EL DÍA QUE NACISTE

El día que naciste era febrero y llovía. Llovía en general. Todo el rato.

Tu abuela me despertó con un "Martina is coming"
Qué emoción! Te íbamos a ver la cara por fin!
Claro que no sería hasta 15 horas después...

Escribí a tu padre y le dije que tratase de recordarlo todo porque iba a tener que contarte cómo fue ese día en el futuro. No sé qué versión te dará él pero esta es la mía.

Ser el primer bebé de la familia García que llega al mundo cuando existe un peligroso chat de grupo tiene como consecuencia que tu parto fuese retransmitido al minuto. Tu tío Manuel y yo nos dividíamos para mandar la información porque la gente preguntaba todo el rato por ti. Generaste mucha expectación pero como te lo tomaste con mucha calma (creo que en eso saliste a tu padre), de los "Vengaaa!!" "Ánimo!!" pasamos a los "Pero aún nada?" "Que salga ya, que el público se va!!".

Supimos que 6 centímetros eran pocos y a los 8 nos dolió un poco a todos. A estas alturas ya habrás caído en la cuenta de que tus tías abuelas están bastante mal de la cabeza y es probable que te tengan un poco frita con los "Y yo quién soy?" "Y yo cómo me llamo? Que no te acuerdas??" pero si sales la mitad de lista de lo que vaticina tu padre, seguro que las tienes a todas en el bote. Ese chat echó humo todo el día y las que son madres recordaron sus propios partos mientras la tuya esperaba que salieses.

El día que naciste tu padre pasó del  "Qué nervios!!"  al "Dicen que aún puede tardar 5 horas...PERO ESTO QUÉ ES???"
Tu abuela no paraba quieta. No sólo se le veía nerviosa sino que me lo decía con esa voz aguda que pone a veces "
"Ay qué nervios tengo Carmen, qué nerviooooos"

Te parecerá un poco exagerado todo pero qué quieres que te diga, éramos primerizos.

El más tranquilo tu abuelo. Emocionado pero tranquilo. En su línea.
Llama a mi puerta y la conversación fue tal que así:

- Tú eres una inconsciente...
- Por?
- De verdad que eres una inconsciente...
- Pero qué pasa?
- Tú no te das cuenta que de aquí a unas horas, vas a pasar a ser un cero a la izquierda? Una auténtica merda!!
- Jobá Papáaa....
- Qué quieres??...es la realidad!! Martina te quita el puesto y tú pasas a la nada!

Cuando, más tarde, tu abuela me reconoció que no tenía comida para mí para el día siguiente se limitó a recalcar "Ves?? Aún no nació y ya empieza. Piraña, estás acabada!"Así se las gasta tu abuelo. Pero lo cierto es que hace tiempo que tenía asumido el traspaso de poderes. El título de niña de la casa sería tuyo y te lo cedo encantada. 27 años son más que suficientes.

Naciste en el Xeral, donde tu abuela trabajó tantos años y donde el guarda de seguridad aún se acordaba de ella. "Una palangana para la baba te traigo!? Muchas Felicidades!"
Efectivamente era una abuela babosa y bastante lercha porque se metía en las zonas del hospital donde no podía estar pero bueno, ya la conocerás.
Tocó seguir esperando. Y es que el día fue largo aunque luego se nos olvidó a todos pero si te apetece puedes ir a darle un beso a tu madre porque fue una campeona.

Me quedé sola un rato y vi a embarazadas y padres salir de la zona protegida con cara de cansancio. Pensé en el tuyo mientras observaba a mi madre que no paraba. Pensé que al fin y al cabo eras otro niño más que llegaba al mundo y que a lo mejor no era para tanto. Hasta que te vi, claro.

Cuando la señora que calceta salió de esa zona donde no podía estar y dijo "Ya nació", todo cambió. Y el chat se colapsó.

A mi hermano le di un abrazo. Menuda cara de padre que se le había puesto de repente.
Santi tiene una hija! La leche!
"Flipas" me decía, "No, en serio, Pira, flipas cuando la ves por primera vez"
Toda la responsabilidad. Así, de golpe y con cara seria. Era Santi pero era padre.
Después de un rato dijo "Y hay que llevársela a casa!!"  Se rió y volvió a ser mi hermano.

Cuando por fin pude verte, me tapé la boca con sorpresa. Qué pequeña!! (y en realidad es mentira porque saliste grande y bien feitiña) pero para mí eras diminuta. Tenías la piel como de melocotón, unos buenos papos, un buen buzón y llorabas con ganas. Empezaron los debates sobre de qué familia eras. "Yo creo que se parece a mí" "Bueno, acaba de nacer, se parece a un gremlin"

Me tocó llamar al señor de gafas oscuras.
- Felicidades abuelo!
- Enhorabuena tía!

Increíble. Nos felicitábamos por ti! No tenías que hacer nada para que te quisiéramos. Sólo ser.

Todos tus tíos se fueron a dormir ese día más contentos porque como bien dijo Paula, "A esta niña la parimos un poco entre todos" Fue un 26 de febrero que ya nunca se me va a olvidar. Un buen día.

Salí del hospital y seguía lloviendo. Me habría gustado decirte algo tipo "Y dejo de llover un rato por ti" pero sería mentir y eso está feo. El mundo no se paralizó cuando llegaste y la vida siguió igual como dice la canción. Pero cambiaste las nuestras y te sumaste a ese grupo de personas por las que vivir y luchar...

Así que siguió lloviendo y seguimos en crisis...pero ya estabas aquí. 

El día que naciste yo vivía en Vigo y la verdad es que no tenía nada claro. Espero que para cuando leas esto, las cosas hayan cambiado y de tu inexperta tía de 27 haya evolucionado a tu madrina guay, esa que a sus trentaimuchos está estupendísima, te hace unos regalazos tremendos porque su sueldo se lo permite y te lo pasas pipa con ella. Bueno, esto último te lo puedo garantizar desde ahora.

Bienvenida a la familia Martina! Somos muchos, hablamos alto y atropelladamente pero nos lo pasamos bastante bien...sobre todo si heredaste lo que tu abuelo llama "gen Pirulí" aunque espero, por la salud de tu padre, que no sea así. Veremos en 15 años...

Como ves de gremlin nada, eras una cosa muy rica.

