obras. Obras permanentes. Perpetuas. 

Parches, socavones, desniveles. Asfalto que no encaja. Con baches. Obstáculos. 

Nueva York es contraste de zonas. De una calle a otra. Es contraste de gentes. Es contraste en general. Con edificios altos, edificios bajos, gente joven y extravagante, gente vieja de otra época. Gente rica. Gente pobre. Gente educada, gente amable, gente durmiendo, gente esperando, gente sola. Gente con la mirada perdida, escuchando música, leyendo, en los museos, en las calles. Gente comprando. Gente viviendo o sobreviviendo. Gente corriendo. A todas partes. A todas horas. Es gente guapa, gente fina, gente bien vestida. Gente rara. Son punkis, rastafaris, runners, nannys,  brokers, yuppies, chinos, negros, judíos, pakistaníes, blancos, rubios, morenos, pelirrojos, altos, bajos, gordos (muy gordos). Todos. Tantos...

Y es que esto no deja de ser una isla con edificios altos y demasiada gente donde si no encuentras dónde sentarte buscas un sitio y da igual dónde esté, porque será tuyo. 

Son paisajes urbanos. Es EL paisaje urbano. Vistas de cemento. 

Son edificios majestuosos con toldos señoriales y doormans (que no doorwomans) engalanados que abren puertas y ayudan con las bolsas de la compra. 

Son edificios importantes donde se toman decisiones importantes con gente importante que va con trajes de un precio importante. 

Son edificios nuevos, viejos, en ruinas, bonitos, preciosos, feos, 

de formas extrañas y de diseño. 

Son puntas de edificios iluminadas. Relojes iluminados. Ventanas con luz. Son historias. Historias que brillan más o menos pero todos tienen una. Y si no te la inventas.

Nueva York son ideas. Ideas. Cientos, miles, millones de ideas. Algunas triunfan y muchas fracasan.

Son puertas giratorias. Escaleras de incendio en las fachadas de los edificios (marca de la casa) Banderas de Estados Unidos. Es caminar sin rumbo. Es no diferenciar un sábado de un domingo. Perros vestidos como personas y personas vestidos como perros. Comida rápida en todas partes, de todas las nacionalidades. Son 900 canales y nada en la tele. Son compras. Son cafés con encanto y manteles de cuadros. Bicicletas. Luminosos. Son escaparates tentativos y precios prohibitivos. Son gangas. Son cafés enormes y aguados. Es comer sin parar. Es parar a descansar en un Starbucks y de paso conectarte con el mundo gracias a su Wi Fi generosa. Son tiendas bien puestas, es tipografía bien puesta. Son carritos con sombrilla vendiendo comida cochina en la calle. Son taxis. Son etnias. Es gente dispersa. Dispar. Diferente. Diferida. Es todo abierto 24 horas. Es fluido...pero con obstáculos. Son surtidores de agua. Los Bomberos y su ruido. Es pizza. Sin duda es pizza. Son acentos. Son gorros y pelos distintos. Son carteles. Publicidad. En realidad toda la ciudad es publicidad de sí misma continua. Son eventos en todas y cada una de las esquinas. Son colas de espera. Bocinazos. Farolas que faltan. Calles con poca iluminación en las que sin embargo te sientes segura. Son camareros que cobran tips. Trafico. Olores. Son luces de neón, luces de cocina, luces íntimas e indirectas. Es no ver lo que estás comiendo. Son arboles que cambian con las 4 estaciones. Son charcos que no se secan. Son mesas pegadas unas a otras. Son nombres que te suenan de siempre SoHo, TriBeCa, Chelsea. Es nieve, es lluvia, es sol, es calor. Es estar rodeado de gente y muy solo. Son puestos de "nuts 4 nuts" que hacen que la calle huela a miel tostada. Son puestos de comida indescriptible que hacen que la calle huela indescriptiblemente (mal). Son objetos indescriptibles, como la ciudad. Son pastelerías, de eso son los reyes. Reyes en edulcorar, para comer y para decirte las cosas. Es un autobús de colegio amarillo. Son recreos en la calle que cortan para los niños. Son cosas exquisitas. Tiendas gourmet. Terrazas delicadas. Son pivotes naranjas en la calle. Alcantarillas de las que sale un humo sospechoso. Son tiendas de arte en las que quiero todo. Todo. Son tachuelas, abrigos y botas. De todos los tipos y colores. Son películas. Son fotogramas en la memoria. Son rodajes. Son bancos. ATM machines. Metro card. Es una ciudad para adultos donde se cuelan niños. Es cultura hecha de la nada. Cultura prefabricada. Directa a los ojos. Como esos carteles enormes que te comen. 

Es hablar solo. Ah! no, espera que tiene un pinganillo. Soy yo hablando sola entonces. 

Es todo. Es nada. 

Es una ciudad. Es LA ciudad.

Son notas, momentos y lugares. 

Arboles, calles, cemento mal puesto, adoquines, basura, luces, taxis, obstáculos. Gente

Y taxis. Más taxis. Obras. Basura. Gente. Taxis.

Nueva York son luces y es basura. 

Son contrastes.

Es hacer todo más atractivo en una ciudad que se cae. 

Es buscar lo cool en lo decadente. En lo caro. En lo incómodo.

Es hacer las cosas bonitas y apetitosas. 

Es aparentar. 

Es gente.  

Son caras. Caras sin cara. Gente etiquetada y lista para comer(sela). Y yo qué era? Española. Toca volver. A casa.

Nueva York es irse. 

Es inspirarse. Vivirlo. Sentirlo. Olvidarse. E irse.

Es irse sabiendo algo seguro: que vas a volver. Volver para reencontrarte con todos estos rincones que un día descubriste y otro día dijiste "anda pero si aquí ya estuve". Esos rincones familiares. Porque en Nueva York te integras aunque sea tan individualista. O tal vez gracias a eso. La haces tu ciudad. Es de la talla de cualquiera.

Es dar un último paseo volviendo a casa en una noche húmeda con buena temperatura, avanzándome el tiempo que voy a encontrar en Vigo.

Es decir...hasta pronto Nueva York, ha sido un placer!

Y son fotos! Casi 3000. 

De todo tipo. En todas partes.

Es dejar de fotografiar monumentos y empezar a hacerlo a la gente. 

Es la hora de volver.

Son fotos. Y aquí la última.

Nueva York es un post que se comenzó allí y se finalizó en aquí. En un Vigo que huele a Navidad y sabe a comida de mi madre. Que me recibe entre abrazos y preguntas. Un Vigo que llueve bien y que va en Vespa. Un Vigo con gente con cara. Muchas caras. Un Vigo que es mío. Casa.

