HOY FUI AL BANCO

Y sí. Resulta que la señora que calceta (consciente de mi buena suerte) me manda a la conquista del Imperio británico no con una, ni dos, sino tres tarjetas de débito. Todo para evitar el temido (y ya experimentado en varias ocasiones) "tengo dinero virtual pero no material".

Y entonces? Pues que no importa cuánto te cures en salud, tratándose de mi persona, algo va a pasar.

ANTECEDENTES:

No me quiero extender hablando del hecho de que tenía que pagar el primer trimestre de la residencia y que no me funcionó ninguna de las 2 tarjetas que tengo para ello (una mía con la pasta y otra de mi madre con SU dinero y SOLO para EMERGENCIAS), que la 3ª en discordia estaba pelada y que una transferencia a la desesperada llegó 4 días después (cuando todo había pasado), que mi estómago empezó a atacarme porque me decían (cajeros y cajistas) que no tenía fondos, que yo SÍ que tenía fondos en internet pero NO en los cajeros, que mis uñas fueron cayendo una a una, que la angustia me corroía, que al final después de hacer mil y una operaciones sí que pude ir sacando libras pero "Oh! espera", tenía un límite diario, que el último día para pagar se acercaba peligrosamente, que al final conseguí reunir casi todo el dinero pero que tuve que pedir una parte, que ODIO tener problemas de dinero (sobre todo cuando lo TENGO y NO PUEDO pagar), que todo era una mierda, que me quedé sin ir a Londres por tener que pagar y que al final lo hice en el último minuto (literalmente, llegué a menos 5 a la oficina y cerraban a las 4) y que creía que todos mis problemas se habían solucionado pero...CHAN CHAAAANNN...a mi madre (en la cuenta de EMERGENCIAS) le habían cargado unas retiradas de efectivo que el cajero no es que me rechazase, es que casi me escupe.

Vaya, parece que sí que me extendí.

RESUMIENDO: creía que había robado a la señora que juega al spider de forma enfermiza la nómina sin yo haber visto un chavo. El banco me había vacilado...bueno, a mi madre más.

Y entonces? pues el "Garcíasenrismo" (para los ajenos a mi familia, lo definiríamos como un ser, un estar, un transformarse en una pantera chula, reivindicativa y lercha común en todas mis tías García Senra) se apoderó de la señora que calceta. Y entonces, fuimos al banco.

EL DÍA DE HOY:

La pantera Garciasenrista empezó a atacar YA a la chica que nos daba las indicaciones de a dónde teníamos que dirigir nuestra reclamación. "Por favor, madre, déjeme hablar a mi" (en realidad le llamo mamá y le tuteo, pero estaremos todos de acuerdo en que así mola mucho más)

Por fin, después de sortear a otro señor, mordido por la pantera también, por supuesto, y de esperar un poco, un chico, amablemente nos pide que tomemos asiento.

Y le explico lo ocurrido, interrumpida en más de una ocasión por la pantera indignada a la que habían dejado sin nómina (se puede entender el cabreo no?), mientras el chico amable de Caixanova, (en adelante CAC) empezaba a meter números en la computadora. Algún "quiero el reintegro de mi dinero HOY" y "si no, voy al juzgado" más tarde, CAC seguía imprimiendo y revisando, revisando y CHAS! Descubrió en problema. No le habían robado la nómina a mi madre. Todo era mucho más absurdo y retorcidamente simple de lo que parecía. Muy poca gente lo habría averiguado. Pero CAC era uno de ellos.

Tampoco os voy a aburrir con que los "esto no es culpa de nadie" que la señora que calceta me decía mientras yo agonizaba en Inglaterra eran mentira, porque resultó que la culpa fue de un alguien. Un alguien concreto cuyo nombre pronuncié varias veces en vano. Ese alguien cometió en primero de los muchos errores en cadena que contribuyeron a mi futura úlcera de estómago y reinjertos digitales. Pero lo descubrió CAC, porque CAC es un chico listo (en adelante CALC). Y así se lo dijo la ex-pantera garciasenrista convertida de nuevo en la señora que calceta en su versión más riquiña. Y yo también. Se lo agradeceré eternamente.

CALC demostró su paciencia y buenas formas pero sobre todo su COMPETENCIA. Y veo justo resaltar este dato, porque es tan RARO pero taaaaaaan RARO encontrar alguien competente en trabajos de cara al público, alguien que se pone en tu lugar y que fríamente analiza la situación y realiza bien su trabajo entendiendo que tú puedas estar en llamas, que sólo puedo decirle: BRAVO, CALC, BRA-VO.