CUANDO SEAS MADRE O PADRE

Al próximo Ministro de Economía debería exigírsele haber sido madre. No es discriminación positiva sino que en lo que a aprovechamiento de recursos se refiere, creo que nadie controla más que ellas. Transformar un cocido en un budín, un arroz, sopa, bechamel y ropa vieja, por ejemplo o que para cenar siempre haya opción de Cola Cao, tortilla francesa, huevo a los 5 minutos o el omnipresente "restos", eso no te lo enseñan en la Universidad.

Cuando te conviertes en madre se te confieren una serie de superpoderes. Como el de encontrar las cosas. Enhorabuena! pero he de confesarles que los triunfos en este aspecto son poco reconocidos... A cambio de esto devendrá usted en un ser un tanto repetitivo. No se lo tomen a mal...hasta ustedes mismas se delatan con el "Pero cuántas veces tengo que decir las cosas?" La repetición como base de la educación es su modus operandi y así todos tenemos en la mente la frase "Eso siempre lo dice mi madre"
Os queremos pero os repetís. Mucho.
Pero cuando seas madre también tendrás la facultad de tener la razón. Si con 15 años una madre dice que no le gusta nada tu amigo que "Ese niño no va a acabar bien", con 25 le cuentas que sales con él y te repite que "Ese niño no va a acabar bien" y cuando a los 30, efectivamente, es un pobre diablo, te recalcará, varias veces, que "Siempre dije que no iba a acabar bien"

Cuando seas madre te ocuparás de comprar la ropa interior y los calcetines e intentarás colarlos como regalo de Reyes. Sabrás trucos como que la miga de pan sirve para borrar cuando no tienes goma o que una cebolla con clavos hace que los niños no tosan por la noche.

Cuando seas madre la paciencia se te estira en una proporción directamente proporcional a la capacidad para no escuchar nada de lo que ocurre alrededor. Distinguirás un "Mamá" de otro. El de ven-ya-que-me-tienes-que-limpiar, el de me-están-pegando-otra-vez, o el de creo-que-muero. Sólo en el último reaccionarás con un "Estaos quieeeetos" pero ese nivel de "Master madre" son años de experiencia.

Cuando seas madre los mensajes no se mandan, se "ponen", te querrás hacer la guay diciendo "furgalla" en vez de furgoneta, te engancharás a todos los juegos absurdos de Facebook y no pararás de enviar solicitudes, dirás "Llevas el DNI?" cada vez que tus hijos viajen y soltarás un "No te voy a vivir toda la vida" cuando tengas ocasión (Bueno, esto es cuando seas MI madre)

Cuando seas padre comerás dos huevos, claro. Los mismos que se te pondrán de corbata cuando a las 5 de la mañana la niña aún no esté en casa. Si fumas, encenderás un cigarro y pensarás que tú también fuiste joven y que seguramente se lo esté pasando bien por ahí con sus amigas. O se lo esté pasando bien en un portal con un amigo...o en alguna cuneta... y ten cuidado no te quemes que se te cae la ceniza encima del pijama. Y no, el 091 no será una opción.

Cuando seas padre pondrás el cerrojo. Es así. De repente un día empiezas a ponerlo. Por seguridad, primero, para fastidiar a tus hijos cuando llegan a las tantas, después.
Cuando seas padre abrirás la puerta algún día y dirás "Qué coño de horas son estas?". (Bueno, esto es cuando seas MI padre)

Cuando seas padre o madre querrás saber qué narices le pasa a tu hijo cuando entra por casa y no lo hace con una sonrisa. Pues habrá tenido un mal día o estará cansado...no es más que eso. No hay por qué preocuparse. Pero lo harás. Y no hay por qué preguntarle. Pero lo harás.

Cuando seas padre o madre reñirás. Si no quieres hacerlo, siempre tendrás la opción de pasarle la bola a tu pareja pero, si algo he aprendido, es que los padres que marcan, son los padres que riñen. Al final, después de mucho tiempo te acabarán entendiendo. A lo mejor no lo hacen hasta que tus propios hijos tengan a sus propios hijos pero entonces, incluso aunque ellos decidan hacerlo de otra forma...te entenderán.

Cuando seas padre o madre decidirás cuál va a ser tu estrategia para imponerte: Gritar, asustar, dialogar o una mezcla de todas. Porque cuando seas padre o madre, vas a serlo los días que te apetezca...y los que no te apetezca también. Te vas a dar cuenta de que esos seres que engendraste tienen un poder sobre ti que esperas nunca descubran porque resulta que te convierten en la persona más vulnerable sobre la faz de la tierra. Pero no lo tienen que saber hasta dentro de mucho.

Reñirás y a continuación te darás la vuelta para reírte por semejante ocurrencia. Como cuando en el colegio ibas a hablar con algún profesor de tu infancia y de pronto te pide perdón para echar la tremenda bronca a la clase dejando a los niños como velas. Luego te volvía a mirar con cara de "Pobres diablos" Y tú pensabas "Era así?? Con el miedo que dabas!!"

Y es que cuando seas padre o madre vas a ser muy imponente. Hasta que un día no lo serás tanto. Pero aunque dejes de imponer, si lo haces medianamente bien, nunca dejarás de importar.

Así que aprovecha y utiliza esos superpoderes que te dan el día que te conviertes en padre o madre. Aprovecha mientras que son pequeños e inocentes. Mientras son adolescentes e insoportables. Mientras son jóvenes e imprudentes. Mientras que aún no se han convertido en adultos sin que casi te hayas dado cuenta. Mientras que aún no ha llegado el día en que ellos te digan "Mamá, papá...voy a ser padre"

Pero lo cierto es que ni si quiera ese día dejarán de ser tus hijos.

Se lo dedico a Santi que aunque haya tenido 9 meses para hacerme a la idea, aún no me puedo creer que vaya a ingresar en este club.

P.D. Martina, filliña, sal ya y deja de hacerte la (re)molona.
        Fdo: tu tía que está deseando conocerte.
 

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL VIII)

Primera edición aquí

Segunda edición aquí

Tercera edición aquí

Cuarta edición aquí

Quinta edición aquí

Sexta edición aquí

Séptima edición aquí

 

- Dar algunos pasos con los ojos cerrados cuando caminas por la calle y el Sol te da en la cara

- Comentar un programa de televisión por whatsapp y que sea mucho más divertido que lo que ves en la pantalla

- Las cenas de Navidad y reunirse todos aunque sea una vez al año

- Ser el que acierta la cuenta en una cena de Navidad y no pagar

- Los amigos invisibles. Los serios con sus “Ohhh!” y los de coña con sus “Jaja!”

