Ya estamos más cerca del cuarto de siglo que de la mayoría de edad.
Piénsalo. Cuánto hace de aquellos felices 16? De aquel reencuentro en la rampa de Jesuitas?De aquellas noches iniciáticas que nos descubrieron un mundo oscuro y borroso (pero terriblemente divertido) del que hoy somos viejas conocidas?
De los ritos de la adolescencia, damos un paso de gigante y huimos del hogar.
Y vuelve a encontrar tu sitio. Y más te vale hacerlo rápido o te comen!
Y pasan cuatro años. Y aunque el objetivo estaba claro, alcanzarlo se convierte en una carrera de obstáculos.
El trazado se difumina. Poco a poco te vas dando cuenta de que hay que saborear cada paso, porque te encuentras con desvíos y encrucijadas. Y aquella meta original ya no parece prioritaria.
Y descubres, como ya se dijo hace mucho, que el camino se hace al andar.
Así que, a pesar de que pones fin a una etapa, filliña, te diré, que te quedan muchas por superar.
Supongo (digo supongo desde mi cómoda posición de "todavía me quedan 2 años para estar en tu situación"), que da mucho miedo.
Porque vuelves a escuchar el "Ready, Steady..." y te palpita el corazón mientras estás en un limbo del que no quieres salir pero inevitablemente llegará el "Go" y vuelta a empezar. Aunque esta vez en primera división.
Con 22 añazos sólo se pueden tener muchas ganas y mucha ilusión, así que fuerza y al toro!
Además, desde que decidiste que eras "muy buena, si no la más", seguro que todo te va de perlas (Aunque no dejarás de hacer “chaladas”. Porque nos encantan, porque sin ellas no serías tú y porque nosotras te queremos tal como eres)
Muchas, muchas felicidades.