NICOLAS(ITO)

Nicolás es un ser pequeño aunque crece por segundos. Nos conocimos cuando cruzamos el Atlántico hacia su nuevo hogar y el mío durante 3 meses. Con él he pasado más tiempo que con ninguna otra persona en estos 90 días. Nicolás no tiene secretos para mí pero sigue siendo una incógnita qué pasa por su cabeza. Cabeza desproporcionada de bebé con mofletes irresistibles. Cuando conocí a Nicolás tenía 8 meses y ahora lo dejo con casi 12, tenía 2 dientes y ahora son 8.

Nicolás me desespera cuando mete la mano en la papilla o cuando la mueve inesperadamente y me vuelca la cuchara desparramando toda la papa de frutas. Cuando mete el pié en el pañal lleno de su propio producto. Cuando aprieta los labios y no hay comida que pase. Cuando llora y no sabe decirme por qué. Cuando lo hace porque ha tirado por decimoctava vez el chupete fuera de la cuna o porque le quitas algo. Me desespera cuando no se duerme. Haga lo que haga. No se duerme. Cuando le estoy preparando la comida y protesta porque tiene hambre alcanzando esos tonos agudos tan penetrantes. Cuando se mueve en el cambiador. Cuando está muy cansado y ni él sabe lo que quiere. Me desespera la atracción fatal que siente por cualquier mancha, peligro o enchufe. Cuando pasa de la risa al llanto en un segundo.

Nicolás me desmonta cuando se ríe solo de repente sin que yo sepa por qué. Cuando lo cojo en colo para llevarlo a dormir y no rechista, porque está cansado y le apetece siesta. Cuando me sonríe al entregarle el chupete, ese que ha tirado por decimoctava vez. Cuando lanza un grito de alegría por conseguir meter un cubo dentro de otro, por alcanzar ese objeto preciado que le quedaba a desmano o porque le acabo de hacer una torre con las cajas que tanto le gustan. Me desmonta cuando me sonríe. Todas y cada una de las veces. Lo consigue. Cuando empieza a aplaudir mi actuación porque está sonando una gran canción y le digo "Nicolás esto es un temazo!" y me levanto y se lo canto. Cuando da botes nerviosos porque está muy contento. Cuando entro en su cuarto y me recibe con cara de recién levantado y una sonrisa. Esa sonrisa. El rato que tarda en despertarse, porque todo lo mira como si estuviese viéndolo por primera vez. El rato que tarda en dormirse, con los ojos a media hasta hasta que da un bostezo final antes de rendirse. Cuando habla y canta en su propio idioma. Cuando me saluda los lunes después de un fin de semana en que nos hemos visto poco. Cuando, cansada de que no coma, apoyo la cabeza en su mesa y entonces acerca la suya hasta darme un croque con la frente. Y se ríe y se aleja y repite la operación. Cuando se toma el biberón del tirón y no deja ni una gota señores, ni-u-na-go-ta! Cuando se tumba en la cama o en el sofá con cara de "Ay...qué bien estoy aquí" Cuando me tiro al suelo y viene a buscarme y apoya la cabeza sobre mí, aunque sólo sea un segundo antes de fijar su atención en algo más interesante, probablemente un trozo de plástico de un color llamativo cuyo mecanismo y forma observará concentradísimo. Cuando se revuelca en el sofá y se ríe. Cuando coge sus libros y hace como que lee. Cuando me persigue y me trepa por las piernas para ponerse de pie. Cuando se pone de puntillas para ver qué estoy haciendo en la mesa. Cuando está recién duchado y tiene sueño. Cuando empieza a dar palmas y le canto "palmas, palmitas" y se emociona como pensando "eso mismo es lo que estoy haciendo!" Cuando me lo como literalmente a besos y se parte de risa. Cuando pasa del llanto a la risa en un segundo.

A Nicolás me lo quiero comer muchas veces. Porque a pesar de que es un bebé y casi todos los bebés son comestibles, Nicolás es un bebé al que he cuidado y he visto crecer. Le he bañado, peinado, cambiado, alimentado, llevado de paseo, jugado con él y visto dar sus primeros pasos. Así que Nicolás ya no es sólo "un" bebé para mí.

Ya se mantiene en pie y es mucho más independiente que cuando llegué. Se sube a mi silla y me pide objetos a manotazos. A veces me sorprende lo claras que tiene las cosas. Sabe lo que quiere y se enfada cuando le engaño haciendo como que le voy a dejar el móvil...pero Nicolás tiene que entender que por mucho que esté asegurado, al señor de gafas oscuras no le va a hacer ninguna gracia si le pasa algo al iPhone.

Me hace caso cuando le digo "NO" al aproximarse a ese enchufe. Ese que mira con veneración por ser algo prohibido (qué jóvenes empezamos a desear lo que no nos dejan tener) Lo intenta cada día, varias veces, cientos, pero responde ante la negativa con una mirada seria y a continuación parte hacia otros menesteres.

Después de una tarde de juegos el salón es un caos. Nicolás(eitor) ha pasado por ahí. No hay duda.

Le canto todas las canciones que mi madre me enseñó (que son muchas) y algunas que invento sobre la marcha describiendo lo que va aconteciendo "No-te-ti-res-de-la-si-lla uó uó uó" o los clásicos "Pañal sin marrón mola mogollón" o "Nicolasi-tó es pequeñi-tó...y no sabe caminar..." que pronto quedará obsoleto.

Le hago el juego de la naranja como Marlon Brando a su nieto en El Padrino y se ríe mucho. Por suerte para mí el desenlace no es el mismo y yo no muero aunque alguna vez lo pretenda y Nicolás acabe gritando y pegándome para que vuelva a hacerle caso. Me alegra saber que aunque sea un poquito y aunque lo vaya a olvidar en menos de un mes, algo le importe.

Nicolás se va a olvidar de mí pero yo nunca me voy a olvidar de él. Porque me ha dado la oportunidad de venir a esta ciudad increíble, ya que sin él yo no estaría aquí, pero también la experiencia que es tener a alguien tan pequeño a tu cargo. A alguien que depende de ti para todo. Gracias a él he confirmado que por supuesto que quiero tener hijos pero también que por supuesto que aún quedan unos cuantos (bastantes) años para eso. Porque Nicolás me hace ver cómo cambia tu vida cuando todas las decisiones tienes que tomarlas pensando en otro antes que en ti.