- Encontrar un kleenex cuando lo necesitas mucho

- Un Cola cao caliente a deshora. Con muchas cucharadas

- Ir al cine. Siempre vale la pena

- Que alguien esté de cumple y traiga algo rico al trabajo

- Las katiustas. Y pisar los charcos

- Hacer limpieza y encontrar dibujos y documentos de tus versiones anteriores

- Las cajas de galletas danesas que guardan tantas cosas en tantas casas. En la mía hilos y fotos

- Tener por fin el cuarto ordenado y contemplar tu obra un segundo antes de desplomarte sobre la cama

- Empezar a escribir una pregunta sobre cómo se hace algo en Google y ver que se autocompleta. No estás solo

- Toda esa gente que hace tutoriales y responde toda clase de preguntas desinteresadamente. Beatificables

- Aprobar el práctico de conducir y darle un abrazo a tu profesor

- Mi madre y sus cafés matutinos y sus fiambreras en la puerta

- Planear un viaje

- Los “He pensado que esto te podía valer” de alguien del trabajo

- Una buena infografía

- El té

- Un cuento. Principio, nudo y desenlace

- La alegría que te llevas cuando te recuerdan que tal día es festivo

- Que te escriban algo gracioso y te de un ataque de risa en el trabajo. A ver cómo se disimula eso

- La salsa de tomate natural de la señora que calceta

- Coger un tenedor y picar macarrones con tomate directamente de la fuente

- Encontrar aquello que te encantaba y dudaste si comprar, rebajado a la mitad

- Hacer una referencia y que el que te escucha la entienda y la comparta. “Sabes cómo..?” “Ahh!! Sí, totalmente”. Hablamos el mismo idioma

- Que te digan "tengo ganas de verte"

- Una ducha larga con música

- Cantar “Y quién es él” motivadamente

- Poner Ojala que llueva Café y animarse automáticamente

LAS COSAS HAY QUE DECIRLAS

"Estamos anulados" dijo mientras su mujer ponía los ojos en blanco.
La teoría de la pérdida total de la libertad cuando te conviertes en padre tiene en Julio su máximo defensor. Es un tipo exagerado donde los haya, que sentencia y vive cada uno de sus argumentos. Si algo le gusta te lo defenderá con su vida, si algo le parece injusto los "Eso no puede ser hombre, basta ya! qué vergüenza!" serán continuos y si odia, lo hace desde las vísceras.
Pero lo cierto es tiene mucha, mucha gracia. Porque, aunque nos pinta un paisaje de la paternidad bastante desolador, los que no tenemos hijos lo escuchamos con lágrimas en los ojos y no de pena precisamente, pero entre risas también, encuentras a otros no-seres asintiendo ante las situaciones descritas por el doctor. "Quien quiera tener hijos, va a tenerlos aunque yo les cuente esto pero las cosas hay que decirlas" Concluye.

Y yo estoy completamente de acuerdo. Las cosas hay que decirlas. La realidad hay que contarla y casi siempre tendemos a definirla como muy cruda.

Las cosas como son. El trabajo no es siempre fácil, la vida en pareja tampoco. La rutina puede ser el peor de tus males y leer las noticias no ayuda. Los niños son niños las 24 horas del día sin descanso los domingos. La edad te hace recuperarte de las juergas peor y toda la mierda que tragas a lo largo de los años en el trabajo puede convertirte en un ser duro, cínico y egoísta. Los sueños la mayoría de las veces se quedan en eso porque no tienes ni las fuerzas ni las ganas suficientes para cumplirlos. Nos acomodamos y nos quejamos. Pasarás mucho más tiempo con gente que no te importa y no te aporta lo más mínimo que con la que quieres...y podría seguir. Porque hay que decir estas cosas, no?

De acuerdo. Pero entonces háganme el favor de decir las otras realidades también. Las realidades como que agradeces que al llegar a casa haya alguien para escucharte o aguantar tus enfados. Para animarte cuando lo necesitas, para apoyarte en todo lo que hagas y que te apetece querer. Dime que si tu hijo no se duerme y tú tampoco, lo quieres matar, de verdad, pero que esa sonrisa sin dientes consigue sacar la más genuina de las tuyas. Dime cómo estás de contento cuando las cosas salen bien en el trabajo, cuando te dan una palmadita en la espalda o cuando recibes ayuda de alguien que no tenía por qué hacerlo. Dime cómo te gusta que esa compañera siempre intente hacer las cosas bien y con una sonrisa "Pero es que tiene que hacerlo" No. Dime que admiras cómo tu amiga saca fuerzas de donde tú no las tienes para salir adelante. O mejor, no me lo digas a mí, díselo a ella. Dile a tu madre que no sabes cómo lo hace para tener siempre esos detalles. "Pero ya lo sabe" Claro, sabe que agradeces todos sus sacrificios. Pero díselo. Dile a tu padre que a pesar de lo chapas que puede llegar a ser con sus charlas, en el fondo las necesitas. Coméntale a tu hermano que no se preocupe, que aunque ya lo habrías asesinado varias veces, le vas a querer siempre. Porque lo sabe. Pero todos necesitamos una confirmación. Como ese mensaje que te llega cuando compras un billete de avión por internet y te dice que todo ha ido bien. Necesitamos ese mensaje para volver a respirar y nos viene guay que nos digan estas cosas porque son un extra de oxígeno. Para seguir viviendo en la cruda realidad.

Y es que el de arriba también comentó que el cuerpo humano estaba hecho para vivir 30 años. Que luego estamos aquí de regalo.
Ay, pero si me quedan 3 años nada más! - pienso
El lado más oscuro de mi ser, ese que se pregunta qué pasaría si me fuese mañana mismo, empieza a funcionar. No es miedo, es "Qué dejaría...y la gente a mi alrededor? Tendrán claro que...? claro por eso no te puedes enfadar con alguien mucho tiempo porque luego qué? imagínate...Y no le dijiste aquello...Qué pena no haber hecho tal...o cual incluso..." Llegados a este punto de absurdo, vuelvo a mi ser, en la tierra, en una mesa con la mejor compañía y la mejor de las cenas y caigo en la cuenta de que tengo todo lo que se necesita para hacer todas esas cosas y más.