Y aún digo más, tuvo el buen humor de hacerle una coña a mi madre cuando nos íbamos diciéndole que finalmente se le reintegrará su dinero sin necesidad de reclamación. Olé.

Hoy fui al banco y un Chico Amable y Listo de Caixanova me solucionó un problema.

Si los bancos tuviesen más CALCs, otro gallo cantaría.

 

EN POCAS PALABRAS

Colchester: Edificios bajos. Bicicletas. Tiendas.

Acento: Parece fingido. Estirado. Comprensible.

Gente: Amable. Obesos por doquier

English people: Mucha pinta de inglish pipol

Razas: Muchas. Hasta 4 casillas de "white" distintas.

Teenagers: No deberíamos quejarnos tanto de los españoles.

Niños: De anuncio. Rubísimos. Uniformadísimos.

Incendio: Obsesión. Ultra preparados.

Móvil: Muchos dígitos.

Extraño: Muchas sillas de ruedas (grandes facilidades de acceso). Enchufes. Obrero con tanga.

Tarjetas de felicitación: Para todo tipo de acontecimientos. Tiendas exclusivas.

Precauciones: Demasiadas. ("nunca son demasiadas"...Sí, lo son)

Universidad: Enorme. De todo y por su orden. Buenas indicaciones.

Instituto: Impresionantes instalaciones. Impresionante recibimiento. Teenagers.

Habitación: Grande. Enmoquetada. Baño-módulo-todo-es-ducha. Bien equipada.

Tiempo: 4 estaciones en un día.

6 p.m: Todo cerrado.

Transporte: Caro. Carísimo. Carérrimo.

Londres: Ese gran desconocido.

Little Britain: El alto es muy alto (aunque iba con tacones) y el calvo muy calvo.

Descuento de estudiante: Hasta en el café.

Tesco: Amor a primera vista.

Argos: Nunca antes había comprado por catálogo.

Comida: Más guarradas de las que podía imaginar.

Sandwiches: En la variedad está el gusto.

Pinta: El tamaño sí importa.

Bebidas: Mezclar todo con algún sabor afrutado asqueroso...por qué no?

España: Las comparaciones son odiosas.

Familia: Aún no os echo de menos. (aún)

Skype: Control paternal.

Fútbol: Lo puedo ver. Ujfalusadas no.

Labordeta: Gran pérdida. "puño cerrado"

Lavadora: Urgente.

Bicicleta: Necesaria.

Guitarra: Capricho.

UPS: Medio armario mío.

Bicho: Asqueroso. Acaba de morir.

100 CM

Por la mañana el metro va muy lleno. Si no lo sabíais, os lo digo yo. Podéis fiaros, hablo desde la experiencia.

Para llegar hasta Nuevos Ministerios y coger la línea rosa que me llevaría al aeropuerto, no tuve el más mínimo problema. Pero el gentío era tal, que tuve que esperar al siguiente tren (como la vida misma). Sin comerlo ni beberlo, me vi esperando justo al límite de la línea amarilla-de-peligro-de-muerte en medio de un grupo de 4 chicas y un chico que tenían toda la pinta de ser compañeros de trabajo, o de coro, o de arcilla, porque no podían ser más dispares.

El chico pequeñito rapado/calvo (llamémosle CPRC) comentaba que llevaba una cámara de vídeo con voz aflautada, o eso creía yo…porque la reacción júbilo de la chica menuda con voz de pito (CMVP) ante tan grata noticia, acabó de despertarme (por si las 3 llamadas de mi madre no lo habían logrado)

Pero llegó el tren y cuando me disponía a entrar, un niñato con una mochila más grande que él, se me cruza y va directo a los bancos. Maldito niño, estuve todo el viaje a punto de decirle que si no sabía que los asientos son para la gente mayor. (y yo me acerco a los 24)

En fin, me dirijo a la esquina con barra a la izquierda porque me pesaba la chabeta y pretendía cerrar los ojos a ratos…pero qué ocurrió? Que me tendieron una trampa. Un ser que vale por dos se colocó a mi derecha y un señor que tenía toda la pinta de cura, se instaló justo delante de mi. Estaba atrapada.

El grupo ecléctico siguió parloteando sobre su viaje (lo sé porque oí a CPRC y a CMVP durante todo el trayecto) y yo analicé a mis secuestradores.

El señor cura disimulaba muy bien, con esa cara de bonachón, esas gafas y esa camisa de manga corta amarillenta...pero a mi no me la daba con queso.