Le veré dentro de 15 años seguramente en una noche de verano que es cuando las generaciones más se acercan entre ellas y le diré algo como "Chaval, que yo a ti te cambiaba los pañales!" El pensará que soy una loca pero aceptará de buen grado la copa a la que le invite. Porque será un adolescente más, con todo lo que eso significa. Porque habrá perdido esta carita rechoncha, estos mofletes y esta mirada inocente...pero para mí siempre será Nicolasito. El enano.

MoMA Y RIVERSIDE PARK

MoMA

El MoMA es un laberinto de escaleras, espacios, paredes y huecos. Todo blanco, cuadrado y molón.

El MoMA es un museo por el que da gusto pasear. Hay más personas que obras y muchas de ellas van solas. (las personas....y las obras también) Tienes lugares para sentarte y si no, te lo inventas. Cualquier pared o esquina. Hay un guardia que me pregunta si ese tipo de la foto no se parece a Kramer el de Seinfeld. Yo para contestarle que "sí...puede ser él de joven" tengo que quitarme los cascos y dejar de hacer fotos por un momento a toda la sala de tipografía americana.

En el MoMA está permitido hacer fotos pero yo fui muy vaga y las hice con el iPhone que se quedó sin batería y del que no te puedes olvidar nunca porque el MoMA te proporciona unos fondos de pantalla envidiables. Y es que aunque puedes dejar todo en el ropero, yo cargué con abrigo y bolso-maleta las dos horas que estuve allí. Hasta que cerró. Y apurando las últimas salas, las de la exposición permanente. Error. Hay que volver.

Mentiría si no dijese que todo queda mejor en la foto. Como casi todo.

En el MoMA hay muchas obras que me encantaron y otras muchas que me dejaron sin palabras. Y eso es difícil porque yo siempre tengo algo que decir al respecto de todo aunque luego me lo calle. Pero es que no sabía ni qué pensar. Esto por qué está aquí a ver? Y esto? Luego te das cuenta de que muchos están por ser quien son y en el momento que fueron y que hoy día ya no estarían. Pero el MoMA me gusto eh? que conste en acta. Me gustó mucho la "experiencia" como les gusta llamar aquí a las cosas. El no diferenciar las obras de una futura exposición de las obras de la exposición en sí (no sé si me explico, máquinas y maderas por el suelo y la gente haciéndole fotos) es parte del juego. 

Aún a riesgo de parecer osada porque yo tengo bastante poca idea de todo este tinglado (pero no estudiaste Bellas Artes? sí, pero no Historia del Arte. Vamos que a mí me enseñaron a hacer cosas, bueno, lo intentaron...pero no a criticarlas...de hecho era lo que más me costaba, explicar qué había hecho y por qué) creo que he llegado a algunas conclusiones sobre gran parte del arte contemporáneo. Y es que si no es bueno, hazlo grande, multiplícalo, quita colores, cuélgalo del techo, desmóntalo, déjalo en el suelo o insulta a alguien y entonces puede que acabes en un museo.

La hora de irse de un museo es cuando te echan o cuando empiezas a hacer fotos a la gente en vez de a las obras. Eso mismo me está pasando con la ciudad.

A pesar de todo: El MoMA un 8. El que tenga salas dedicadas al diseño y a la arquitectura contemporánea un 10. La tienda de regalos un 7 (la baja nota se explica por los altos precios, si no sería un 11) y los baños un 9 (qué pulcritud oiga!)

RIVERSIDE PARK

Qué práctico es el idioma inglés: River-río, side-lado. Parque al lado del río. Ni mas ni menos que dirían los Chunguitos.

Riverside Park es el parque de Nueva York que más cerca tengo. Y el que más me gusta. En esta ciudad hay muchos parques. Muchísimos. Pero hay que tener en cuenta que le llaman así a cualquier terre(nit)o verde en medio de calles en donde quepan un par de árboles, 3 bancos y alguna que otra ardilla.

Este es bastante grande. O debería decir bastante largo, porque es estrecho y se prolonga a la orilla del Hudson. En realidad hay carretera a un lado y al otro por lo que oyes más coches que pájaros pero este sonido es así como la Banda Sonora Original de Nueva York así que ni se nota. Está al nivel del río y más allá de este encontramos Nueva Jersey y al otro lado, en lo alto, los majestuosos edificios de Riverside Dr.

Ahora es otoño. El otoño en Nueva York es famoso. Por la película y por ser una estación buena para descubrir la ciudad. Ahora que lo he vivido puedo decir que no se equivocan. Ver mutar los árboles del gigantesco Central Park y los de mi propia ventana de un verde chillón a los colores típicos de esta estación con tan mala rima tiene mucho encanto. Te pueden tocar días de calor y días de nieve...y días típicamente otoñales como el que hacía ayer.

Aprovechando que la lluvia daba tregua me llevé a Nicolasito a dar un paseo por este parque. Porque no sé si lo sabéis pero un niño en casa muchas horas se/nos vuelve loco/s. Maldije mi cabeza a cada paso por no llevar ninguna cámara encima y sorteé el desnivel con la calle al regreso a casa no sin bastante esfuerzo, empujando el carrito cuesta arriba, con sonrisa de mujer con perro que pasaba por allí para aderezar la estampa.

El paseo fue de lo más...bonito. Sí. Como de postal. Tanto que cuando una brisa atacaba los árboles llevándose varias hojas amarillentas a su paso que planeaban un rato antes de posarse en el suelo, te daban  ganas de decir "sí venga hombre, y qué más..."

Pero es así. Nicolasito aplaude y canta porque es un niño feliz mientras yo voy de chulita y empujo el carrito con una sola mano. Porque no hay casi nadie y todo es muy llano. Y vemos arboles pelados, hojas amontonadas en el césped que ha dejado de verse, farolas, río, cielo gris y un poeta con cara melancólica escribiendo en un banco solitario. No...esto me lo he inventado pero vamos, que si un día estáis por Nueva York melancólicos y os dan ganas de jugar a artista atormentado, ya sabéis dónde tenéis que ir.

Que Riverside Park no es el parque más conocido de Nueva York...pero tampoco el más escondido. Haciendo un símil con la música sería como este nuevo "indie comercial" que al final a mí tanto me gusta.  Fácil, bonito pero que conserva mucho encanto.