Pero lo cierto es que la vida te cambia en un instante y la gente se muere. (Qué positiva oiga! Cómo se nota que mañana es lunes) Pero es verdad! Se fue Luis Aragonés, un tipo al que le debo una de las alegrías más irracionales y geniales de mi vida y leo a todo el mundo dedicándole unas palabras. Entonces no puedo evitar pensar en si todos esos pupilos que le llaman Mister y dicen respetarlo y hasta quererlo, se lo habrán dicho lo suficiente en vida. No es que todos seamos buenos cuando nos vamos, ni mucho menos pero ¿hay que dejar un hueco en el planeta para que te recuerden que no lo hiciste tan mal?

Y luego se muere Philip Seymour Hoffman, un actor que sólo estuvo por aquí 16 años más de los que nos tocan pero que, al parecer, decidió vivirlos intensamente. Y mientras veo El lobo de Wall Street pienso en esa vida de exceso, de drogas, de dinero y de poner el cuerpo al límite que vivieron los que se dedicaron a vender un mundo mejor sabiendo que sólo ellos iban a disfrutarlo. Pienso en qué preferiría yo, 50 años salvajemente o 100 mediocremente. Y me contesto que lo que tengo es la vida que me ha tocado y gracias. Muchas gracias!

Además pienso que aún no me he convertido en uno de esos seres anulados que sonreían arriba y, por lo tanto, aún tomo yo las decisiones sin tener que pensar en otro ser. Pienso que no sé muy bien dónde estoy ni a dónde voy pero algunas cosas sí que se van teniendo claras. Lo que quiero y, sobre todo, lo que no quiero.

No quiero irme sin haber dicho las cosas. Las malas, claro, pero las buenas también.

Pues empieza ya.

Vale.
Mañana vuelvo a la cruda realidad que sabe a café con poco azúcar pero tengo trabajo, tengo una madre que me deja la fiambrera en la puerta y tengo, en general, mucha, mucha suerte.
(menos con lo de perder las cosas...pero eso es ya otro tema)

 

 

HABLEMOS DE...LOS TAXIS

Lo primero que tengo que dejar claro es que yo soy pro-taxis. 

Aunque hablen de más muchas veces y el sentimiento de timo sea inevitable en ciudades como Madrid, se compensa con los que te ponen musicote cuando lo coges con varias amigas, con los que son simpáticos y están limpios y, sobre todo, con los disgustos que te ahorran.

No sé cómo será la luz que ves cuando sientes la llamada del Señor, pero a mí esa luz verde me parece la mismísima virgen reencarnada (aunque las otras treinta veces que creíste verla, era un semáforo) en las noches de querer cortarse pies y soñar con teletrasnportarse a la cama.

Antes de descubrir los placeres de andar a consecuencia de la desgraciada pérdida de mi moto Jacinta, era taxi para todo. Un día confesé a Blanca entre cañas que por vergüenza llegué a simular alguna cojera antes y después de cogerlo porque llegaba tarde y el trayecto era muy corto. Desde entonces no ha vuelto a verme con los mismos ojos. 

Pero no es mi culpa. Es genético. Tengo un padre que no conduce. 

El señor de gafas oscuras es el máximo abanderado del anticarnetismo, lo cual consiguió que, ante los bufidos de mi madre porque no lo teníamos y ya pasábamos la veintena, desde el sofá de tres plazas siempre se escuchase un "Se puede vivir sin conducir, mírame a mí".

Claro que luego había que oír a la señora que calceta 

No te fastidia, teniendo otro coche en casa también yo! claro, tú es que eres cojonudo machiño...

Cuando me conociste ya estaba sin carnet!, yo no te engañé! 

Parece que a estas alturas de sus vidas lo único que puede separar a mis padres es esta lucha que llevo escuchando desde que tengo uso de razón. Aunque dada la reciente adquisición del permiso de conducción por el último bastión que le quedaba a mi padre en su lado (yo) parece que la García Senra ha ganado la batalla (como siempre, para qué vamos a engañarnos).

Pero lo cierto es que es cojonudo. El otro día sin ir más lejos, un señor le preguntó "Pero cómo?? que no tienes coche??" y otro contestó "Este? Este es un monstruo, no tiene ni carnet!". 

Ante la atónita mirada del primero, el señor de gafas oscuras se vio en la obligación de contar su vida al margen de la ley de circulación (cosa que no le puede gustar más). 

"Porque vamos a ver, de qué me sirve a mí un coche? Eh? El coche es para tarados, hombre!! Yo cojo taxis y soy mucho más feliz. Me recogen en la puerta y me dejan en la puerta. Nada de buscar aparcamiento. Jamás hubo una discusión en mi casa con mi mujer por quién iba a recoger a los niños a un cumpleaños o llevarlos al entrenamiento..."

(Bufido de la señora que calceta)

El señor que seguía sin dar crédito siguió su interrogatorio a este espécimen fantástico de la naturaleza. "Y no llegaste a sacártelo nunca??

"Cuando cumplí 18, mi padre casi me obligó a sacármelo. Esto a mí ya me cabreó bastante porque no lo veía necesario pero aprobé el teórico aquel...era tipo test? ya ni me acuerdo. Cuando llegó el momento de montarme en el coche, un 600 beige, salí en cuesta bien, sin problemas pero al llegar a la rotonda de la Plaza de España se me caló. Y entonces me vi en un momento rodeado de varios seres transformados en bestias, pitando y gritándome con medio cuerpo fuera de la ventanilla. Pensé que eso no era para mí así que me bajé del coche y hasta hoy"

Este dato no está confirmado pero el señor de gafas oscuras da su palabra de honor (y de esto aún conserva bastante, no como el pelo) que el señor este se levantó y le aplaudió.

"Y el tiempo me da la razón Piraña. Tu madre, que es una señora encantadora, se transforma en el coche!! Grita, protesta...mata a viejos!!"

(Berrido de la señora que calceta)

Así que el señor de gafas oscuras va por la vida en taxi y nos inculcó las bondades de este medio de transporte desde pequeños. Pero si hablo de taxis y del jefe, aún a riesgo de estarme extendiendo demasiado, me van a permitir que dedique un recuerdo a Don Enrique Riveiro.

Que quién era Riveiro? Un taxista. Bueno no uno, El taxista que acompañó a mi padre durante veintitantos años. Y la suya, es una historia para contar.