El gordo de la derecha empezó a moverse. Era muy gordo. Podría decirse que llegaba al nivel en el que hay que pronunciarlo así: "GUEORRRDO"...pero para no herir sensibilidades le llamaremos Ovidio.

Ovidio no paraba de abanearse la camiseta de Adidas, a conjunto con su chandal Adidas, su bolsa Adidas (esto lo descubrí sólo cuando lo vi partir) y sus tenis...Nike. Estaba sufriendo. Se le notaba. Y venga a abanicarse. El calor era infernal y el señor cura había taponado toda opción de huída. Y ahí estaba yo, atrapada en menos de un metro cuadrado, intentando no contagiarme por los movimientos agónicos del ser que tengo al lado, pero resulta casi imposible no soltar un suspiro. Busco la mirada cómplice del Hombre Tranquilo que observa la escena sin inmutarse, como su propio nombre indica.

Las paradas se suceden pero ahí no hay cambios. Veo por 4ª vez un anuncio de Metro: "Carmen Herrera, arquitecta. Siempre llega puntual a sus reuniones" con una chica muy sonriente a la que por 4ª vez han pintado los dientes de negro. Me compadezco de la pobre Carmen.

Por fin se baja el niñato, que resultó ser todavía más niñato, pues nadie le advirtió que no se puede llevar la mochila con el mismo estampado de cuadritos que la muñequera y que los cordones (Dios, qué niñato!), así que el señor cura y servidora nos sentamos. "FREEDOM!"

Ovidio, con su pedazo peluco y un anillazo que ríete tú del de Sauron, pudo respirar.

Llegamos a las T's y veo como el señor cura, CPRC, CMVP, sus coleguis del curso de cocina, Ovidio y hasta el Hombre Tranquilo, salen de mi vida para siempre. Adios amigos.

Los iberios continuamos. Observo que el vandalismo no se ha cebado con Carmen, la arquitecta, en Barajas. Debe ser de allí la chica.

...y por fin llegamos.

Luego me vacilaron, me hicieron quitarme las alpargatas, abrir bolso, ordenador y maleta y se quedaron con mi desodorante y mi crema hidratante de Deliplus con tapa fosforita. La reacción: "pues que usted disfrute de la crema". Me timaron en el desayuno y en el taxi de vuelta (aquí no hubo reacción, sólo pringadez.)...pero ya estoy en casa.

Siguiente parada: Colchester.

THIS ARMS OF MINE

Así como el Seat Ibiza rojo de mi madre que no subía las cuestas suena a Pablo Milanés, García Barbón 52 lo hace a "Yonlanda" o las reuniones de hermanas García Senra a "Quen quera cheirar tabaco que cheire meu cu...ra-sao", mi infancia tiene un sonido característico.

Sólo un nombre: Otis Redding.
Y un culpable: El señor de gafas oscuras.

Y es que el jefe, ya en sus años de estudiante santiagués, se dedicaba poner continuamente la misma canción nada más entrar en la mítica cafetería Derby. Y aunque le llamaron la atención, él seguía a lo suyo. (Conocidas por los que le rodean son sus manías persecutorias cuando algo le gusta mucho...)

Otis Redding reinó en mi casa. En aquella minicadena que pereció en alguna de las limpiezas que hace la señora que calceta y que hoy sería vintage. Con aquel sonido escarchado. Y yo con cuatro años haciendo playback al ritmo de. "Aaaaaaaaaaamen Uh" Y viendo a aquella rata, micrófono en mano, viviéndolo con ese "uh", el jefe se partía de risa.

Pero si Otis dio pie a que surgiese mi vena dramática fue por pura casualidad. Además de explotar las cosas que le gustan, el señor que gruñe tiene un don para los idiomas. En concreto el don de que no se le entienda ni cuando habla en español...figúrense cuando prueba con el francés que dice (dice) aprendió en el colegio o con el inglés que es así como su propio Everest.

La cuestión es que cuando él y "la Garci" eran novios, cuando todavía no se habían convertido en padres de 2 "maricallos playeros" y de una piraña, él le decía que había una canción...."qué canción!!"....era SU canción. Aquella que reproducía en la gramola del Derby y que debido a su terrible memoria para los nombres, no conseguía recordar el título. Y a vueltas estaba la muchacha con la dichosa canción. Él se la interpretaba para ver si la conocía, pero lo único que se desprendía de los gritos en la ducha era un simple y llano "Agapíiii....iiiiiii...." Ese era su tema. Y mi madre no podía encontrarlo por ningún lado.