P.D. como no había cámara he hecho un esfuerzo por recordar los colores que vi y son estos:

El otoño es mucho más que marrones

BLANCA

Tengo yo un grupo de amigas que ya son amigas, "para siempre". Quiero decir que puede que vayan a más...pero dudo mucho que haya alguna baja. Muy grave tiene que ser lo que haga alguna de ellas para que dejemos de ser amigas (y de pronto me acuerdo de aquella terrible sentencia infantil: "Pos ya no soy tu amiga") A lo que me refiero es que ya somos mayores, hemos compartido mucho y nos reímos juntas, nos entendemos y nos aguantamos a pesar de todos nuestros defectos que son muchos y de sobra conocidos. Pues bien, entre estas amigas a las que yo en un alarde de ingenio bauticé como "Zorrupias" y así se quedó en ese grupo de Facebook que menos mal que es secreto porque los documentos gráficos ahí expuestos no son aptos para todos los públicos, hay una que se llama Blanca.

Y debiendo aclarar que todas esas "amigas para siempre" (du yu guont tu bi mai fren) se merecen varias líneas, resulta que le tocó a Blanca. Porque hoy he venido aquí a hablar de mi amiga. De mi amiga Blanca

En realidad dejó de llamarse así hace mucho tiempo. En el móvil fue Berenguela desde el día que descubrí (yo) que ese era su segundo nombre. Incluso pasó a ser Lourdes durante un breve espacio de tiempo cuando rondábamos los 17, porque a esa edad descubrió (ella) que ese era su tercer nombre. Cogí prestado el "Blancademierda" creo que de su hermano Gonzaga y alguna vez me referí a su persona como "El Blanquismo" como si de una enfermedad se tratase, derivando en Blaquitis, Blanquicela, Blancarro, Bláncer...pero lo que más hacemos es llamarnos por insulto. "Tú eres idiota?" "Eh!" "A ver quieres hacer esto de una vez?" "mira tú a mí no me mandas". Somos así. De insultarnos. De hacernos burla hasta el infinito sobre las cosas más absurdas. De tratarnos con hostilidad y de no demostrar el cariño a no ser que el alcohol nos haya invadido. De no tocarnos a no ser que toque abrazo, y entonces le digo..."Ay...Blanca"...y la estrujo un poco, aunque siempre le digo que no sabe recibir abrazos.

Porque Blanca es así. Come mal y decide peor. Tiene sus neuras que a veces le da vergüenza contar pero que yo entiendo muy bien...aunque con alguna le digo que no, que por ahí no paso y que eso hay que cambiarlo. Entonces se lo repito mucho y me dice que "yaa..." pero no cambia. Porque Blanca es así. Vergonzosa y come-uñas-que-son-garras. Analista de todo y de todos. Con memoria de elefante y sentimientos con efecto retardado. Disfrutona de sus costumbres y de lo conocido. Perezosa en el "por conocer". Graciosa, nerviosa y antisocial hasta el punto de hacernos pedir pitillos por ella. Entonces yo me rebelo y le digo que no, le suelto uno de esos "eres idiota?" y ella me dice "pero qué más te da?"...y entramos en uno de nuestros miles de episodios en que nos enfadamos (levemente...no recuerdo haberlo nunca en serio), yo porque me desespera cómo es y ella porque le riño y porque pongo malas caras. Luego hablamos (bueno hablo yo) hasta que ella estalla y dice "A veeer!!..." y tiene que decirme lo que le pasa. Porque yo soy de hablar. De hablarlo todo. Y Blanca no. Blanca es de callar. De callarse todo.

Menos por escrito. Blanca escribe mucho, con gracia y con ingenio. Como es ella. No sé cuántas horas habremos podido hablar a lo largo de nuestro cuarto de siglo, pero las conversaciones escritas ganan por goleada. Desde esas cartas adolescentes archivadas en carpetas hasta esos interminables chats que se perdieron en el ciberespacio. La palabra escrita es el medio que ha conseguido que a pesar de separarnos en la universidad (tú a Santiago y yo a Madrid) tengamos un diálogo constante sobre todo, como cuando compartíamos pupitre en el colegio. Y cuando digo todo es TODO. Desde esas épocas de exámenes con alternancia en el papel de animadora "pero si es lo que me decías tú el otro día, que hay que seguir, que esto no es nada", o esas conversaciones que empezando con un "qué tal?" acababan en un análisis de nosotras y del mundo...hasta esos esporádicos "hola!", "carmeeeen...buaj" en el muro de Facebook, los absurdos pero imprescindibles informes sobre el estado de la Nación (rosa) con el tema fetiche de si Lydia Lozano ha vuelto a llorar por el caso Ylenia, pasando por los "Blanca creo que me voy a tomar 2 yogures en vez de uno eh? así de colgada estoy" y sin olvidarnos de mi preferido "Teorías sobre la vida". En este apartado encontramos hits como no fiarse de la gente que no habla de caca, los beneficios del insulto continuo, la invisibilidad que otorga el llevar gafas de sol y cascos (por lo que si cantas en alto no pasa nada) o definitivos y sentenciosos "está claro que siempre voy a querer una caña más"

Después de leer algo de Blanca siempre sonrío. Después de hablar con ella siempre me quedo mejor. 

A Blanca le gusta mucho reírse de (sus) coñas muy absurdas pero no sabe sonreír en las fotos. Blanca conspira para salirse con la suya pero cede por el bien común siempre. Le gusta estar con sus amigas y olvidarse de todos los nervios que le producen los miércoles, cuando va a cantar temas a jm (así, en minúscula) y teme que la echen de la oposición. Ah! porque no lo había dicho, Blanca es una opositora. Una opositora que echa de menos la vida. "Porque a mí me gusta mucho la vida entiendes? Quiero volver a la vida Carmen!" me dirá en todas las ocasiones que la llevo por el mal camino y acabamos bebiendo cuando no se debe, preguntándonos mutuamente si queremos otra caña y contestando que "claro, que siempre voy a querer una caña más". A Blanca le gusta pensar en su futuro solucionado pero le entran unas dudas terribles con su presente. Pero Blanca sigue. Porque Blanca puede. Porque lo pasa mal pero continúa. Porque a fuerza de voluntad no le gana nadie. Y a contar historietas tampoco.

Blanca es mi amiga. Y estoy orgullosa de ello. Y de ella. Creo que nos pasa a todas. 

Tengo una amiga de la que empecé a escribir una entrada el día que me anunció que había suspendido un examen y terminé de escribirla el día que se fue de Nueva York, después de decírmelo una mañana cuando todavía no había amanecido. Que venía. Venía para alegrarme la cara y el alma, un tanto morriñenta últimamente. Venía para que comiésemos, paseásemos, riésemos, comentásemos, nos hiciésemos fotos, flipásemos, nos quisiésemos cortar los pies, comprásemos, descubriésemos, bebiésemos y nos mirásemos sabiendo lo que está pensando la otra. Venía para ver esta ciudad, para tomar pavo en Acción de Gracias y ver el Empire State desde todos los puntos posibles. Para contarme cómo está y para que volviésemos a hablar de todo y de todos. Y a callar cuando apetecía. Para que acabásemos agotadas y ya casi sin ganas de nada para luego terminar en un mano a mano surrealista. Para que tengamos "algo para recordar". Para recordarme cómo es tenerla todo el día alrededor. Para recordarme por qué me gustan tanto Vigo y mis amigas. Para decirme que no queda nada. Para que volviésemos a ser esas dos niñas de uniforme azul marino en la salita verde de su casa haciendo que hacían los deberes mientras una hablaba y la otra pintaba. Para que estuviésemos como siempre. Esas dos.