Empezó de forma trágica pues fue quien llevó al señor de gafas oscuras al hospital en el momento en que mi abuelo Florencio entraba en Urgencias para no salir jamás. Y se le olvidó pagar. A los pocos días apareció en el despacho preguntándole por sus suegro y negándose a aceptar el dinero que mi padre recordó que le debía ya que visto el resultado, "Fue una mala carrera"

Desde entonces el jefe podía tener un taxi delante de la puerta que llamaba a Riveiro. Que el avión se retrasaba en Bilbao? "Enrique, ven a buscarme". Que la bis se había quedado en Zaragoza "No te preocupes, ya lo solucioné" "Pero cómo va a atravesar España mi abuela en taxi, si tiene 90 años??" "Pues que le traiga la maleta" El número de su móvil se aprendía como el Padrenuestro por unos adolescentes hermanos y primos "Porque si un día os despertáis en Cuenca, no quiero que me llaméis a mí, llamáis a Riveiro"

Era un tipo entrañable, con un corazón que no le cabía en el pecho y conocido por toda persona de la carretera. Sabía dónde parar a por el mejor queso, a por el mejor chorizo y dónde tomarse la última un martes cualquiera. Tenía una radio por la que todo se contaba y todo se encontraba y era experto en interpretar la cara de perro de mi padre después de un mal día así que "Navegación en silencio no?" "Correcto

Que había juicio en Marín? "Bájame a la niña que la paseo y le compro un helado" y ahí me iba yo encantada con Enrique. Que hay que ir a buscar nosequé y mi madre no podía? Iba Riveiro. Que se compraba un taxi nuevo? Iba a probarlo con el señor de gafas oscuras.

Casualidades de la vida, el jefe y Enrique cumplían el mismo día así que cada 18 de julio le aparecía con pasteles y champán en el trabajo y cada 31 de diciembre se tomaban una copa los dos. Juntos vivieron aventuras y desventuras por España adelante durante todos los años que duró su contrato. Hasta que se fue. Y aunque no se podía fumar en el coche, de vez en cuando le quitaba el cartel para que el jefe echase un cigarro. Y aunque vivieron buenos y malos momentos, Enrique siempre, siempre tenía una sonrisa en la cara al recibirle. Y aunque hace unos años que ya no está, aún nos acordamos todos de él, porque era un personaje. Ambos lo son. Y aunque el jefe es poco dado a las fotos y a los recuerdos, en el despacho tiene una donde está Enrique con su taxi.

Porque aunque yo iba a hablarles de un taxista, en realidad les acabo hablando de una amistad.

 

 

 

POR QUÉ HAY QUE HACER LIMPIEZAS

Ordenar el cuarto es el principio de todo. Desde siempre. Desde que tu madre no te dejaba salir a no ser que todos esos juguetes volviesen a su sitio o cuando te encontrabas un cartón de pizza debajo de la cama y hace ya varios días que el monstruo de la ropa va de la silla a la cama y de la cama a la silla en el colegio mayor. Es hora de ordenar.

Cuando vuelves a casa de papá y mamá después de un tiempo fuera y tienes que, de alguna forma, hacer convivir las cosas que allí habitan, supervivientes a anteriores purgas, con todas las que traes en la mochila (quien dice mochila, dice maletas y bolsas varias), tienes un problema. Y qué solemos hacer con los problemas? Evitarlos. Se esconde todo como se puede hasta nueva orden (de madre) o hasta que un día no encuentras la maldita carpeta que pone Cosas importantes de la vida. Llegados a este punto debes enfrentarte a una realidad: no llega con ordenar, hay que hacer limpieza

La situación es crítica. Entre cuatro paredes, tú, una bolsa de basura negra y tus cientos de cosas. Venga hombre, no exageres. Al fin y al cabo son eso, cosas, no será difícil deshacerte de ellas.

JA!

Hay dos tipos de personas, las de guardar y las de tirar. Yo soy definitivamente de las primeras. Cojo todo papelucho que me hace gracia, me parece bonito o me recuerda a algo, alguien o alguna situación. Así que si el 80% del cuerpo humano es agua, ese mismo porcentaje en mi cuarto es celulosa.

La potencia sin control no tiene sentido y el guardar sin saber dónde tampoco. La información por sí sola no es poder. La información ordenada y clasificada sí. De ahí que las madres sean tan poderosas, porque saben dónde están las cosas.

Para eso están las cajas. Las cajas son la base de todo. Mi amiga Cova es muy muy fan de ellas y le dedico un recuerdo cada vez que las veo bonitas.
Porque pueden guardar simples aparatos y cables electrónicos pero ahí está también la Game Boy con el Tetris aún esperando a que vuelvas a engancharte y batas tu récord de 222 líneas (era un número tan redondo, tan capicúa y tan par que tuve que retirarme después de conseguirlo). En la siguiente encuentras las fotos del colegio y ese lazo con 3 años, ese aparato con 9 y esos terribles 14. Los apuntes de clase que consiguieron que a día de hoy te acuerdes que "Un pronome átono nunca pode encabezar unha oración" y de Los Reyes Católicos pero no tanto de los afluentes de Douro ni de todas las capitales de África...

Haciendo limpieza te llevas sorpresas agradables. Como encontrarte tu año entero de Erasmus en forma de libreta-collage. Con todos los sitios en los que estuviste, los trabajos de clase y hasta el número que llevabas en la primera regata en Cambridge. Pues parece que no estuvo nada mal el año aquel en la isla esa. Nueva York por aquí también y va a resultar que esas tardes de corta y pega son de agradecer. Así que te prometes hacer lo mismo con esa caja, "la" caja. Esa en la que guardas todo aquello que te observó desde las paredes tus cuartos desde que hace 9 años te fuiste de esta habitación a la que hoy vuelves. Cosas que tienen algo más que restos de blue tack en la espalda. Están los dibujos, recortes, entradas, fotografías, postales, posavasos, tíquets, etiquetas, recuerdos de viajes y frases que te vieron cada día durante tantos años. Cosas que son momentos y personas.
Al abrirla no puedes evitar recordar a tu amiga Ceci en ese posavasos de Hamburgo, a esas teenagers que fuisteis en cada entrada de Vánitas, Dúplex o El manco (mi madriña!), todos los lugares en los que estuviste en cada postal, postales molonas que habías olvidado, postales antiguas y otras que te recuerdan tu lado más obvio como ese bebé de Anne Gueddes, los primeros años Madrid en ese trozo de muro de Malasaña que una noche se derrumbó a vuestro lado o en esa tipiquísima foto de pies en el Km 0 con, al loro, pantalones de campana.