El Agapí (como se le conoce hoy día en mi casa) sonó un día por casualidad y ante los "es esta, ES ESTA!!"del jefe, mi madre exclamó: "No puede ser".

Pero, en efecto, el don de mi padre se había manifestado para traducir en "Agapí" la canción de 1968 de este genio musical trágica y prematuramente fallecido, "I've got dreams to remember"

Oír para creer.

Y por fin tuvimos algo que regalarle a este señor tan complicadiño para los presentes. Los grandes éxitos de Otis se convirtieron en mi primer referente musical. (uno muy bueno por cierto)

Lo pasamos al AX Blanco todavía en formato cinta. Y se nos grabaron para siempre todas esas canciones, gracias a esa tradición familiar que resulta extraña a las visitas: cantar a grito pelado en el coche. Recuerdo a mi hermano Manu dándoselas de que sabía inglés y Santi y yo resignándonos a silbar cuando llegaba el momento en el clásico "Sitting on the dock of the bay". Sin saberlo, me convertí en "My girl", íbamos de las tristes a las más animadas con algún "paparapapá" para imitar el sonido metálico . Y mientras nos escuchaba, el jefe pasaba un brazo hacia atrás para que le "chocara" la mano al tiempo que preguntaba: "Piraña, ¿quién es Otis Redding?" a lo que yo tenía que contestar "Dios cantando".

Y es que Otis, es mucho Otis.

Por eso cuando escucho esas trompetas inconfundibles, me acuerdo de mi padre. Y de mi madre contando la historia de "Agapí". Y de mis hermanos haciéndome el sandwich en el coche. Me acuerdo de cuando era pequeña. Y sin querer, me emociono.

Si hiciese un "Piraña: la película",tengo clara la Banda Sonora Original.

 

 

Y AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS SUEÑOS

Lo hicieron. Eso fue lo único que se me venía a la cabeza.

Mientras los veía gritar, abrazarse, saltar y levantar ese trofeo como sólo había visto hacer a melenudos, d10ses devenidos a entrenadores con una boca desproporcionada, a rapaditos impolutos...sólo eso, "lo hicieron".

Esta vez eran los nuestros. Era ese tipo del que sabemos tanto. Que es de Móstoles, que juega al mus, que besa sin reparos cuando la felicidad es tal que llora desde la portería contraria a donde se marcó el gol que pasará a la historia, antes de que el árbitro pite el final. Ese que vimos pasar de Niño del Atleti a 9 reconocido mundialmente. El asturiano con pinta de kinki que mira para abajo y sin embargo siempre acaba marcando. Aquel otro bajito al que se le saltaron las lágrimas cuando perdió el Torneo de fútbol 7 siendo un niño y que ahora hizo lo mismo pero por haber conseguido la copa del Mundo. Tantos chavales de ventipocos que hace nada estaban en las categorías inferiores de sus equipos y que ahora son capitanes, pulmones, regateadores, arietes y seguros de vida en la defensa y en el centro del campo. Recambios de lujo. Grandes Reservas.

Los hemos visto crecer. Eso es lo que más nos llega. Que son ellos. Que son los nuestros. "Los españolitos". Los mismos que hace dos años nos hicieron ver que nosotros también tenemos derecho a creer, con incorporaciones que nos convencen de que podemos seguir haciéndolo.

Lo hicieron. Y todas aquellas decepciones se fueron. Lo hicieron. Y esa estrella reina encima de nuestro escudo. Lo hicieron. Y ya siempre seremos campeones. Lo hicieron. Jugando. Lo hicieron. Luchando. Lo hicieron. Perdiendo. Lo hicieron. Ganando. Lo hicieron. Permitidme que lo diga, a la "española", sufriendo. Pero ya está. Lo hicieron. Ya era hora. Nos lo merecíamos.

Llevo 3 días viendo vídeos, análisis, leyendo opiniones, impresionándome con imágenes de océanos de gente que los recibe. Sonriendo. Disfrutando. Intentando creérmelo. Y seguiré emocionándome con futuros reportajes, como ya hiciera con la Eurocopa. O poniéndome el gol de Iniesta, o el de Puyol, como tantas veces hice con los penaltis contra Italia. Y seguirá encantándome que subtitulen lo que se dicen los jugadores y el entrenador en los partidos. Porque seguirán saliendo detalles y anécdotas durante mucho tiempo. Y entiendo que a mucha gente le canse. Pero a mÍ no. Me encanta. Porque me encanta el fútbol. Y porque esta vez es la nuestra. La Selección española de fútbol.