"Las mismas...pero mejores"

Paso de ti pero te hago una foto mientras tú pasas de mí

Paso de ti pero te hago una foto mientras tú pasas de mí

ES MI MADRE, LA CONSTANTE.

No sé cuantísimas veces habré hablado de mi familia. De mi grandísima familia. Ni cuántas habré nombrado de refilón cómo se mete conmigo y cómo es de list(ill)o Manu o alguna de las cosas que sólo se le pueden ocurrir o suceder a Santi. Creo que son bastantes las ocasiones en que he dado notas, pinceladas, apuntes sobre el personaje que tengo por padre, ese señor de gafas oscuras. Pero haciendo recuento de las entradas le he dedicado a la figura maternal, encuentro que son censurablemente pocas. (hace mucho tiempo y hace bastante tiempo)

Y en un día tan poco original como este quería remendar esta situación (ya, ya...muchos dirán que lo que se hace es "enmendar" pero yo hago un remiendo con este post). Un mal remiendo. En fin, que la señora que calceta cumple años.

Nació en un año muy redondo y hasta aquí puedo leer. Aunque no es de las que le importa decirlo porque sabe que está estupenda y yo pagaba por cómo se dice...envejecer? ay no!...por pasar por los años tan bien como lo ha hecho ella y porque ellos pasen por mí dejando tan sólo ese "yenesecuá" que da la experiencia y una vida plena.

Porque la señora que calceta me lo ha dicho varias veces, la última hace unos días. Mi madre está contenta con su vida, con las decisiones que ha tomado, con compartirlo todo con el jefe y sobre todo, con nosotros.

Y quiénes somos nosotros? Pues dos niños ("los niños") que como le digo ya son mayores y están "encarrilados" y yo, que aún soy una incógnita por despejar. Una piraña que se coló en su vida sin avisar y que fue niña. Tal vez no "esa" niña pero definitivamente, "su" niña. (y ya están los ojos lacrimógenos)

Pero es que estoy lejos. Estoy lejos de casa y de ella. A pesar de mi cara de asombro cuando veo que llevamos 1 hora hablando por el Skype, no llega. Necesito un achcuchón. Uno de esos "masajito, masajito, masajito" que me da por la mañana frotando la espalda para que el duro, durísimo trance que es para mí el despertar se me haga un poco más llevadero. Necesito a mi madre! Como todos, mujer, como todos!

Bueno, pues como decía, la señora que calceta ha pasado por los años...y de qué forma!

La 6ª de 10 hermano, sin padrinos que le mandasen un roscón en Semana Santa, lo que llevaba a mi abuelo a comprarle uno, a pesar de que en esa casa se recibían dos por niño. De adolescente rebelde a "gacela de Riobó" que si había carrera ella iba sin entrenar "y no ganaba...pero quedaba segunda" deportista, inquieta, lista y "demasiado independiente, no se va a casar" según opinaba "la bis". Hasta que se cruzó con un "niño de Dupond" que de decir "y esta quién se cree que es?" pasó a "no sé qué le das a este que cuando te ve se pone a temblar". Pero ella se fue a Londres y escribió cartas y recibió llamadas hasta que en la última decía que volvía y que por favor le hiciesen lentejas. Y tras un noviazgo fugaz, aguante y mantenga usted a este chico que promete y que ya lleva gafas oscuras y patillas. Y trabaje, salga y diviértase como nadie porque a pesar de algún que otro contratiempo, llegarán. Concretamente dos. Y qué seguidos madre mía. Y qué distintos. Y siga su vida con sus trentaitantos creyendo que esto debe ser la vida, familia, amigos, hijos...porque cuando crea que es demasiado mayor (36 que hoy día da la risa) oirá como en altavoces de fondo y sin saber muy bien qué ocurría "Es una niña! es una niña!"

Y da igual que no sea la más femenina del mundo porque juega sola durante muchas horas y no da nada la lata. Y da igual que no sea la más guapa del mundo porque ya te encargarás tú de que vaya de punta en blanco. Y da igual que sea un poco redicha porque con los años se convertirá en tu mejor aliada. Y da igual que repitas que "hacemos de ti un pandero" porque lo cierto es que no hay nada que te guste más que que tus niños estén bien.

Tengo una madre independiente y trabajadora. Interesante, fuerte, sociable, lista como ninguna, pragmática, que arregla las cosas (todas las cosas) y que se ríe mucho. "Porque hay que reírse todo lo que uno pueda en esta vida Carmen"

Tengo una madre con la que discuto sobre la vida, sobre mi vida y me cuenta cómo fue y es la suya. Mi futuro últimamente está en el candelero y ella siempre me anima. Siempre está ahí para decirme que me lance, que escriba y que tengo que acabar en una profesión creativa porque tiene fe ciega en que me va a ir bien. Me consuela cuando lloro y no para hasta que me saca una sonrisa. Aunque sea diciéndome "menos mal que no está aquí tu padre porque te echaba la bronca por ponerte así" pero es que somos de llorar mamá, el mayor y yo, l del medio salió más listo en eso.

Mi madre está siempre ahí. Apoyándome. Como una constante. De hecho es la constante de la familia. La más regular. La persona en quien confiar. Por eso, si algo le pasa, se hunde la casa. Es mi madre, la constante. Como aquel episodio de Lost en el que se decía que "si algo va mal Penny será tu constante". Bien, pues si algo va mal, mi madre es mi constante. Saber que algo no va a cambiar reconforta mucho. Pero a la vez se olvida cuánto cuesta estar siempre ahí para todo, para todos, para lo que necesites...se llega a dar por sentado. Y esto es muy injusto. Tan injusto como que en una entrada que supuestamente tenía que tratar sobre mi madre y nada más que sobre mi madre, no haya podido evitar nombrar a los que dependemos de ella.