Las personas que guardamos somos nostálgicas por naturaleza. Hay una escena bastante antológica de Mad men donde dicen que Nostalgia viene del griego y significa "dolor de una vieja herida". Puede que esos trozos de papel no ayuden a cerrar esas heridas, más bien al contrario. Puede que alguien vea cierto grado de masoquismo en esto. Pero lo cierto es que ese pequeño dolor, esa punzada que es casi como una descarga eléctrica y provoca una sonrisa al tiempo que te pone un nudo en la garganta, me hace sentir más viva. Y así ocurre cuando abro mis cajas de papeles o cuando revisito la carpeta de notas y cartas de las adolescentes perdidas que fuimos. Sonrisas y lágrimas sería una buena síntesis de esa película. Pero en general lo es de cualquier historia que merezca la pena ser vista, contada o vivida.

Así que todo guardado, ordenado y clasificado. En cajas. Lo único que hay que decidir ahora es dónde quieres colocarlas. Cuáles dejas cerca y cuáles colocas en el fondo del armario...sabiendo que estarán ahí cuando las necesites.

No es que yo quiera hacer apología del síndrome de Diógenes. Claro que hay cosas que hay que tirar. Pero lo cierto es que aunque me proponga hacer limpieza me resulta imposible mandar a la bolsa negra cosas que me recuerdan lo que viví, quién fui y, por lo tanto, quien soy. Los recuerdos no dejan de ser referencias, como si de un mapa se tratase. Te ayudan a ubicarte como esas pegatinas de "usted está aquí"

Pero para conseguir orientarse primero hay que ordenar. Porque cuando uno se encuentra en medio de la nada, bueno, en medio del todo en este caso, hay que empezar por algún sitio. Ordenar el cuarto es el principio. De qué exactamente? El principio del fin del despiste. Es volver a estar preparado para lo siguiente. Porque vuelves a saber dónde están las cosas...y dónde estás tú.

Y esto, que iba a ser una entrada sobre limpiezas de cuartos, ha acabado por convertirse en una de orden en la vida. Y tiene gracia porque al escribirla ha habido de todo menos orden y he tenido que revisar, cortar y "tirar" párrafos como si de mis cosas se tratase. Así que tal vez debería haberse titulado "Por qué hay que ordenar?" y la respuesta sería "para continuar".

Tan simple como eso. Ordem e progresso.

 

PARA QUÉ SIRVE UN HERMANO

Hace un tiempo se extendió como la pólvora en mi muro de Facebook un artículo que se llamaba "Para qué sirve una hermana" y en él se relataba lo que su propio nombre indica. Era bonito y reconozco que sentí cierta envidia imaginándome a todas las hermanas que se lo estaban posteando porque yo no sé lo que es tener una. Lo más parecido que tengo son mis primas, y menudas primas! pero lo que yo tengo son hermanOs. Así que, con permiso de la autora del artículo original, yo aquí voy a contar para qué sirven estos tipos.

Un hermano sirve para hacerte rabiar. Principalmente esa es su labor en este mundo. Por qué? Porque pueden. Porque se aburren y porque les hace extrema gracia ver cómo te atascas cuando intentas contestarles.

Un hermano sirve para decirte que esa falda es muy corta, para decirlo delante de tu padre si es posible. Sirve para cogerte por banda y decirte que ese chico no le gusta nada o qué narices hacías el otro día en tal sitio que te vio su amigo Nosequién. Son los primeros a los que mandas a la mierda y los primeros que te dirán "Tienes la regla o qué?"

Sirve para contarte su último ligue y para no reconocerlo al babear con su primer gran amor. Para verle destrozado cuando le rompen el corazón y que, por extensión, tú lo tengas también marchito. Sirve para decirte que te andes con mucho ojo que él a tu edad hacía unas guarradas tremendas y contestarte "Yo me lié con tías muy inteligentes" cuando tú le rebates con un "Pero si a los tíos como tú se os ve venir!"

Sirve para animarte. Para tumbarse contigo en la cama y decirte que todo va a ir bien, que eso ya le pasó a él y que te vas a reír. Para decirte que eres la mejor cuando lo necesitas. Y para decirte que eres imbécil cuando te lo mereces.

Sirven para aliarte con ellos en un frente común: vacilar a vuestros padres. Para librarte de alguna bronca. Pero también para que se ganen alguna cuando el chivarse es la única alternativa que te queda porque eres pequeña. Son la excusa perfecta al principio "pero si estuve toda la noche con los niños!" pero dejan de resultar efectivos "Me da igual, los niños son los peores, te vuelves antes a casa!"

Sirven para decirte que no pintas nada y hundirte o para darte la alternativa al mundo de los mayores con un "Quieres una copa?" y que te creas guay. Luego se arrepentirán de esto porque si para algo sirven los hermanos mayores es para invitarte a copas. A cuántas? A todas.

Sirven para dejarte dinero y para dejar la despensa sin existencias el domingo. Para discutir. Para amenazar de muerte a todo amigo que acerque a ti. Para decirte que eres una mimada. Para mandarte callar. Para decirte "Carmen…shhh relax!" y consigan de todo menos relajarte. Sirven para echarlos de menos infinito y para querer que se vayan a los dos minutos.

Un hermano sirve para desahogarte. No hay límites, di lo que quieras, sabes que ese enfado no va a durar. Sirve para odiarlo irracionalmente en la infancia, para que te torture cuando eres pequeña y siga dándote unas leches hoy día que sorprenden a propios y extraños y que son la causa de que no midas la fuerza cuando pegas queriendo ser cariñosa. Sirve para que te proyecte los eructos y diga que es su forma de prepararte para lo dura que es la vida. Supongo que también sirven para que no seas la más femenina del mundo.

También sirve para dejarte dormir con él cuando tenías pesadillas de pequeña, para, al verte tumbada en el pasillo, decirte "No-te-mue-ras, no-te-mue-ras", para cuidarte cuando se iban nuestros padres y acabar peleándose en unos niveles de macarrismo que te hacían llorar y creer que de ahí uno no salía vivo. Para quitarte el mando a distancia y utilizarte a ti como tal cuando no hay. Sirven para que seas su hermana favorita (y única), para que te vacilen mucho, pero mucho delante de toda la familia y luego sus amigos te digan que siempre hablan bien de ti.

Un hermano sirve para darte consejos. De trabajo, de vida y de ese género que es el suyo y que a veces te cuesta entender. Porque no es tu amiga y aunque intenta ser tu amigo no puede evitar hablarte como hermano tuyo que es. Y los "A quién hay que matar?" alternan con "Bueno, ahí no tienes razón" y con muchos "pasa de papá que no tiene ni idea"

Un hermano sirve para decirte de repente "Estás muy guapa!" y que te lo creas.