La que ha conseguido sacarnos a la calle, unirnos bajo unos colores y una borrachera de felicidad como nunca se había visto. Qué orgullo! Bien por ellos. Como ya les dije antes, gracias.

Ahora toca volver a la rutina porque la vida sigue para todos. Resucitamos de un sueño que fue real. Y lo hacemos como campeones.

Lo vimos. No hace falta decir nada más. Lo hicieron.

España es campeona del mundo.

 

 

POR ESPAÑA

El señor que gruñe ha visto cada partido de España una media de 3 veces. Y ahora está revisualizando el Argentina-Alemania, para observar al enemigo dice.

Ver los encuentros con ese tipo es inquietante. Insulta tantísimo, fuma tantísimo y blasfema tantísimo que consigue que creas que parte de la culpa es tuya. Yo me consuelo pensando que las broncazas que nos caen a sus hijos son porque nos quiere, por lo tanto, Torres, me dirijo a ti en concreto, no se lo tengas muy en cuenta, es porque desea que ganemos con todas sus fuerzas.

Y quién no?

Pero es que hay muchos nervios. Estamos en la semifinal de un Mundial y nadie había visto una selección de futbolistas españoles llegar tan lejos. Nadie.

Yo vi caer a España. Más de una vez. Pero creo que los más jóvenes nos contagiábamos de los mayores y sus "ya estamos otra vez". Yo no viví tantas derrotas como ellos y sin embargo veía los partidos con el escepticismo propio de un abuelo desencantado y envidioso de selecciones mejores y pasadas.

Lo de la Eurocopa fue la sorpresa. Nos pilló desprevenidos. Somos tan cenizos que muchos no confiaron en que se podía hasta que el árbitro pitó el final de la final. Fue entonces cuando nos desbordó una alegría inexplicable. Totalmente irracional. No dejan de ser unos hombres (la mayoría hombrecillos) que dan patadas a un balón y chutan a portería. Pero en el instante en que el cuero (tirando de símiles deportivos) mueve la red, millones de gargantas gritan al unísono. Un sentimiento totalmente primitivo nos invade y perdemos los papeles. Es imposible. Es increíble. Es algo que sólo el fútbol consigue.

Y esta selección lo consiguió. Nos convenció. Se nos fueron de un plumazo todos los complejos. Porque así somos en este país. Pasamos de 0 a 100 en menos que se tira un penalti. Y ahí nos mantuvimos, con una confianza plena en este grupo de chavales (no eran hombres?) no, son chavales. Jóvenes que sueñan, se esfuerzan, caen y se levantan. Porque son conscientes de que su hazaña ha acarreado unas consecuencias desproporcionadas, como es el que la felicidad de un país entero dependa de ellos. Y lo saben.

Con el Mundial llegaron las dudas. Y los españoles sacamos ese otro tipo que llevamos dentro además del meteorólogo: el entrenador de fútbol. Tenemos la solución. Lo vemos clarísimo. Los demás son unos burros que no tienen ni idea de este deporte que TODOS hemos practicado algna vez con más pena que gloria. Pero lo cierto es que ninguno jugamos ni entrenamos. Nosotros vemos. A nosotros nos toca sufrir mucho y, esperemos, disfrutar todavía más. Con eso deberíamos conformarnos. Pero no. Nos gusta opinar. Nos encanta opinar. A mi la primera.

Pero es en estos momentos, horas antes de que comience EL partido, de que empecemos a gritar, a sufrir, a mordernos las uñas, a despotricar y a acordarnos de la madre del árbitro, cuando todavía no tengo nublando el criterio por la emoción, cuando digo que no sé si ganaremos. No lo sé. Esto es UN partido y no tengo ni idea de lo que puede ocurrir. Pero sé una cosa. Esta selección me ha hecho sentirme orgullosa de un estilo, de un juego que se identifica y es la envidia de todo el mundo. Ha hecho que sonría viéndoles tocar, que de igual si eres del Barça, del Madrid o del Recre, ha dado que hablar, ha creado debate, nos ha sacado a la calle y nos ha hecho sufrir como siempre y disfrutar como nunca.

