No te acuerdas, no?
Claro, fue antes de que te diese tiempo a hablar bien nuestro idioma...aunque el tuyo lo dominabas.
Antes incluso de que supieses quiénes son los Reyes Magos y mucho antes de que dejases de creer en ellos. Es decir, antes de que perdieses la inocencia aunque no la independencia. Esa te vino de serie. Antes de que nos enseñases súper orgullosa tus nuevos dientes que, como suponíamos, por la genética que corre por tus venas, eran bien grandes, y dejases los de leche al ratón Pérez. Antes de todo eso.
Antes de que fueses una niña risueña y después una preadolescente insoportable. Antes de que tu padre empezase a sufrir. No te rías, fue así. Mucho, mucho antes de que creyeses que tus amigas eran las únicas te entendían y os escribíais cosas súper fuertes y a mí me decías que sobro, que no me entero o lo que quiera que estuviese de moda decir a los adultos allá por el 2030. Antes de que te invitara a aquella copa en Baiona y antes de que te pillase fumando. De eso sí que te acuerdas, no? Pues esto fue antes.
Antes de que me contases de aquel primer novio con su consecuente primer desamor. Antes de todas las lloreras porque no tenías nada que ponerte el sábado…pero es que desde entonces, desde antes de todo esto, ya apuntabas maneras de Drama Queen.
No te acuerdas pero había ratos en los que te dejabas coger como un koala. Y aunque no tengas ninguna noción de haber sido nunca tan pequeña y achuchable, ahí estaba tu madre para captar uno de esos momentos...de los de antes de todo esto.
Esos instantes en los que yo quería parar el tiempo.