Sirve para que un día ellos te pidan consejo a ti. Para que escojan bien a las cuñadas y seas tú el mayor filtro. Para que un día te hablen de tú a tú y al siguiente como si aún tuvieses 12 años. Para sacarte de quicio. Para hacerte inmune a las burradas porque las que ellos dicen son siempre peores. Para conseguir hacerte reír cuando estás de morros a base de vaciles y de "pero mira, mira…si te estás riendo ya!! no disimules!" Para dejarte en paz cuando deben y sorprenderte con llamadas simplemente para preguntarte qué tal estás y si te hace falta algo.

Un hermano sirve para tomarte una copa con ellos y acabar llorando (porque si la exaltación alcohólica de la amistad es terrible, no les quiero contar la fraternal) O para acabar discutiendo. O para empezar discutiendo y acabar llorando. Sirve para hablar de cosas importantes y también para picarse mucho jugando a triviados. Un hermano sirve para sentirte querida. Para tener la seguridad de que hagas lo que hagas siempre van a estar ahí para protegerte, para gritarte si hace falta y para darte un abrazo de oso al final.

Un hermano sirve para escribirles para qué sirven, hacerles la pelota y así saldar mi cuenta de copas y conseguir mejores regalos.

Aunque lo cierto es que el mejor regalo son ellos (casi siempre)

Os pongo de pequeños porque erais mucho más monos.

Os pongo de pequeños porque erais mucho más monos.

SER (O NO SER) IMPERMEABLE

Andando por la calle con los cascos que me trajo papá (que no Noël), disfrutando de las mañanas viguesas invernales que tanto tiempo llevaba sin ver y camino de hacer recados que parecen multiplicarse pero en realidad es que me estoy tomando las cosas con calma suprema y supina, de pronto me topo con una estampa que me encanta. La "paradinha" de la niña que iba colgada de la mano de su padre en un charco. El placer de ver que sus botas no dejan pasar el agua. Ser impermeable es un superpoder.

O no.

A mí me gustan mucho las katiuscas, desde siempre me parecieron muy molonas, protectoras y que daban un andar de superhéroe aunque te dejasen los pies fríos (y ya sabemos que así no se piensa bien).

Hasta que remé (pero otra vez con el remo Carmen? hasta cuándo te va a durar eso de que hiciste deporte UNA vez en tu vida? Pues hasta que vuelva a hacerlo)

Cuando me convertí en remera, muchas veces no conseguíamos atracar el barco, así que yo perdía la paciencia y saltaba del susodicho antes de tiempo con lo cual ni katiuscas ni leches, el agua entraba primero como un hilito y luego a borbotones mojándome las extremidades inferiores. Todos decían un "zenkiu Cormen" así que supongo que valía la pena empaparse pero yo perdía mi superpoder. El agua que se cuela por donde no debe es muy molesta, que se lo pregunten a cualquiera que al ir a colocar el plato recién fregado para secar, nota un escalofrío por esa maldita gota que se cuela hasta el codo mojándote el jersey.

La gente impermeable tiene un don. El don de que le resbalen las cosas. Es más fuerte y resistente, así que lo muy malo no le afecta. El agua les toca pero no les "toca". Claro que esto tiene sus desventajas. Lo muy bueno tampoco les penetra. No digo que haya que ser una esponja (excepto en lo que al saber se refiere, queridos niños y niñas, en el saber hay que ser como una esponja) pero supongo que hay que dejar un grado de traspaso suficiente para no declararse intocable.

Las palabras que empiezan con im- o in- son peligrosas y bastante aburridas. Yo creo que no soy in- o im- nada. Ni implacable, ni impasible, imposible, increíble o, espero, imbécil.

Nada de eso. Soy batible, perturbable, como casi toda la sociedad corruptible en un grado u otro y, espero, creíble cuando intente explicar las razones de ello. Y son las mismas razones de que en algún momento me hayan vencido: no soy impermeable.

Considero que ser impermeable no es bueno pero se es mucho más feliz cuando las cosas te resbalan. Siento una profunda admiración por la gente que hace de su vida una presa. Yo viviría con el miedo continuo a que una mínima brecha haga que todo se desmorone. Así que opto por ir mojándome poco a poco…aunque nunca haya respetado las 2 horas de digestión.

Pero qué le voy a hacer, me encanta el agua. Me encanta mojarme. Y poder secarme después. Me encanta bucear que es lo más cerca que voy estar de volar. Y aunque soy asmática y alérgica y en realidad me va fatal, mi clima natural es húmedo y lluvioso. De ese que te cala hasta los huesos. Y aunque me aliso el pelo, tiende a rebelarse y a rizarse. Y aunque esto me ponía enferma a los 16 años, ahora, me resbala. Así que puede que con el tiempo, con cada chaparrón, nos hagamos un poco más impermeables. Pero a mí, por si acaso, siempre me van a hacer falta unas katiuscas y un paraguas de esos que amo y odio a partes iguales.

"E se chove, que chova" rezaba un anuncio un tanto ñoño de una conocida marca de supermercados gallegos que a los expatriados nos tocó un poco la fibra (de Gadis, dilo coñe, que a ti no te pagan un duro por publicidad)

Y aunque hayan sido unas Navidades de merda, con Ciclogénesis explosiva (que no es una ciclogénesis cualquiera, oiga) ahora mismo me voy a la peluquería.

E se chove, que chova

, porque

Tiene que llover, tiene que llover…

Yo me voy a seguir mojando.

NOVIEMBRE

Noviembre es el frío. Y la calefacción. Esos momentos de calorcito que te hacen acercar las manos a "la cale" como le llaman en alguna casa y es origen de verdaderas batallas entre padres e hijos. Grado arriba, grado abajo…pero cuando el grajo vuela bajo...

Llega de repente y las noticias sobre las primeras nieves copan los telediarios. "Sí, a mí me ha pillado por sorpresa y he tenido que parar a comprar unas cadenas" 

Cadenas para poder seguir el camino. Vaya contradicción. O a lo mejor es lo que nos pasa a todos. Te encadenas a un trabajo, a una hipoteca, a unos hijos, a otra persona. Las cadenas llegan a agobiar y a apretar pero gracias a ellas sigues adelante. Con más peso que antes y entonces te deslizas mejor. Pero siempre te preguntarás qué sería de tu vida sin ellas. Con unas raquetas en los pies. Sólo tú y la nieve. 