Así que, aún a riesgo de parecer condescendiente: Gracias Iker, sobra decir por qué, gracias Piqué, Puyol, Capdevila y Ramos por pelear cada balón, gracias Alonso, Xavi, Iniesta, Busquets, Cesc, por mantener la pelota, el juego está en vuestras manos, o mejor dicho, en vuestros pies, gracias Torres, Llorente y Villa, por enchufarlas y hacer que me quede afónica. Gracias a todo el banquillo por ser un autentico lujazo y por protestar y vivirlo como si fuesen sus piernas las que tocan el balón y no las de un compañero. Gracias por ser un grupo y no una suma de 23. A por ellos. Con todo. Sólo así se puede ganar. Y si no se hace, al menos caer defendiendo unas ideas hasta el final e irse como llegamos. Siendo grandes.

INSERT COIN

Varias son las veces que he comentado cuantísimo necesito instalarme en MI cuarto. Es decir, me pueden dar cuatro paredes y un armario (grande, por favor) en cualquier lado. Pero eso no los hace míos. Tardo unos cuantos días en hacer que esa estancia se convierta en mi válvula de escape, en mi santuario particular donde poder hacer el indio o cambiarme de vestuario cuantas veces sean necesarias sin que nadie insinúe que estoy tardando demasiado en decidir.  Donde estar horas después de haber dado las buenas noches a los habitantes del hogar, después de cerrar el día, de despedirme del mundo. Entro en mi cuarto y paso a otra dimensión. La mía.

En este microcosmos no faltan referencias a todo tipo de recuerdos y situaciones en modo de miles de fotos, postales de viajes, de cuadros, antiguas, posters...lo cierto es que no lo he variado mucho en estos 6 años fuera. Lo que cuelga de mis paredes ha ido en aumento, conservando, por ejemplo, ejercicios de clases de Color 1.

Y ahora está todo en cajas. Esperando a que lleguen los kilos de blue tack para volver al lugar que les corresponde. Entradas de conciertos, de locales, notas absurdas, recortes de revistas, dibujos...

Pero tengo la impresión de que, por mucho que lo vista de seda, el cuarto de Vigo, cuarto de Vigo se queda. Siempre será el cuarto de casa de mis padres. Se acabó el cuarto de Madrid. Se acabó Madrid.

Han sido 6 años de vida universitaria en una ciudad que no me convenció hasta el final. Como un amor de verano cuando llega septiembre. Es entonces cuando te das cuenta de todo lo que has disfrutado, de cuánto le debes. Cada curso fue distinto al anterior. Y desagradecida de mi, llegaba echando pestes de ella. Madrid me ha dado mucho. Me ha dado una vida distinta. Y ahora, sin la perspectiva del regreso en septiembre, sé que la voy a echar de menos. Y hago una mueca pensando en el regocijo de todos aquellos que se rieron de mí por renegar de la ciudad por la que dicen se va al cielo. Ay Madrid! por increíble que parezca, por imposible que pudieran resultar estas palabras salidas de mi boca: Sé que volveré. Espérame.

Pero en realidad la ciudad es un todo, son tantas cosas. Es Colegio Mayor, cantar conduciendo la vespa, perderme por sus calles, Facultad de Derecho, noches, pisos, terrazas, mudanzas con calor, exámenes, lugares extraños que ves un día y jamás vuelves a encontrar, cañas, no conseguir un taxi, estudiar con un barreño con agua en los pies, los chinos que venden cerveza, comer una hamburguesa en Alfredo's, botellones con frío, la Gran Vía, llegar a casa con pintura en la cara, copazas prohibitivas, cines en V.O., horas en la Fnac, madrugar, que el plan sea que no hay plan, acabar en la casa del primo del compañero de piso del amigo de tu amiga, los Domingos, el edificio de escultura de Bellas Artes, los Viernes, pero sobre todo Madrid es gente. Son amigos. Tantos. Muchos ya se han ido, unos cuantos se conservan gracias a este invento que permite mandar un mensaje de "qué tal todo?", y un puñado viven contigo el día a día. El fin de semana a fin de semana. Eso es lo que realmente voy a echar de menos.

Mi cuarto no va a ser mi cuarto. Porque Madrid ya no es Madrid. Cuando vuelva será otro. Haré un libro-recuerdo de todos estos años y lo dejaré en mi estantería. Junto con la carpeta llena de cartas de niñas de 15 años que no entendían nada de este mundo traidor. Para qué? Pues porque hay que seguir adelante, siempre adelante pero sin olvidar. Y un día abrirlo y encontrar una puerta directa al pasado. Sólo sabiendo quiénes fuimos entendemos quién somos. Algo que, a veces, se me olvida.

Quemar etapas. Eso es.

Disfruta de tu último año como estudiante, espero que sea un GRAN AÑO. 