La señora que calceta me une a los otros 3 seres con los que comparto sangre. Como un pegamento invisible que no se ve pero sin el cual todo se va al traste. Nos mantiene a todos informados de todo. Y no porque los demás no podamos hacerlo sino porque nos hemos acomodado a ella. A su figura, a su filtro, a su manera de hacer las cosas, de decirlas...a veces típica, la mayor parte del tiempo comprensiva y empática. Y realista, tanto que al decirle la gente "cómo es!" cuando me veían, un bebé lleno de almidón y de lazos, ella respondía "No, no...cómo va!".

No es "una" madre...es MI madre.

Ella pone orden y a pesar de mi cara de "ya lo sé" cuando me explica las cosas más básicas de la vida, es la receta del éxito. Ver y repetir. Y así nos salen ahora de manera natural. Por eso no tenía que pedir permiso para ciertas cosas porque ya sabía que la respuesta era "no", porque no tocaba. Y por eso siempre he podido discutir todo lo que me parecía razonable con mis padres. Ella ha conseguido un diálogo en casa. Porque, admitámoslo, el señor de gafas oscuras muy dialogante en ciertos momentos "no te es". Y yo ahora sólo puedo/debo darle las gracias por todo pero no lo hago lo suficiente.

Hoy la señora que calceta cumple años y aquí he intentado decirle algunas (pocas) de las muchísimas cosas que supone ella para mí. Pero sobre todas destaco que simplemente no sé qué haría(mos) sin ella. Y que no sólo la quiero por todo lo que hace por nosotros, por mí, sino por cómo es en sí misma. Una señora admirable. Un ejemplo y un placer.

Lo sabe su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo y en general todos los que la conocen. Si usted aún no lo ha hecho, aquí se la presento.

"Igualita, ilgualita que ninguna" así fue y será siempre mi madre.

Egoístamente sólo puedo pedir que cumplas muchos más...FELICIDADES!

 

6 NOTAS DE NYC

1- Yo me creo que empieza el frío. Pero claro, el frío, como el dolor, el tiempo y casi todo en la vida en general, es relativo. Este es MI frío. El que yo conozco. El de los Madriles...el de Cólchester (al margen del lago en el que remábamos, donde por mucho que me dijesen que eran 2 grados yo sabía que eran menos...y la nieve lo acabó por confirmar) Así que aquí estoy yo...con mi límite de capas abrigosas y parece que esto no ha hecho más que empezar. Bueno, pues no pasa nada...nos pondremos doble camiseta, guantes y gorro. A todo nos adaptaremos. A todo. Al frío, a las circunstancias, a los tiempos, a la crisis...no queda más remedio que hacerlo.

2- Qué fue lo último que vio John Lennon antes de morir? Miraba hacia Central Park cuando salió de ese edificio que hoy sigue recibiendo turistas que se hacen fotos en tan macabra entrada? Un puesto de unos tipos contemporáneos al mito y cansados de contestar, indica hacia dónde está el Dakota y hacia dónde Strawberry Fields. Pero eso era en Liverpool...y la canción se compuso en Almería...y en el suelo pone Imagine...y en mi cabeza resuena Loquillo "...me dice yo te haré rico tú sólo has de cantar bien, si no te pegan diez tiros en la puerta de un hotel"...

3- Majestuoso, complejo, monumental, elegante, distinguido, moderno, sobrio, diáfano. Muchos adjetivos se me ocurren para definir el Lincoln Center, uno de mis espacios preferidos de Nueva York. El último de ellos aprendí a valorarlo cuando mi madre hizo obra en casa dejándome sin cuarto. Sí, ya sé…la parábola del hijo que se va a estudiar fuera y se encuentra que en Navidad no tiene habitación?…pues casi. La señora que calceta dejó un salón muy despejado. Y qué vas a hacer con tanto espacio? le pregunté "me gusta…me da sensación de calma" me contestó. Es un espacio ante el que mi amigo Borja, tan exagerado como siempre, reaccionó con un "Ehhh...Carmen por qué se puede jugar al tenis en tu salón?". No es para tanto...pero es lugar suficiente como para que en él hayamos comido trentaitantos, peleado a lo pressing catch (pero no habías dicho que la obra es de cuando te fuiste a estudiar la carrera? sí...y quién te asegura que tus hermanos van a dejar de maltratarte cuando cumples la mayoría de edad? nadie.), hayamos bailado, interpretado, caído (Yo. Varias veces) y hasta practicado el swing de golf. Ese espacio me gusta mucho. Los espacios me gustan. Los espacios son importantes ("necestio un poco de espacio" predicarán muchos por no decir que te quiero perder de vista) Los espacios son, al fin y al cabo, los que nos permiten apreciar las cosas materiales, lo compacto. Como los blancos en la tipografía.

El Lincoln Center podría estar en París. Es de estos edificios de cristal y piedra…de estos que se hacen tanto ahora...pero bien hecho. Como otros muchos días, paseando con Nicolás pasamos por delante. Y ahí, en el gigantesco hall del edificio cuya esquina parece el Titanic hundiéndose, estaba la jet tomando un cocktail porque Oprah Winfrey iba a entrevistar a Ralph Lauren. Y mientras los observábamos, como se veía el mundo en aquella canción "tras el cristal", yo pensaba en cuánto se habrían gastado en cada vestido (que no parecían ser de esos que te puedes poner más de una vez..."y con alpargatas hasta un sábado por la noche" como bien me aconseja mi señora madre cuando invertimos en un nuevo trapito), en cada esmoquin, en cada manicura y peinado, en cada rollito de gamba y en cada copa de champagne...Ellos debajo, nosotros arriba, desde el gallinero. Ellos dentro, con sus trajes y nosotros fuera con nuestros abrigos. Ellos posando y nosotros contemplando. Un espectáculo lejano. Como una obra de arte del Renacimiento en la que intentas averiguar qué hace cada personaje.

El Lincoln Center es lo que tiene que ser. Un conjunto de edificaciones perfectas para las artes, para el espectáculo glamuroso que es, o debería ser, el ballet y la ópera. Mi enhorabuena al chef.

4- Hablando de cosas glamurosas se me vienen a la cabeza las terrazas de los hoteles de Nueva York. Y sus vistas, sus gentes con aires importantes, sus precios prohibitivos y sus batamantas (sí, sí, como las de la teletienda). Porque las terrazas de Nueva York también son para el invierno. O al menos para el otoño. Porque sería un pecado dejar de disfrutar de esos gigantes iluminados, de esa otra ciudad que despierta cuando se apaga el Sol (que es cuando a mí más me gusta) en estos días en que el frío, el mismo del que hablaba arriba, aún nos respeta.