La blanca Navidad está por llegar y un anuncio de loterías que da más miedo que ilusión nos recuerda que todo depende de unas bolas en un bombo. Todo? no, todo no. Pero quién no ha pensado lo que haría si le tocase? En mi familia cada año cambiamos el destino del viaje que haríamos. Todos juntos "Pero sin niños eh?" "Mucho mejor un crucero que la Toscana" "Pero imagínate esos desayunos en una casita al sol!" El debate está servido. Y nosotros somos más de lo comido.

Noviembre es ese mes en que asomas la cabeza por la ventana antes de ir a dormir y te hielas la nariz. Con los pies fríos y sudadera, sueñas con que el edredón crujiente te calienta las noches. Y una barrera de cojines y almohadas impide que involuntariamente durante la noche te muevas hacia Siberia, que es toda esa parte de colchón no colonizada.

Noviembre es dulce según la película…pero no lo fue tanto en realidad. El trabajo, las decisiones y las eteeeernas dudas. Pero entre alguna salida despistada, unas cuantas botellas de vino, muchas conversaciones, dibujos, libros, libretas que se llenan con quehaceres, visitas al hogar, trabajar, decidir, comer rápido, comer increíble de la mano del mejor chef, visitas que te desconectan de la capital y algún que otro "y si" traicionero, se va otra vez. Otro mes.

Noviembre es tratar de jugar a la Rayuela con Cortázar…aunque para mí siempre fue la mariquitilla. Son conversaciones que se aguan como el hielo hace con la copa. Pero en realidad hace frío. A lo mejor sólo es eso.

Noviembre es…es desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal esquivo, alentado mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso…ceer que la solución en una duda cabe…esto es Lorca, quien lo leyó, lo sabe.

Es acabar por decidir y repetir mil veces los por qués a quien quiera escucharlos para autoconvencerte a ti también. 

Decir las cosas en alto ayuda a relativizar.

Y "relativizar y trabajar" es una frase que lleva bastante tiempo escrita en mi pizarra. Esa que observo a lo lejos reflejada mientras me veo al espejo. Espejo en el que estoy yo en una foto de pequeña. Y salgo por la puerta viendo otra foto de mi abuela Pita con sombrero, cigarro, gafas de sol y actitud. Sobre todo eso.

Entonces son cuatro cosas. Verme a mí. Verme a mí entonces. Recordarla a ella. Recordarme a mí lo que hay que hacer: "Relativizar y trabajar"

Y mientras espero, no fumando, al tiempo que yo quiero, se me va entre las manos el que realmente ahora tengo. Este mismo. El tuyo y el mío. A este es al que hay que dedicar las horas y el esfuerzo. No al que vendrá que por mucho que pongas interés, preguntas y dudas, nunca sabrás lo que será. Porque lo que será…será. 

La única pista sobre tu futuro te la va a dar lo que estés haciendo ahora mismo. Y muchos pocos hacen mucho que dice siempre el Jefe. 

Pues poco a poco y tiempo al tiempo (al de ahora).

Diciembre será…será. Será verdad. Aunque de muchas mentiras esté hecha la Navidad, no puedo evitarlo, a mí me gusta. 

Y mientras tanto "No abran la ventana que se escapa el Wifi"

OCTUBRE

Empieza  con una visita y acaba conmigo devolviéndola.

No está nada mal para este mes en que el otoño parece no querer empezar, los abrigos siguen en el armario acumulando polvo y en los escaparates siendo ignorados. 

Octubre es el mes en que vuelven los colegios por la tarde y pandillas de adolescentes en masa copan el ancho de las calles con sus mochilas por el culo, sus andares, sus risas y sus gritos. 

La manada se mueve junta y se prometen amistad para siempre al tiempo se insultan gratuitamente y los vaciles continuos al que está al lado son la forma de sobrevivir. En grupo pero solo. Defendiéndote de tu amiga pero sin poder ir al baño sin ella. Todo es fuerte. Todo es muy fuerte. 

Un par de faldas subidas a la salida del colegio con medias de sport caminan delante de mí. Melenas al viento tapando media cara y una confesión. Una pausa dramática en medio de la calle, me tropiezo con ella, mirada de desprecio a mi persona pero dura lo justo para volver al tema. Al tema fuerte. 

Un "Pero-qué-me-esstás-con-tan-do-tíiiiia!??" y una carcajada. La mía.

Fuimos así, supongo. Miramos así y vivimos así. En aquella época de pipas, primeros cigarros, primeras copas y primeros amores y desamores, éramos así.

Octubre es un mes de tránsito. Ya estamos instalados. Volvió la rutina y casi sin querer te tropiezas con un árbol de Navidad. Pero bueno estamos locos o qué? Cada año igual.

Este mes fui a Vigo y comprobé cómo una amistad surgida en un hospital, rodeada de tantos males y penas, puede dar lugar a las mayores carcajadas nunca oídas en el Xeral. 

Muchas veces me lo había contado mi madre, que la gente les decía "vosotras dos, siempre riendo" y esta vez lo comprobé un situ. La excusa, un análisis para ver qué tal trato a mi cuerpo, que los domingos se me queja bastante...el resultado ver a esas dos. A la señora que calceta y a Nany. De la primera ya no puedo decir mucho más, el garciasenrismo corre por sus venas y los residentes del hospital lo sufrían al ir a pedirle un cambio de guardia "pero si hace tres meses que tenéis el calendario, TRES MESES! y me vienes el día anterior? No hay derecho". Pero luego los defiende delante del jefe como si de sus niños se tratase. Nany da unos besos sonoros y unos achuchones que hacen que te quieras quedar ahí para siempre. Y eso que es la encargada de pincharnos! pero ella "siempre con aguja fina" para que no te enteres. Dos amigas y treintaymuchos años de pasillos, contándose penas, riendo, hablando, con cafés y tertulia a ritmo de pacientes y médicos…e hijos y maridos y familia en general. Riendo sin parar. 

Octubre debería saber a castañas, pero la señora castañera con su puesto que huele bien no se dignaba a aparecer. Hasta que un día lo hizo y Blanca vino con dos docenas a casa. Y vino. Vino con vino también. Por si acaso. Y aunque yo siempre le digo "que nooo que me tomé más que tú"  me dejó la última.

Octubre se fue dejando las hojas del árbol de mi ventana teñidas de rojo y una serie de incógnitas por despejar…pero se resolverán en el próximo capítulo.