Como ya han pasado 2 años desde que hiciera un análisis vital al llegar a las 3 décadas de existencia, cumplo otra vez cifra par y cualquier excusa es buena para hacer una reflexión que quede para la posteridad y cuando sea muy vieja se me salga la dentadura de risa al leer lo que me daba por escribir en mis años mozos, he creído conveniente volver a pensar acerca del ello, el yo y el superyó tras estos 730 días.
Y es que cumplo 32 años en este mundo traidor y lo hago con más ganas que nunca. No de cumplir años sino de seguir viviéndolos. Porque, como leía hace unos días, a la vida no hemos llegado para comprenderla sino para vivirla.
Cumplo 32 con más calma pero las mismas neuras. Y es que aunque es muy cierto que las cosas se toman con un punto más de tranquilidad y perspectiva a medida que pasan los años, no lo es menos el hecho de que en mí aún habita una estresada estudiante a punto de entrar en el examen más importante de su vida, ese en el que se evalúa si lo estás haciendo bien en esto de ser feliz y exprimir cada día.
Cumplo 32 con el pleno convencimiento de que, como me espeta el Señor de gafas oscuras cada vez que me ve tirada en algún sofá, “la vida no es esto”. Cada época de vacaciones y, si me apuran, hasta cada domingo, pienso que algo estoy haciendo mal. Que necesito un plan de huida. Sin embargo llega el lunes, te tropiezas con el martes, pasas de puntillas por el miércoles y entonces ya es jueves, que tocan unas cañas o algo, no? y de pronto el viernes por la mañana ya está aquí para que te deleites maquinando las millones de cosas que vas a hacer el fin de semana. Pero entre familia, plan de amigos, alguna conversación que arregla el mundo, otras que te reconcilian con la vida y más pizzas de las que debería, volvemos a empezar la semana. Y así ha sido 104 veces.
Bueno no tal cual. Porque si hace dos años cumplía 30 años en Madrid, echando de menos Vigo y sin saber cuándo iba a volver, hoy cumplo 32 en la ciudad que me vio nacer. Pudiendo disfrutar de lo más importante que tengo en la vida que es mi familia. Y es que esos desayunos con la Señora que calceta no tienen precio (bueno, sí que lo tienen pero corren casi siempre de su cuenta), ni esas salvadas en el último momento del estilo de “Mamá se me olvidó el móvil en casa” o “Mamá no tenías que haberme hecho los doscientos tuppers de comida pero gracias”. Ante esto ella siempre contesta lo mismo: “no te voy a vivir toda la vida” pero no sabes lo que me alegra poder disfrutarte cerca el tiempo que nos quede juntas en este planeta.
Cumplo 32 con menos complejos pero más consciente que nunca de que el cuerpo las hace y el cuerpo las paga cada vez más caras. Así que cumplo 32 sabiendo de que comer sano y cuidarse es fundamental. Y esto no lo digo porque haya vuelto al gimnasio y a la vida de salubridad. Lo digo porque no hay que irse de ella.
Cumplo 32 con las mismas ganas o más de viajar y descubrir. De dejarme llevar bien sea por una conversación, un hilo de Twiter o un perfil inspirador de Instagram. Porque cumplo 32 convencida de que todo suma y que los puntos se unen más fácilmente cuanta más información tengas. Aunque ello suponga leer muchas malísimas noticias y alguna que otra opinión horrible.
Cumplo 32 queriendo mancharme con pintura y escribir durante horas. Frustrada a ratos por un trabajo que me atrapa 8 horas al día pero agradecida de poder darme caprichos burgueses de vez en cuando y comprendiendo que vivo una vida de privilegios que hace 5 años no soñaba.
Cumplo 32 convencida hasta la médula de que a las mujeres nos queda aún muchísimo por decir. Y dejo constancia de ello cuando tengo ocasión para demostrar que sí, se ha avanzado mucho pero no, no podemos conformarnos.
Cumplo 32 agradecida, emocionada y estabilizada en una vida fácil y plena. Siempre pensando en el siguiente paso pero sin los agobios de la veintena cuando no sabía qué iba a ser de mí. Porque cumplo 32 sabiendo que lo que deba ser, será y lo que dependa de mí también. Más tarde o más temprano, pero lo haré.
Cumplo 32 conociéndome mejor y confiando más en mí que nunca. Porque he demostrado pero sobre todo me he demostrado que puedo. Puedo con todo lo que me proponga. Y puedo con todo lo que me apetezca.
Cumplo 32 habiendo dejado de alisarme el pelo, discutiendo lo mismo, con más arrugas, riendo a carcajadas sonoras, repitiendo historias, igual de torpe, intentando no hablar tan alto aunque igual de claro, con más kilos, menos vergüenza y tratando de que esta piel atópica que tengo no sea tan fina y se vuelva impermeable en ciertos momentos. Pero los cumplo emocionándome igual de intensamente por todo y por todos.
Cumplo 32 sabiendo que no hay que sufrir sin motivo pero entendiendo que es fácil decir esto cuando estás tan bien con la vida que te ha tocado vivir. Cuando no hay miseria a tu alrededor y, aunque haya problemas, tengo a la gente adecuada alrededor para ayudarme a superarlos.
Porque si algo ha cambiado desde hace dos años es que por aquel entonces un chaval con gafas me hacía reír a carcajadas, acabábamos de volver de aquel verano que nos confirmaba que sí, que esto podía ir bien y ahora escribo esto escuchándole roncar cada día habiéndole dicho que sí, que me caso con él. Un sí alto y claro.
Cumplo 32 comprometida, manda narices! Riendo sola ante la que se nos viene encima. El festón de mi vida. Ese que soñaba con hacer tanto si encontraba a alguien con quien compartirlo como si no. Porque cumplo 32 pero me sigue gustando más una fiesta que las tostadas con mantequilla (que es mucho decir) Sobre todo si es una fiesta con toda la gente que quieres, como una forma de devolverles un poco de todo lo que te han dado.
Pero es que resulta que me reencontré con Mauro y hoy por hoy estoy segura de querer pasar con él mañana, y pasado, y el otro. Porque cumplo 32 discutiendo de vez en cuando con él pero riendo cada día. Cada día! Eso es difícil de lograr. Gracias en gran parte a él y en otra gran parte a la carambola que es la vida, cumplo 32 contenta, expectante con lo que viene, plena y feliz.
Felices 32 para mí. A seguir cumpliendo con la vida y, sobre todo, conmigo misma!