Disfruta de tu último año como estudiante, espero que sea un GRAN AÑO.

 

Lo fue.

Adios Madrid.

LA CASA DE TODOS

Me di una vuelta por el 52 de García Barbón donde al llamar por el telefonillo tienes que identificarte con apellido. Estaba casi vacía y en semipenumbra pero al mirar hacia el cuarto azul tuve que entornar los ojos pues la ventana estaba abierta y dejaba pasar la luz hasta el pasillo, campo de fútbol y circuito de carreras donde tantas medias rompí, donde cabíamos hasta 6 jugando y parecía no tener fin. Con todos esos armarios alrededor que guardan tesoros y reliquias. Desde platos y manteles hasta vestidos que hoy son retro y que primas, tías y cuñadas lucieron alguna vez. Y allí están todas esas fotos pegadas como si de taquillas de instituto se tratase, con las que un día exclamé "Este es mi padre?" al ver a un niño con pelo disparado y traje de baño apretado "Era la última moda" me espetó alguna de mis tías. Pero no hay defensa para esos moños, lo siento, ni esos vestidos, ni algún que otro retrato navideño cual familia Adams. Abrimos otra puerta y llega el color, las hombreras, los peinados, embarazos, muchos niños que yo no conocí, el abuelo, que tampoco, bocatas en la playa, partidas de cartas, primeros de año, ahora primas, luego primos, venga los políticos, ni arrugas, ni canas...

Llego a la mesa del pasillo, que me enseñó a jugar al Rammy y presidiéndola encuentro un cuadro de mis 16 años y allí arriba otro de mis 12. Las manzanas eran lo mío. El teléfono! cuántas felicitaciones de políticos a sus familias, a hijos, hermanos y primos en la distancia. De novias a novios, de mí misma a mi amiga Marta en Fin de año. Ah! y el cuadro de "la Habanera de Pita" regalo de nietos a una abuela octogenaria en el 97 que no puedo evitar volver a leer con gran énfasis en el "Nietos e hijos hinchan el pecho, van presumiendo de ser Brandón" ...y pensar que lo hicieron mi hermano y primas mayores cuando estudiaban los primeros años en Santiago.

Me asomo por la cocina. A la izquierda el cuarto donde 2 coruñesas y 2 santanderinas en pijama se ponían al día sobre odios y amores adolescentes. A la derecha, Aja! ahí están. Los pasteles que no falten. Huele rico. Hay consomé que te reconstruye aunque estés a pedazos de la noche anterior. Viva! Y mis tías pululando, de un lado a otro: corta, limpia, prepara, lleva...Son 3 pero parecen 10. Me voy, luego, cuando recojamos, seremos 10 que abultaremos como 20.

El hall acoge cada año el árbol con bolas rojas que poco a poco va ganando regalos hasta el día 31, cuando se convierte en testigo del amigo invisible, de los cánticos, los tooongos, los "Qué será, será", los "Lo puedes cambiar" y más de una vespa que también ha pasado por ahí.

Paso a los salones donde cuelgan los cuadros de unos señores que debieron ser el germen de lo que hoy pasa por delante de sus ojos pero que yo no conozco de nada y, aún diré más, me dan bastante miedo. Se me hace raro ver esas estancias tan vacías. Lo normal es que haya varios grupos con tertulias en marcha y tú decidas quedarte en la que más te convenga. Hasta que aparece un melenudo con su guitarra a animar el cotarro. De pronto reparo en la mesa donde están ellas. No pueden faltar en ninguna casa de abuela que se precie: las fotos de primera comunión. Qué monos, qué cariñas, qué engaño. Y más fotos...que si un licenciado, una viajera, uno en la mili, bodas con patillas, con gafas de sol, con edades próximas a la mía...

"Carmeeeen nos vamos" me giro y ahí está el cuadro que me inquieta y encanta desde pequeña. Es una niña con un turbante y una mirada penetrante. Me lo pedí en herencia hace años pero no veo mucho movimiento al respecto. Me tropiezo con la alfombra a la que tantas veces me relegaron por ser la pequeña. Una simple mirada o un "Carmen, al suelo" bastaba para dejar el comodísimo sofá orejero a un ser superior. Al jefe o a otro de tantos. En la cadena de mando no estoy muy bien situada.

