ME COLAS Y TE COLO?

Estaba yo esperando para entrar a ver a los impresionistas (ellos impresionantes, el verlos con mil cabecitas delante, no tanto) cuando empiezo a pensar cuánto odio generan en mí las colas.

Semejante pérdida de tiempo...

Realmente en ésta no tenía ningún derecho a enfadarme pues me traen unos cuadros que no tendría oportunidad de ver normalmente y aún por encima "bai de feis" (podía tomar nota la baronesa) La cuestión es que al final no fue para tanto. Entre la radio y el periódico llego delante de esas bandas granates aterciopeladas arregladas con celo (glamour, lo que se dice glamour...poco) me río de la cara del segurata cuando la señora de delante le increpa por cerrarle la banda en sus narices y al poco rato entramos. Vale.

Pero esto no ocurre en otras colas. Véase, en Carrefour express. Ya lo de "express" parece una provocación pero no contentos con esto ponen un cartel bien grande que reza "cajas rápidas sólo cestas" Que tú dices, vale, estaría mejor poner un número limitado de artículos, pero bueno, me conformo, es una medida inteligente separar las cestas de los carros. Carros en los que los chinos hacen la compra para sus tiendas comprando LA MARCA BLANCA DEL SUPERMERCADO!! Pido por favor que se le comunique a la comunidad asiática que sé que trabajan como su propio nombre indica, de veras valoro la cantidad de veces que me han salvado de morir de antojo de chocolate o han evitado que la falta de bebida fuese una excusa para no salir pero que por favor, ya que les voy a comprar unos espaguetis a precio de angulas, exijo que sean, como mínimo, Gallo. Pero como iba diciendo, las cajas de cestas serían eficaces si no fuera porque en las susodichas cabe la compra de un mes y hay gente en esta cola con 2.

Las supuestas cajas veloces son 6 estructuras de metro y medio de largo dispuestas en horizontal en vez de en vertical. Son mini-cajas sin cinta de correr, en las que llegado el momento estás solamente tú, tu compra y la cajera. Bueno y un mínimo de 20 personas mirándote con cara de odio por tu incompetencia a la hora de meter la compra en las bolsas. Yo bajo preparada, con el ipod con la batería cargada y mentalizada de que voy a salir de mucho peor humor del que entré.

Una vez hecha mi compra de joven-que-no-come-bien cuya base es: leche, pasta, Colacao, pavo, queso, chorizo de Pamplona, pan de molde y atún. Con variaciones de cara al fin de semana como pizza congelada y botella de Beefeater, me dirijo a la cola como cerdo al matadero. Y empiezo a odiar.

Odio a la cajera del pelo corto rojo fucsia, cejas pintadas y pachorra monumental mientras cuenta moneditas de cobre. Odio a la señora que tengo delante que me dice si le guardo el sitio que se olvidó el arroz ante lo que tengo que sonreír y asentir. Odio a la profesional con bolsa de tela que me recuerda que tendré que comprar bolsas biodegradablesdemierda que se rajan con mirarlas a 0,10 cada una. Blasfemo mentalmente. Odio al chico joven que no encuentra el dinero, al niño pesado que pide caramelos, a la madre que pasa de él, a la otra cajera que pone el cartel de "caja cerrada" cuando es evidente que hay mucha gente esperando a que realice su trabajo. Blasfemo en alto. Mirada de complicidad con la joven de al lado con compra semejante a la mía. Odio a la vieja que se intenta colar disimuladamente. Aplaudo a la señora que le dice que "La cola es esta" Odio haberme olvidado del chocolate porque después de haber odiado tanto ya no puedo ir a por él. Odio al chico que está en la cola de al lado y que, llegando mucho después que yo, ya está pagando. Odio a la pareja de delante a la que parece que les llega con su amor y no les importa nada esperar. Odio estar a punto de llegar y descubrir que las cestas de delante están a rebosar. Odio que lo comprado supere al efectivo y tenga que pagar con tarjeta, sacar mi DNI y decir que no tengo tarjeta carrefour cuando sí la tengo. Odio que las bolsas biodegradablesdemierda no se abran, que haya pasado toda mi compra por el pitidito y la de detrás ya esté con la suya esperando. Odio que la cajera mire al infinito en vez de ayudarme, que cuando por fin tengo todo amarrado tenga que firmar con la izquierda, y decir "es que soy diestra" para no parecer imbécil...pero lo cierto es que no me puedo sentir más imbécil porque he pagado por todo esta experiencia.