5- Dos metros que van a la par. Dos trenes en una carrera (aquí es posible por la diferencia entre los Local, que paran en todas las estaciones y los Express que lo hacen sólo en algunas) y será una tontería pero es algo mágico. Parece que lo que ocurre al otro lado de la ventanilla está grabado en stop motion. Y ves escenas en el tren de al lado. Un chaval escuchando música, dos mujeres cotilleando, una chica embarazada, un hombre leyendo el periódico...puede que sean las mismas que están sucediendo en tu propio vagón pero a través de un cristal. Están enmarcadas. Y entonces ya están contando una historia. Todo es cuestión de encuadre. En el cine, en la fotografía y en la vida. Qué es lo que quieres resaltar. Qué es lo que quieres que se vea...y lo que no.

6- Esto de que mis 6 de la tarde sean las 12 en España hace que mis tarde-noches, ese tiempo en que mi cabeza empieza a girar a más revoluciones (porque bien es sabido que yo soy noctámbula, como el señor de gafas oscuras) sean más solitarias. Esto hace que sea consciente de que además de a muchos kilómetros, estoy a muchas horas de distancia...o mejor dicho, a muchos momentos....a muchas sensaciones. No estás igual a las 2 de la mañana que a las 8 de la tarde. Vivo en un tiempo distinto. Vivo en este momento que es sólo mío e intento exprimirlo. Vivo este momento del que me queda poco. Vivo este momento porque cuando vuelva a la franja horaria adecuada me tocará vivir otro del que sé muy poco. Y eso a ratos me gusta y a ratos me asusta.

Buenas Noches.

El FÚTBOL (AMERICANO) ES ASÍ

Siempre recordaré a la señora que calceta diciendo "Carmen, es que tú te apuntas a una ronda de aspirinas" así que si me llaman para decirme "Carmen, tenemos una entrada...por si te apuntas" la respuesta no va a ser otra que "Claro!".

Y de esta forma nos fuimos a Nuevo Jersey en un coche dos españolas de Bellas Artes (la otra veterana mía del colegio mayor allá por el 2004 para más datos) y dos américans (así con acento de américans) que habían jugado a este deporte y que prometieron intentar explicárnoslo.

"Yo se algo de rugby" "ya…no es lo mismo. Esto es más organizado". Donde dijo organizado, nosotros debemos entender lento. El juego se detiene cada dos por tres. Tanto por los cambios entre defensa y ataque como por los "comercials" porque a pesar de que era un partido de la Liga Universitaria, lo retransmitían por televisión. Tere me había advertido que el fútbol americano es más entretenido que el baseball pero entre explicaciones del américan seguidor del Pittsburg visitante seguidas de "ajás" que intentaban sonar convincentes y las primeras fotos al estadio, pronto me di cuenta que al margen del juego, lo que me iba a fascinar esa tarde era toda la parafernalia que se monta alrededor del mismo.

Nos sumergimos en una marea roja que ya le gustaría a muchos estadios de 1ª división en España y observo que el partido es para todos los públicos. Veo familias enteras, niños que después de hora y media de partido meriendan un pretzel y una coca cola, ambos tamaño extra-grande y precio desmesurado. Abuelos con gorras metidísimos en las protestas, madres que se ponen en pie y gritan a la grada que animen, teenagers en grupitos (porque a esa edad no se puede ir solo), universitarios que van a apoyar a su equipo y se ponen en "modo fan". El pueblo se paraliza. Hay partido. Es el acontecimiento del mes. Están todos. "Vas a ir al partido esta noche" es una frase tipiquísima de toda

película americana

que se precie.

Ya en la grada me fijo que delante tenemos a un grupo de cheerleaders, esas muchachas a las que cuando la cámara enfocaba, pasaban de sonreír a hacerlo de tal forma que piensas que ha dado una parálisis facial. Con esos pompones, esas coreografías, esas acrobacias, pero (todo hay que decirlo) mucho menos espectaculares que en las películas. Se han cambiado de ropa? No, es que resulta que hay 3 grupos distintos que van rotando a lo largo del partido. Por si te aburres de las que tenías delante.

La pantalla gigante es, como su nombre indica, muy grande. En ella aparece gente de entre el público que en cuanto se descubre empieza a hacer el mono…vamos, que no sólo los españoles nos emocionamos cuando nos vemos en televisión (aunque sea la de un escaparate de una tienda de electrodomésticos). Enfocaban a parejas, a niños con los colores del equipo en los mofletes, a universitarios con los colores del equipo en el pecho, a universitarias con los colores del equipo en loS pechoS, a la mascota bailonga…

Descanso (uno de tantos) En la pantalla aparecen jugadores. Uno de los américans me explica que son jugadores que ahora están en la Liga profesional pero que empezaron aquí. Con uno de ellos el público aplaude más de lo normal. Canta una canción al tiempo que sonríe. Parece hacerlo para todo el estadio. "Believe 52" Imágenes antiguas. Aplausos. "Él se quedó tetraplégico jugando" "Ahhh…"

Luego aparecen unos señores mayores en el medio campo. Resulta que son el equipo de la temporada 66 que consiguió no sé cuántas victorias. Como si fueran veteranos de guerra.

Nos vamos a hacer fotos. Tere, un pompón que nos encontramos, mi a abanico rojo (que no falte) y yo. Después de la sesión de fotos de folclóricas motivadas y gente alrededor observándonos como marcianas, lamenté muchísimo no tener un objetivo mejor…las jugadas, de lejos, el contacto, de lejos, el balón amorfo, de lejos…y "tarjeta full" otra vez.

Pero al margen de las…cuántas? 50? 60 personas? que componen el equipo y llenan el lateral del campo: jugadores de defensa y de ataque con esos cascos relucientes y uniformes de lo más antiestético que parece que llevan pañal…sus comentarios del estilo"Yuo bro" y las prácticas con el balón mientras que no están jugando o los ejercicios en la bici estática y los  4 o 5 entrenadores y su auricular (auricular sólo en una oreja), a mí lo que de verdad me interesa es el resto de la "pipol" que mueven….ayudantes (muy fan de esta figura, chicos y chicas cuya única función es llevarles Gatorade a los jugadores) cheerleaders (que claro, le digo a Tere "estas viajan con el equipo también?" "menudos líos debe haber ahí" concluímos ambas), la banda. Aquí hago un alto.