Que el tiempo pasa ya lo sé yo, pero esta casa parece recordármelo en cada rincón. Ya en el salón la mesa principal tan necesaria y tan llena de comida y de gente siempre, el carrito del café en el que sólo reparo en Navidad pues es el lugar de postres y turrones. Los sofás donde todos hemos echado una cabezada pero donde lo de roncar hasta hacerse oír por encima de gritos y televisión es un lujo reservado para muy pocos. La mesa con la colección de pisapapeles que parece increíble que haya sobrevivido a los juegos de niños de 3 generaciones...y esa estantería con...más fotos!! Fotos sin coherencia, de todos, de ninguno, actuales y de antes, de los nuevos con los que nos babamos...Van poblando el mueble porque alguien las deja un día y ahí se quedan. También hay papeles antiguos, con letras antiguas y nombres antiguos, libros de texto con anotaciones que al mostrárselas al propietario, se quita las gafas, lee y sonríe. Y un rincón para orígenes de nuevas familias. Retratos, ya en color, de las nuevas bodas. Aquí soy yo la que sonrío pensando en lo bien que lo pasé en cada una de ellas y en lo bien que se han escogido las nuevas adquisiciones.

"Carmeeen vaaamos!!" "Vooooy" Nos vamos a tomar el aperitivo que es una costumbre muy sana. Salimos por la puerta 4. Volveremos a comer 19. Ya sabía yo que verla tan vacía no iba a durar mucho.

PARA QUÉ ESTÁN LOS AMIGOS SI NO?

Ayer quedé con dos amigos que hacía tiempo no veía. Por separado. Uno para comer, otro para una caña. Si hace una par de días recibía noticias internáuticas de otro que está en Madrid y del que tampoco sabía nada, la semana pasada lo hacía de un tipo que está a unos cuantos miles de kilómetros, con lagrimilla emocionante incluida. Gracias a los comentarios del facebook, veo que, a pesar de másteres importantérrimos, otro sigue como siempre. Un mail informativo contestado y respondido hizo que supiese del individuo que bebe vino. El invento del siglo, el Skype, me permite verle el jeto neoyorquino a otro y, por último, el que fue mi sombra un verano apareció en mi casa un domingo de resaca terrible, simplemente para preguntarme qué tal me iba todo...En definitiva han sido una serie de reencuentros inesperados y motivantes.

Todos ellos son amigos de esos con los que tienes que quedar "para hablar". No hay excusa. Porque siempre, siempre, te sientes mejor después de haber charlado un rato con ellos. Te despides con un abrazo y te alegras de haber roto con la rutina.

Las conversaciones comienzan, como la mayoría, con un "qué tal todo", pero no se quedan ahí o se va hablando en círculos hasta llegar al meollo, Qué va! Aquí te sientas y dices o tecleas directamente lo que te ronda por la cabeza. Sin filtros. Al grano.

Y no hay que preocuparse por explicar. Sobran los "no me entiendas mal", porque resulta que te conocen, saben cómo te expresas e incluso cuándo exageras o dramatizas. Se tocan todos los temas: absurdos, importantes, meramente académicos...se recuerda, se ríe, se pone semblante serio, se pregunta, se responde, se discute y casi siempre suelto un "Ay...qué cosas"

Cada uno tiene un punto de vista y una manera de enfocar las cosas que les cuento distinta. Pero a todos los considero amigos.

Y es que ayer Iñigo (o Boñigo, como lo bauticé en aquellos años en los que pasamos horas en lo cuartos del Colegio Mayor con conversaciones que no se acaban, arreglan el mundo y de repente es de día), que pronuncia todavía peor que yo (si es que eso es posible), me hizo darme cuenta de que "los amigos vienen y van, y la gente con la que pasas la mayor parte de tu tiempo, no son tus amigos".

Son de esas cosas a las que respondes con un "ya..." pero en las que luego vuelves a pensar. Gasto la mayor parte de mi vida rodeada por gente que no me importa, no me conoce, ni tengo intención que lo haga. Una pequeña parte de mi tiempo con gente que me importa, con la que lo paso bien y me gusta estar. Y un mínimo porcentaje con gente a la que quiero.

Es un reparto absurdo. Como el de las pirámides de alimentación, donde la graaan mayoría de las cosas ricas están en la cúspide (no se debe abusar) y todo lo que ni fu, ni fa, en la base (abuse usted, que no importa. Cómo va a importar si es como comer aire!)...

En fin, que estoy muy agradecida a estos tipos que, no formando parte de mi rutina habitual, de vez en cuando aparecen en mi vagón, aguantan mis neuras un rato y me hacen desconectar y coger fuerzas para continuar hasta la siguiente parada de esta especie de metro que es la vida (que me ha dado por las metáforas de repente)