Odio las colas. La del paro, la de antes de un examen, la del control del aeropuerto, la de embarque, la cola blanca que se te pega en los dedos...Lo único que las hace más llevaderas es un chino dispuesto a venderme una cerveza marca Lidl a 1€ y dedicarme a hacer amigosdecola que en un momento dado te dejan entrar en el local con ellos, o te dan trabajo, o son el amor de tu vida....

"que dónde conocí a tu padre?...pues estaba quejándome en una cola cuando me dijo..."

DEL CHORIZO Y OTRAS COSAS

La cafetería de Bellas Artes es un espacio amplio, ruidoso y sucio (no pasaría ninguna inspección de Sanidad y será la causa de cualquier extraña enfermedad que desarrolle en un futuro). Las mesas comunes hacen que comas rodeada de perfectos desconocidos. O no tanto porque al pasar de los años acaban teniendo un nombre como "el calvo de los zapatos naranjas", "la tipa del pelo azul", "la que grita", "el de la trenca con patillas" Siempre hay problemas para sentarse y la comida se convierte en un trámite bastante incómodo por lo que he acabado comiendo fuera un bocata. Llueva o nieve.

Hay unas maquinitas en las que se forma una cola terrible. Es en ese momento (haciendo la cola) cuando debes escoger qué quieres, NO cuando te toca. (Sí, esto va por usted, señora)

Hubo tiempos en los que variaba del mixto a la hamburguesa pasando por algún primer plato del menú...pero ya no. De un tiempo a esta parte me he convertido al choricismo. Se trata del bocata más barato, con el pan más duro y lonchas de un chorizo. Digo "un" chorizo porque es una especie que nunca había visto antes. Soy muy fan del chorizo de Pamplona y creía que no podía haber nada más bajo, pero sí. Este es un subchorizo del cual me ponen gran cantidad porque supongo que no es muy popular y se les debe caducar. Lo peor es que lo disfruto. Me lo como tan ricamente mientras espero que se enfríe el café que sirven a una temperatura que funde el plástico del vaso.

Hoy salió el Sol, así que había más gente de la habitual fuera. Es increíble cómo cambia alguna gente soldependiente, solista o soltera cuando le da por salir al astro este. Recuerdo cuando las canarias de mi colegio se empeñaban en ir a tomar el café "al solito". No es raro que viniendo de estas islas del Atlántico asocien rayo de sol=calor...pero lo que disfrutaban sentándose en el banquito poniendo sus caras (y piernas y brazos) al Sol y soltando algún "qué aguhtito se ehtá", hacía que me preguntase si le habían echado alguna sustancia al café.

El Sol hace que todo brille más. Pero lo cierto es que todo es exactamente lo mismo que los días oscuros. Después de esta reflexión tan positiva me dirigí a la clase en la que la profesora Replinger (que es casi tan guay como su apellido) se disculpaba con una nota por no poder impartirla.

Pero el mal ya estaba hecho. Ya había pseudocomido y me había encafeinado. Era libre para salir del edificio y en las escaleras de la entrada me encontré un ser humano tirado y derritiéndose, me dieron ganas de coger una tiza y rodearlo pero huí.

"Perdona!, sabes dónde está Moncloa?" "sí, por la derecha, sígame" le dije a la señora. Y qué hizo ella? irse por la izquierda. Vamos a ver señora, si va a hacer usted lo que le da la real gana, por favor, no me pregunte. No me haga perder el tiempo en el semáforo, estar pendiente del retrovisor y preguntarme dónde narices se ha metido. No me haga blasfemar. No lo haga. Es muy molesto.

Me encuentro con otra motorista y llego a la conclusión de que es una versión malota de mi misma. En vez de bufanda de cuadros y tenis, ella con chupa de cuero y botas, en vez de vespa y casco rojo, ella moto de rueda grande y casco bastante más agresivo. Pero llevaba mochila de pringada como yo y fue bastante reconfortante.

Me di una vuelta por el brillante Madriz antes de venir a casa a hacer nada.

Ya es primavera. Vuelve el asqueroso morado acompañado del no menos asqueroso color salmón, la gente es más feliz y yo me alegro, pero necesito unas vitaminas.