LA BANDA! 5 minutos esperando de pie en el centro del campo a que llegase el descanso porque sabían que ellos iban a salir. Y así fue. Y no defraudaron. Anuncian por megafonía (ese hombre del que también habría que comentar algo, pero se parece bastante a los campos españoles…menos pesado tal vez) que van a tocar temas de Lady Gaga. Y ahí entran. Debían ser como 100. Con unas chicas delante que hacen virguerias con banderas. Con tubas, trompetas, trombones, tambores, platillos…pero sobre todo…con esos sombreros!! casco de romanos y plumas? Soy fan. Se acercan y le digo a Tere que claro, que estos son los nerds, con gafas, gordos o demasiado flacos, que no entraron en el equipo. Y ahí empiezan. Se distribuyen por el campo. En formación. Ojo! director de orquesta! no! espera! que el director tiene dos subdirectores! uno a cada lado! Y ya, ahora sí, empieza el espectáculo. 10 minutos de movimientos pseudomilitares mezclados con pasos de baile. Que vamos a la derecha, ahora a la izquierda, nos cruzamos en rombo y lo que suena es algo parecido a "Po po po po poker face". La sonrisa en mi cara es una mezcla de fascinación, incredulidad y chiste. Pero esto qué es?? Esto es A-ME-RI-CA y aquí hacemos las cosas así….o es que no lo has visto en las películas eh? ya, ya…pero nunca creí que fuese a ser taaaaaaan así. Pues sí, resulta, amigos y amigas que las películas americanas no es que sean "americanadas" sino que son realistas. Los americanos viven en una "americanada" perpetua. Con sus casas prefabricadas, sus garajes, sus dos monstruosos coches, sus institutos, sus centros comerciales, su iglesia, sus reuniones de vecindad y su estadio al que ir en manifestación vestidos con los colores de equipo del pueblo. Amen.

Volvemos a sentarnos con una sonrisa en la cara y repitiendo "anbelivebol". El pobre américan que apoya a Pittsburg, porque es allí donde jugó, como esos chavales que están en el campo y a los que les pagan los estudios, está triste por la paliza que están recibiendo…Nos estamos yendo y los Rutgers hacen Touch Down…"I´m sorry" le digo al pobre américan...Bum! (sí, sí…unos tipos vestidos de piratas tiran un cañonazo), baile de cheerleaders, baile de mascota, banderas, música de la banda y el estadio entero ruge mientras que en el campo, muy organizadamente, como si de una coreografía de ballet se tratase, salen y entran los jugadores a sus posiciones correspondientes. Menudo show.

Me fui sabiendo poco más de fútbol americano que cuando entré a aquel estadio 3 horas antes pero habiéndolo vivido y disfrutado como una enana.

JOBS.

Steve Jobs murió el mismo día en que se me ocurrió revisar borradores de entradas y encontré uno titulado "Yo también mordí la manzana"
Empezaba con un "Hace un tiempo relativamente corto, me convertí al Macquismo" y contaba cómo de 10 portátiles en una mesa en la biblioteca de Bellas Artes, 7 eran Macs con sus 7 cargadores blancos y cuadrados enmarañados y cómo flipaba con que se iluminase la manzanita…De aquello hace ya bastante y como ya comenté en su día, el MacBook, el iPod y el iPhone me convierten en iPiraña.

"Once you go Mac you never go back" me decía un amigo este fin de semana. Y es así. El hecho de que los usuarios seamos la mejor publicidad del producto no es algo que se consiga con una buena estrategia de marketing sino dejándonos contentos, haciéndonos la vida gracias a la tecnología (ambas bastante complicados de por sí) más fácil. Él lo logró.

Se apellidaba Jobs. Y ahora me paro a pensar en la cantidad de trabajos que habrá generado. La cantidad de personas a las que habrá tocado, mirado, reprobado, animado o inspirado para conseguir que hiciesen mejor su trabajo…

Steve Jobs no hizo el mundo Mac. Lo imaginó.
Y no paró hasta que lo vimos. Hasta que lo tocamos.

Dicen los que coincidieron con él que era un auténtico tirano. Me lo creo. Los genios, visionarios o como quieran llamarlo (este lo era) no pueden tener un carácter como el resto. Porque ven más allá. Porque van más allá. Tienen una realidad diferente a la tuya y la mía. Tienen la realidad que quieren. Y si no les gusta van a hacer lo posible por cambiarla. Esto, supongo, es lo que le llevaba a llamar un domingo porque había que cambiar el amarillo del logotipo de Google. Es un personaje que siempre me fascinó. Cientos de artículos sobre su persona con esos puntos dramáticos (adoptado, sin dinero, expulsado de su propia empresa, grave enfermedad) que ayudan a forjar ese carácter implacable, esa vida de película. Esa historia que será leyenda.

Steve Jobs me interesa más allá de sus aportaciones al mundo de la tecnología, de la música, de la comunicación o de las películas. Me interesa por su aportación al mundo en general. Porque es un personaje que inspira. Porque vino, vio y venció. Porque le costó. Porque quiso y pudo. Con todo. Menos con ella.

La muerte no entiende de genialidades ni excentricidades. La muerte te sorprende. Seas quien seas. Jobs apagó su equipo como si de un ordenador que se cuelga se tratase. Sabiendo que llegaría el momento, dejó que el quesito de colores girase unos años más para acabar en un fundido a negro. Sin hacer mucho ruido. Como sus productos.

Nos quedamos sin muchísimas presentaciones con jersey negro y pantalón vaquero. Nos quedamos sin una persona carismática, imaginativa, poderosa y visionaria. Pero podremos seguir disfrutando de ese discurso que un buen amigo dice que hay que ver a menudo. Puede que sea uno de los mejores que haya escuchado en mi vida. Desde luego el más motivador. Porque habla de él, de su vida, pero te habla a ti, de la vida. Te dice: yo estoy aquí, no es por casualidad, sino porque hay que querer seguir, hay que buscar, hay que luchar, hay que confiar, sólo así se encuentra. Sólo así te encuentras.

Es un discurso excelente. Propio de alguien de letras más que de ciencias...pero era Jobs de ciencias? de letras? de tipografía? Creo que era un hombre de hombres. Creía en el potencial del ser humano y en la posibilidad de tener todo a nuestro alcance. Y así nos hizo la vida más fácil.

Alguna vez hablé de quemar etapas. Él habla de unir los puntos. Me gusta más…al fin y al cabo…no es lo que hacíamos de pequeños cuando sólo uniendo los puntos conseguíamos ver el dibujo final? 

Estoy segura de que en el caso de Jobs, el resultado será una manzana mordida. 

Otros genios vendrán. Despidamos a este.

PD Es curioso que el símbolo sea una manzana mordida cuando todos sabemos que se oxidan si no te las acabas. Y sin embargo esta no. Esta se renueva y se mantiene apetitosa. Esta significa que te gustan las cosas buenas, fáciles y bonitas. A mí me gustan las cosas y bonitas.